A propósito del Foro sobre Política Nacional de Drogas, la siguiente exposición exige al Gobierno Central un mayor respeto para con los grupos étnicos, y en especial para con los 84 pueblos indígenas existentes en el país.
En Colombia hay 84 pueblos indígenas que poseen tierras en calidad de Resguardos; cerca de 20 millones de hectáreas, la quinta parte del territorio nacional. No hay censo exacto de nuestra población, aunque se estima que suman cerca de 800 mil personas, o sea, alrededor del 2% de la población colombiana. Sobra decir que el Gobierno no ha querido actualizar el censo para no girar más recursos al Sistema General de Participación.
Aunque en la zona Andina y el Pacífico habitan el 80% de la poblaciones indígenas. La mayoría de grupos habitan en la amazonía. También estamos en los llanos y en la desértica península de la Guajira. Todos somos portadores de cultura, cosmovisiones y modos de organizar nuestra vida social, política y económica, lo que nos diferencia de las demás culturas.
"En la Amazonía colombiana existen 150 territorios legalmente constituidos por el Estado como resguardos indígenas, que abarca 400 mil km2 (33% de la superficie del país), donde están ubicados los departamentos del Amazonas, Caquetá, Guanía, Guaviare, Putumayo y Vaupés. De la población de los seis departamentos, 85.855 pertenecen a 53 pueblos indígenas diferentes, que representan el 10% del total de la población regional", asegura la OPIAC en su informativo Ka´doaro.
"En lo cultural, los indígenas amazónicos se reconocen como pertenecientes a cinco grandes grupos complejos: el de la Coca y el tabaco, el de la Coca y el ambil, el del yagé, el del yuruparí y el de los pueblos del yopo. Sobre estas tradiciones míticas y rituales, hilvanadas por el idioma y el territorio, se teje nuestro mundo" Ka´doaro.
"Las formas propias de organización social y política de los pueblos son múltiples y complejas. Se manifiesta como ámbito de poder y decisión sobre el territorio en las actividades económicas, de salud, de conocimiento, en las relaciones de parentesco y el medio ambiente (Payes, Kumus, Caciques, Curacas, entre otros)" Ka´doaro.
Para practicar todos los conocimientos de la cosmología indígena, nuestros antepasados y nosotros, sembramos la mata de Coca que ha sido una planta sagrada desde siempre. No sé por qué "se tiende a confundir la hoja de coca en forma natural con la cocaína, uno de los varios alcaloides que contiene, el cual se usó como analgésico y posteriormente fue extraído de la planta para utilizarlo como euforizante, para comercializarlo. No entiendo" Taller Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas.
¿Quiénes son los actuales cultivadores?
En la selva Amazónica el único que realiza actividades de cultivos ilícitos es el colono, que siembra la coca al por mayor para sacar el clorhidrato de cocaína. Pero él vive en las grandes ciudades y no en la selva. Sin embargo, viaja a la selva porque ya esta financiado previamente por las estructuras de compradores, íntimamente ligados a organizaciones delictivas mayores. Se trata de comerciantes que imponen sistemas de financiamiento, compra anticipada, acopio de productos, distribución de dineros y, en algunos casos, de asistencia técnica a los productores. Solo estos comerciantes pueden extraer la cocaína, porque los precursores químicos son costosos, cada hectárea de coca consume varios galones de gasolina roja, de ácido sulfúrico, varios bultos de pergamanato de potasio, sal para poder procesar la hoja de coca y, como si fuera poco, los retenes que tienen que sobornar y pagar, y los vuelos para transportar la mercancía. Es por eso que no entiendo y no veo ¿cuántos indígenas multimillonarios en dólares hay en la amazonía colombiana?
Simplemente el indígena fue involucrado dentro de sus actividades ilícitas, porque vive en donde nace la mata de Coca que queda en el resguardo, donde nos hemos asentado ancestralmente. Un día cualquiera a unos kilómetros de la comunidad, llega un señor desconocida con unas 20 personas y se ubica en la cabecera de un caño. Luego comienza a derribar varias hectáreas con motosierra. Pero cuando los indígenas van a reclamar, simplemente amenazan con matarlos, porque está bien dotado de armamento, de mercado para poder vivir varios meses, mientras cosecha el cultivo de pancoger.
En las comunidades indígenas, por costumbre, tienen sembrados sus matas de coca para el consumo en las ceremonias rituales, otros pocos indígenas han querido sembrar, pero no pueden mantener varias hectáreas porque el mantenimiento es muy costoso, en pocos meses los cultivos se llenan de maleza y mueren las matas. En algunas comunidades, el “coquero” se vuelven indispensables para los indígenas, porque les llevan implementos necesarios como: anzuelos, fósforos, jabón, etc. Si una familia tiene hoja de coca, lleva sus arrobas a venderlas al comerciante, el día en que se recoge y procesa la mercancía. No comparto con los teóricos que dicen: “Los grandes ingresos que reciben los indígenas, producto de la venta de la hoja de coca y el procesamiento, son sólo utilizados para pagar gasolina y licor”.
Nosotros los indígenas necesitamos y exigimos el derecho al trabajo, para ganar nuestros ingresos y, con estos, poder asistir a nuestros hijos en las escuelas, para vestirlos, para mejorar la calidad de vida. Y no comparto la idea de que los indígenas tengamos que estar toda la vida sin evolucionar, como en la era cavernícola.
Así, una vez más, la cultura invasora, mezquina y consumista se ha hecho presente en las comunidades indígenas en estos últimos tiempos, por culpa de los cultivos de uso ilícito, el procesamiento, el tráfico de drogas y las fumigaciones que nos han debilitado tanto en la parte económica como en lo que tiene que ver con la seguridad alimentaria. Pero también contiene presiones y genera la expulsión de poblaciones enteras, convirtiéndose, de forma paulatina, en un nuevo factor de expropiación territorial. En esta disputa se dispone, con severidad inapelable, de la vida indígena, así como se juega la suerte de una región que ha resistido por centurias, los intentos de los “civilizadores que comen” de los “disparadores” de los “tigres de hechos”, pero que ahora están invadidos de terror, impunidad y aculpamiento.
Como si fuera poco, los últimos gobiernos, sin previa consulta con el pueblo colombiano, hizo realidad los deseos del Senado de Estados Unidos, el Plan Colombia. El interés era recibir millonarias sumas en dólares, no para favorecer a los indígenas, sino para comprarle químicos y armas a las empresas multimillonarias gringas, y esto no es para espantar palomas, sino, para matar gente.
Las fumigaciones con químicos en la selva amazónica, está agravando más a las comunidades indígenas. Por que, tras de que el medio es difícil para sobrevivir, donde existen enfermedades como la tuberculosis, paludismo, la fiebre amarilla, la hepatitis, con las fumigaciones con glifosato, y últimamente con el químico Roundup Ultra, han dejado al indígena con problemas cutáneos, de visión, dolor de oído, entre otros males, pero lo peor es que los que fumigan saben bien de sus efectos y se quedan callados o no los admiten, todo es un negocio.
Es por todo lo anterior que:
- Esperamos del gobierno nacional más inversión social en la amazonía.
- Que cumpla con la consulta previa, establecido en el Convenio 169 de la OIT.
- Que se construyan buenas relaciones del Estado para con los indígenas, porque somos parte de él.
- Que se haga viable el fallo de la Corte Constitucional.
¡Colombia, patria nuestra, no nos dejes desaparecer, porque somos el orgullo de nuestros antepasados!