Once hijos, siete de ellos menores de edad, quedaron huérfanos y desprotegidos luego de que su padre, Romelio Antonio Pacheco, 62 años, indígena Kankuamo de la Sierra Nevada de Santa Marta, fuera asesinado el pasado 26 de junio en inmediaciones del municipio de Valledupar, departamento del Cesar, por paramilitares que operan en la región, denunció la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
Romelio, quien en los últimos quince años trabajo comerciando aguacates en la región del Cesar, salió de su comunidad, Chemesquemena –Resguardo Kankuamo-, a la 1:00 de la tarde del pasado miércoles 23 de junio con destino a la ciudad de Valledupar. Cuentan testigos y familiares que a la altura del punto denominado Río Seco, la camioneta en la que se movilizaba fue interceptada por los paramilitar, quienes obligaron al conductor a dirigirse por la vía que conduce al corregimiento de Badillo, Jurisdicción del Valledupar. Unos kilómetros más adelante, cuenta el chofer que los paramilitares le dijeron: “que se regresara, que el no sabía nada ni había visto nada, ni tampoco fuera a decir que los había visto. Y que el señor Romelio se quedaba con ellos”. Luego lo embarcaron en otra Camioneta y se lo llevaron con dirección ha la comunidad de Badillo.
Tres días después, y aunque sus familiares mantenían la esperanza de recuperarlo sano y salvo, Radio Guatapurí, en su avance de las 3:00 de la tarde, informó que el cuerpo sin vida de Romelio Antonio Pacheco –encontrado en el corregimiento de Badillo con cinco impactos de bala, 3 en la cabeza y 2 en el cuerpo- yacía en la morgue de Urumita, departamento de la Guajira, y que pronto sería sepultado.
Voceros del pueblo Kankuamo anotaron que la camioneta en la que se transportaba el señor Romelio Antonio Pacheco fue interceptada a solo 5 minutos de donde se encuentra acantonado el Ejercito Nacional, en la comunidad de Patillal corregimiento del Municipio de Valledupar. De igual forma, manifestaron con extrañeza que en los últimos años han sido asesinados por lo menos cinco comerciantes de aguacate de la región.
El pueblo Kankuamo ha sufrido en ochos años, la perdida de por lo menos 250 indígenas, entre autoridades tradicionales y lideres, el desplazamiento forzado de más de trescientas familias de sus territorios ancestrales, la desaparición forzada de más de 20 de sus miembros, la ocupación de su territorio y sitios sagrados por los actores armados, y la desarticulación de sus comunidades. A raíz de este panorama aniquilador, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, dictaminó en el mes de septiembre de 2003 Medidas Cautelares para este pueblo, las cuales han sido reiteradamente desconocidas por los grupos armados que operan en la zona.
Por todo lo anterior, la ONIC y las Autoridades Tradicionales del pueblo Kankuamo, rechazaron enérgicamente este asesinato, e hicieron un llamado a la comunidad Internacional, a los Organismos Humanitarios y a las ONGs Defensoras de Derechos Humanos: “intercedan por mediar la barbarie y el terror que sigue cernido sobre nuestros territorios y que continua cobrando victimas inocentes en un conflicto que no es nuestro”. Finalmente, responsabilizaron al Gobierno Nacional de esta consecutiva cadena de crímenes: “ante la ineficiencia mostrada para garantizar la vida e integridad física y cultural del Pueblo Kankuamo”.