Luego de la arremetida del presidente de Colombia, Álvaro Uribe, contra la comunidad de paz de San José de Apartadó, Antioquia, en la cual acusa a los líderes y organizaciones humanitarias de la región de ser auxiliadores de grupos guerrilleros, estas comunidades rechazaron enérgicamente las declaraciones -que las pone a carne de cañón de grupos de ultra derecha como los paramilitares-, y exigieron al gobierno nacional no se hagan “montajes” para criminalizar a los habitantes de la región. 

 

La declaración del presidente Uribe se da en el marco de la masacre cometida el pasado 21 de febrero de 2005 contra ocho de los miembros de dicha comunidad de paz, entre los cuales se encontraban cuatro menores de edad.

 

Según versiones de los habitantes de esa región del noroccidente colombiano, quienes cometieron la masacre portaban prendas de uso privativo del Ejército y se identificaron como tales.

 

En esa medida, y tras la presión de la comunidad internacional por lo sucedido, el pasado domingo 20 de marzo se realizó un consejo de seguridad en esa zona del país, donde el presidente Uribe aseguró, entre otras cosas, que la masacre fue: “producto de la imposibilidad de la Fuerza Pública de hacer presencia en esas comunidades".

 

Así mismo insistió en que: "En esta comunidad hay gente buena, pero algunos de sus líderes, patrocinadores y defensores están seriamente señalados por personas que han residido allí de auxiliar a las Farc y de querer utilizar a la comunidad para proteger a esta organización terrorista, a las Farc".

 

Frente a esto, la comunidad de Apartadó aseguró en un comunicado que: “Es clara la intención del estado colombiano de destruir nuestro proceso de Comunidad de Paz”, y agregó que: “Nuevamente se va a apelar a los montajes para criminalizar la acción legal y legítima de los líderes de la comunidad, así como de sus acompañantes y defensores”.

 

Así mismo, aseguran que: “Ofende a la conciencia ética de la humanidad, así como a la memoria de las víctimas, que el Presidente de la República haya guardado absoluto silencio frente a la masacre perpetrada el pasado 21 de febrero y tan solo se haya ocupado de presentar públicamente nuevos mecanismos de agresión, situación que revela profunda insensibilidad frente a este crimen que nos enluta”.

 

Presencia militar en la zona

 

Desde su conformación como comunidad de paz a finales de los años noventa, los habitantes de Apartadó declararon su neutralidad frente al conflicto armado, no permitiendo la movilización de los tres grupos protagonistas: guerrillas, paramilitares y fuerza pública, en sus territorios.

 

Sin embargo, durante el consejo de seguridad realizado en las instalaciones de la Brigada XVII del Ejército en el municipio de Carepa, Antioquia, el presidente Uribe dio la orden al comandante de la Policía de Urabá, coronel Yamilk Moreno, de movilizar a la fuerza pública y entrar a la Comunidad de Paz de San José de Apartadó en menos de 20 días.

  

"Las comunidades de paz tienen derecho a instalarse en Colombia gracias a nuestro régimen de libertades. Pero no pueden, como lo practica la de San José de Apartadó, obstruir la justicia, rechazar la Fuerza Pública, prohibir el comercio de artículos lícitos ni coartar la libertad de los ciudadanos que allí residen”, insistió el presidente Uribe.

 

Al respecto, el obispo de Apartadó, monseñor Germán García pidió a la comunidad permitan el ingreso de la fuerza pública, pero también reclamó del Estado mayor presencia con obras públicas y de desarrollo que beneficien a estas comunidades.

 

"Frente al comunicado del presidente no tengo nada que objetar. Se llegó a eso porque ha ido creciendo un clima de desconfianza entre el Ejército y la comunidad de paz. Yo hubiera preferido que se comenzara por el arreglo de carreteras, por la presencia del Estado, pero donde manda capitán, no manda marinero", consideró el prelado.

 

Por su parte, la ex alcaldesa de Apartadó, Gloria Cuartas, aseguró que las comunidades ya no confían en la fuerza pública, y por eso la pugna que se ha presentado por la militarización de la zona. “Ahora quieren convertir la comunidad de víctima en victimaria. Aquí han violado a sus mujeres, han masacrado a sus hombres y niños y se les ha olvidado el debate sobre los autores de las masacres. Como la autoridad no ha respondido, dejando en la impunidad los crímenes, la comunidad ya no cree en sus autoridades”.

 

De otro lado, la Oficina en Colombia del Alto Comisionado para los derechos humanos de la ONU, la Defensoría del Pueblo y la Iglesia, le insistieron al gobierno nacional abstenerse de hacer declaraciones publicas que puedan afectar la seguridad de dicha comunidad, hasta tanto no hayan terminado las investigaciones respectivas sobre lo ocurrido ese lunes 21 de febrero.

 

Finalmente y en medio de la desconfianza, el miedo y la incertidumbre, las comunidades afrocolombianas y campesinas ancladas en esa región del Urabá antioqueño, aseguraron que desde hace unos días vienen construyen un nuevo asentamiento, “San Josesito”, caserío a donde pretenden desplazarse si entra la fuerza pública a sus territorios.

  

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