La tradición de lucha y de resistencia de los Páez es ampliamente conocida y documentada, tanto como las agresiones continuas a que han estado sometidos históricamente y en el pasado reciente. Lo que llama la atención de las acciones del gobierno colombiano y el del departamento del Cauca sobre este pueblo, es que a pesar de una actitud de dialogo, concertación y respeto por la palabra de parte de los indígenas, las autoridades del Estado Colombiano, en cabeza de la fuerza pública y el gobernador, hubieran tenido y mantenido la intransigencia y la violencia.

 

No es para menos, pues la decisión clara y aguerrida de los indígenas de recuperar la tierra, sustentándose en su derecho ancestral a la misma, que constituye su derecho mayor, no puede ser respondida sino con violencia por los intereses terratenientes y gamonales, por un gobernador como Juan José Chaux, perteneciente a una de las familias insigne de la rancia aristocracia terrateniente caucana. Cada quien da de lo que tiene.

 

Los Hechos

 

El pasado 2 de septiembre en uso de su derecho y de forma pacifica mujeres, niños, adultos y ancianos de la comunidad Páez, ocuparon el predio denominado “La Emperatriz” en el resguardo ancestral de “Huellas” en Caloto, al norte del departamento del Cauca, al sur occidente de Colombia. En la noche de ese mismo día la fuerza pública arremetió violentamente contra los comuneros y comuneras, utilizando gases lacrimógenos, golpes, palabras soeces y tratos humillantes, sin embargo los indígenas no salieron y no permitieron el desalojo. Ganó la resistencia.

 

Las agresiones fueron contra las mujeres, niños, niñas, ancianos y los cerca de 300 indígenas que están en la recuperación, “este intento de desalojo constituye una agresión contra el movimiento indígena, contra el Congreso Indígena, Campesino y Popular y contra quienes ejercen el compromiso de defender la libertad de la tierra para la liberación de los pueblos y la defensa de la vida” (Asociación de Cabildos Indígenas ACIN, comunicado del 3 de septiembre de 2.005, Libertad para la Madre Tierra 3).

 

Estos eventos agresivos se enmarcan en una política fáctica estatal y paraestatal etnocida contra la comunidad Páez, que se inició con el asesinado del Padre Alvaro Ulcué Chocué, ocurrido en noviembre de 1.984, continuó con la masacre del Nilo en diciembre de 1.991, donde fueron asesinados 20 indígenas entre mujeres, hombres, niños y niñas, precisamente en el mismo territorio de “Huellas” donde hoy se realiza la recuperación.  Por esta masacre el cual el gobierno de Colombia fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos humanos, que aceptó su responsabilidad en cabeza del entonces Presidente Ernesto Samper Pizano, quien además pidió público perdón a nombre del Gobierno.

 

La violencia contra el pueblo páez ha continuado hasta la fecha y se ha caracterizado por una serie de crímenes aleves contra sus dirigentes, médicos tradicionales, representantes y comuneros. Y arrecia ahora con las agresiones y violaciones de sus derechos por parte de la fuerza pública.

 

Los responsables de estas agresiones han sido muchos: terratenientes, paramilitares, narcotraficantes, fuerza pública, autoridades civiles, que no han recibido ningún tipo de castigo, que han actuado de manera coordinada y lo seguirán haciendo al amparo de una justicia que además coja es incumplida y nunca llega.

 

Porqué tanto odio? Porque la agresión continua y la violación de los derechos de los indígenas Páez? Porqué en Colombia la conquista y colonización continúan, no han parado un instante y quienes tradicionalmente o gracias al poder obtenido a través del narcotráfico quieren apoderarse de la tierra y todos los recursos de las poblaciones nativas indígenas y afrocolombianas, lo seguirán haciendo a sangre y fuego.

 

Esto no es extraño en un país como Colombia, en donde las violaciones a los derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario son el pan nuestro de cada día. Por ello, no sorprende que la fuerza pública en una acción propia de una “guerra regular contra un enemigo reconocido”, hubiera impedido el acceso de alimentos, la ayuda humanitaria, la atención de las víctimas, la salida y entrada de ambulancias con heridos; que hubiera atacado a comuneros y comuneras no sólo de La Emperatriz, sino también a aquellos que se encontraban en los resguardos vecinos, de “La Bodega” y “La Selva”, donde muchos de ellos de ellos niñas y niños; que de manera intencional haya destruido las reservas de alimentos de la comunidad del Resguardo de “Bodega Alta”.

 

“Los efectivos de la Policía detuvieron un número no determinado de indígenas quienes fueron golpeados violentamente. Entre estos se encontraba el administrador de la ACIN quien se ocupaba de una labor humanitaria ayudando a evacuar una víctima con heridas por esquirlas de granada, cuando fue sacado a golpes de la ambulancia y golpeado recurrentemente por varios policías hasta cuando la Personera del Municipio de Caloto logró su liberación” (Asociación de Cabildos Indígenas ACIN, comunicado del 8 de septiembre de 2.005, Libertad para la Madre Tierra 3).

 

Lo anterior deja claro que el gobierno nacional que aplica su política de Seguridad Democrática, considera a los pueblos indígenas como un molesto problema del cual hay que liberarse y al que se le da garrote y zanahoria, claro mucho más garrote, pues el 5 de septiembre “los disparos con arma de fuego y el ataque violento continuaron hasta cerca de las 10 de la noche, cuando las autoridades indígenas presentes en la zona lograron acceder a los comandantes de la Fuerza Pública y dialogar con ellos. El resultado de este diálogo fue la entrega de los detenidos, la salida de las ambulancias, la atención a las víctimas y el acceso de alimentos y recursos urgentes para la población civil”.

 

A pesar de la presencia de un delegado del gobierno central como el Viceministro del Interior, Luis Hernando Angarita, quien se trasladó al Cauca en la perspectiva de entablar un diálogo y negociación con los indígenas, los obstáculos puestos por el gobernador Chaux, no permitieron la llegada del funcionario a la zona de recuperación y su diálogo con los Páez. Como si esto fuera poco, acciones ejecutadas por actores armados ilegales como el grupo guerrillero FARC-EP, que dinamitó algunas torres de energía y realizó hostigamientos en zonas cercanas a las del predio en recuperación, fueron asociadas con los indígenas y aprovechadas para vincular al movimiento indígena con los guerrilleros, poniendo en peligro la vida de dirigentes y comuneros.

 

Los indígenas afirman, y han realizado acciones concordantes con esta posición, su voluntad de un diálogo serio, franco y claro que conduzca a una solución definitiva de esta tensa situación y respete sus derechos humanos y el derecho internacional humanitario.

Los propósitos y acciones de la comunidad indígena Páez son claros, “porque la libertad de la tierra es la dignidad de los pueblos y porque defender la vida es liberar los territorios para todos los seres vivos y para sus pueblos. Recuperamos “La Emperatriz” y convocamos a los pueblos de Colombia y del mundo a acompañarnos y a caminar la palabra del mandato del Congreso Indígena y Popular”

 

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