El presidente de la República y otros importantes representantes del alto gobierno, como el ministro de Comercio Exterior, Jorge Humberto Botero, y el jefe del equipo negociador del TLC, Hernando José Gómez, han prometido que un buen tratado será la solución a los problemas de pobreza y desempleo que agobian al país. Afirma el negociador Gómez que “sería muy costoso no firmar” y que conociendo los tratados que en la región ha firmado Estados Unidos considera que lo hasta ahora negociado es bueno para Colombia e “interesante para las partes”.

 

Pero el futuro anunciado a los colombianos no pinta tan halagüeño como lo ha prometido el régimen uribista. El Departamento Nacional de Planeación (DNP) ha señalado que Estados Unidos no abrirá tanto su mercado, situación que ya ha sucedido con los TLC que ha firmado con Chile, Singapur, México y Canadá, países que han cedido mucho más de lo que lo ha hecho la potencia de Norteamérica; y que las consecuencias sobre el ingreso y la pobreza en el país no tendrán el efecto tan promocionado por los funcionarios estatales: el bienestar de los colombianos (nivel de consumo) apenas se incrementará 0.32 por ciento y el aumento de la producción nacional será de un pobre 0.15 por ciento. Otro estudio del mismo DNP señala que los puestos de trabajo que se generen con el TLC incrementarán el empleo informal y disminuirá el asalariado, en un país donde la informalidad está creciendo hasta el punto que de cada diez empleos, seis son informales.

 

Lo sucedido en México es paradigmático: el TLCAN no ha ayudado a que la economía azteca solucione el problema del creciente desempleo; en el sector agropecuario se han perdido 1.3 millones de puestos de trabajo, los salarios se han depreciado y tampoco ha logrado detener la intensa emigración de pobres hacia Estados Unidos, que por el contrario ha aumentado. (Octubre 13 de 2005)

 

TLC inconstitucional

 

El gobierno de Álvaro Uribe Vélez viene negociando el TLC por fuera del marco jurídico que le impone la Constitución Nacional, en su afán por lograr un acuerdo “rapidito” que satisfaga ampliamente las pretensiones estadounidenses.

 

En medicamentos Estados Unidos pretende que Colombia no importe materias primas para la producción de medicamentos genéricos y en el tema agropecuario se le exige al país eliminar sus exiguos aranceles, mientras los agricultores gringos siguen recibiendo multimillonarios subsidios.

 

De esta manera el régimen uribista se está llevando por delante el mandato constitucional que le ordena equidad, reciprocidad y conveniencia nacional al promover la internacionalización de las relaciones económicas del país, violenta de manera flagrante el derecho a la vida y a la salud, y atenta contra el deber que tiene el Estado de proteger la producción de alimentos para sus nacionales. Todos estos hechos están configurando el delito de traición a la Patria. Por eso es que las voces de rechazo contra el TLC suben cada día más de tono y se escuchan desde los más diversos sectores como lo hicieron sentir las multitudinarias manifestaciones del pasado 12 de octubre, especialmente la minga indígena que recorrió vías del viejo Caldas y que la torpe represión gubernamental pretendió impedir, causando la muerte del indígena Marcos Soto. (Octubre 13 de 2005)

 

Empresarios aumentan su desconfianza en el TLC

 

El anuncio de Uribe Vélez de firmar a cualquier costo el TLC con Estados Unidos, ha aumentado la preocupación de importantes sectores empresariales que habían estado acompañando al gobierno en el llamado “cuarto de al lado”.

 

Ante la próxima ronda de negociaciones del 18 al 21 de octubre en Washington, donde se tratarán temas tan importantes como el de agricultura y el de medicamentos, diversas voces han señalado que la debilidad gubernamental le llevará a hacer más concesiones de las que hasta ahora ha hecho. Luis Eduardo Quintero de Fenalce ha denunciado que con el maíz el gremio cerealero ya perdió, pues con la oferta colombiana Estados Unidos se convertirá en el único proveedor del grano. Jaime Niño Díez, de la Comisión Nacional de Televisión, rechazó el anuncio del Ministro de Comercio Exterior de ceder en la cuota de pantalla de la televisión nacional, desmintiendo de paso a Hernando José Gómez quien ha sostenido que “en el tema de la televisión estamos trabajando de la mano con la Comisión Nacional de Televisión”. En el asunto de los medicamentos genéricos se han denunciado presiones desde el alto gobierno que terminarán en nuevas concesiones con el consecuente aumento en la tasa de mortalidad.

 

En la recta final de la oprobiosa ruta de la negociación del TLC el gobierno ha anunciado que todas las decisiones serán de carácter político. Pero en el afán del Presidente por firmar el nefasto tratado, ¿se está defendiendo verdaderamente el interés nacional? ¡Los hechos dicen que no! (Octubre 13 de 2005)

 

Una educación adaptada al TLC

 

Un país que firma un tratado que está por encima de su Constitución Nacional y con el cual renuncia a toda posibilidad de un desarrollo económico autónomo tiene la necesidad de adaptar todo su aparato educativo al servicio  de dicho tratado.

 

Pese a que la ministra del ramo, Cecilia María Vélez W., había venido sosteniendo que la educación no era materia de negociación en el TLC, en los días previos a la última ronda de Cartagena el Gobierno tuvo que reconocer que ese servicio sí hacía parte de las negociaciones.

 

Todas las reformas que se le han introducido al sistema educativo colombiano en sus diversos niveles, sirven a los intereses del imperio norteamericano en el marco del TLC: las llamadas competencias básicas y laborales, el olvido de nuestra propia historia patria reemplazada ahora por unas nebulosas competencias ciudadanas, las diversas reformas universitarias, la adopción del constructivismo como paradigma pedagógico, el arrasamiento de los derechos laborales y políticos de los educadores, la pérdida de su carácter profesional, etc; toda esa reforma le asegura al TLC una mano de obra barata, medianamente capacitada, abundante, sin derechos políticos, y sometida a la más oprobiosa flexibilidad laboral.

 

Además el llamado comercio transfronterizo, aprovechándose de los portentosos avances tecnológicos logrados en la Internet de banda ancha, los satélites geoestacionarios, las telecomunicaciones inalámbricas y el recientemente desarrollado computador personal de muy bajo costo, garantiza que el servicio educativo pueda ser llevado por un prestador extranjero sin que las fronteras nacionales se conviertan en un obstáculo insuperable, convirtiendo el aprendizaje en un ejercicio individual donde cada uno construye su propio conocimiento, y de paso hace añicos toda la estructura del aparato educativo de la Nación.

 

Ese es el tipo de educación a la que aspira la mal llamada Revolución Educativa de Álvaro Uribe Vélez: una educación pobre, para un país cada vez más pobre. (Octubre 18 de 2005).

 

 

Para conocer más acerca sobre el Tratado de Libre Comercio, pueden contactarse con la Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio y el ALCA al correo: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. ó consulte la Página Web: www.recalca.org.co
Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar