Edward S. Curtis es el fotógrafo estadounidense, al cual se le debe el registro gráfico de los pueblos indígenas norteamericanos del siglo XIX. Su creación se ha convertido en un documento para conocer las costumbres de la vida tribal indígena de Estados Unidos y Canadá. Su obra fotográfica ha recorrido en las últimas semanas los países latinoamericanos. Desde el pasado 7 de noviembre se encuentra  en la sala de exposiciones del Centro Colombia Americano en Bogotá, Colombia. El trabajo de Curtis evidencia la diversidad étnica y cultural de los pueblos ancestrales de Norteamérica.

Dos exposiciones idénticas, cada una con sesenta fotografías y una película del documentalista  Anne Makepeace sobre la obra de Curtis, están recorriendo las ciudades capitales de Latinoamérica, con el fin de  ilustrar la diversidad de las tribus indígenas del norte del continente. Las fotografías provienen del archivo y la colección personal de Christopher Cardozo, reconocido como uno de los principales expertos sobre Curtis, de quien ha escrito seis libros; además es el fundador  y presidente de la Fundación Edward S. Curtis. Los organizadores de este periplo artístico, desean crear un espacio de interacción y diálogo entre las distintas poblaciones del sur del Continente.

Estas muestras fotográficas se inauguraron simultáneamente en Guatemala y Argentina, pero durante los meses de octubre y noviembre recorrerán Venezuela, Honduras, Nicaragua, Chile, Paraguay y Colombia. Precisamente en Colombia, las personas interesadas podrán deleitarse con las fotografías de Curtis en el Centro Colombo Americano, sede Bogotá.

Etnógrafo de Norteamérica

Edward S. Curtis, inició su labor gráfica antes de 1900 con los indígenas de la costa noroccidental del Pacífico, por  tener una cultura material elaborada y refinada. En esta región, Curtis frecuentemente utilizó los fondos de los bosques, los ríos y valles propios del entorno.  Posteriormente se dedicó a explorar con su cámara fotográfica la llanura estadounidense, donde presenció una de las últimas representaciones de la danza del sol y según el servicio noticioso del Departamento de Estado norteamericano, presenciando este ritual fue cuando el fotógrafo gestó su idea de crear la empresa foto-etnográfica a la que se dedicaría por el resto de su vida.

Para finalizar sus treinta años de vida profesional, Curtis fotografió los indígenas Hopis, Navajos y Apaches del sudoeste, quienes principalmente vivían en Arizona, Texas, California y el Norte de México. En estos pueblos, encontró que sus habitantes tenían muy arraigadas las costumbres y prácticas religiosas ancestrales y que sus manifestaciones físicas y metafísicas constituían la esencia, historia, tradición y  creencias.

La labor de Curtis al registrar la vida cotidiana de los primero pueblos de Norteamérica, lo convierte en uno de los etnógrafos y fotógrafos más importantes de la historia contemporánea.

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