El 5 de marzo, Juan Ramírez Villamizar, ex gobernador indígena del resguardo Makaguan de Caño Claro (Arauca) fue asesinado por las FARC en el momento en el que regresaba de Tame a su comunidad.  Varios guerrilleros lo interceptaron y lo amenazaron por no acatar la orden de paro, decretada por las FARC desde el pasado 28 de febrero en todo el departamento de Arauca.

 

El martes 7 de marzo, la etnoeducadora Luz Marina Farias, al tener conocimiento de estos hechos emprendió la búsqueda del cadáver de su esposo, el cual fue encontrado con tres disparos en la cabeza  en el lugar conocido como Quenane. Cuando Luz Miriam y sus acompañantes iban de regreso a Tame con el cadáver de Juan, se encontraron con un retén de las FARC ubicado a treinta kilómetros de Tame. Allí los guerrilleros obligaron a la etnoeducadora a bajar del vehículo y le propinaron dos disparos en la cabeza, causándole la muerte.

 

Juan Ramírez ocupó el cargo de gobernador del resguardo Makaguan hace tres años y actualmente se desempeñaba como promotor de salud de su comunidad, Luz Marina era una etnoeducadora del mismo resguardo. Según la información suministrada por la coordinación de asuntos indígenas del municipio de Arauca, los dos indígenas no habían recibido amenazas de ningún tipo y no encuentran un argumento coherente para explicar los hechos ocurridos, pues los indígenas apenas estaban empezando su proceso de liderazgo al interior del pueblo Makaguan.

 

Al parecer, el asesinato de los indígenas se produjo por el no acatamiento del paro armado en el departamento de Arauca, el cual  fue decretado por el Frente 10 de las FARC sobre la zona petrolera y limítrofe con Venezuela. Según un comunicado difundido por la organización guerrillera el objetivo del paro fue protestar en contra de la reelección del presidente Alvaro Uribe, de la firma del Tratado de Libre Comercio y de la permanencia de grupos paramilitares.

 

En este momento y como consecuencia de las acciones de las FARC, las comunidades indígenas de las zonas rurales del departamento se encuentran incomunicadas con los cascos rurales, lo cual hace prever que la situación de orden público puede ser mucho más compleja de lo que se cree. El paro armado hace parte de una estrategia mucho más amplia de la guerrilla de las FARC, que incluyó el bloqueo de  los departamentos de Putumayo, Huila, Caquetá, Cauca y Nariño durante este primer trimestre del año.

 

En el día de ayer, la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos condenó a las FARC-EP por el asesinato de los indígenas de Arauca y les reiteró a las FARC-EP, “que atentar contra la vida de civiles es una conducta prohibida por el derecho internacional humanitario, normativa a cuyo cumplimiento están obligados todos los que participan directamente en las hostilidades.

 

En el mismo comunicado, la Oficina del Alto Comisionado, recordó que en el último informe sobre Colombia, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Louise Arbour, manifestó su preocupación por la situación de extrema vulnerabilidad  que padecen los grupos étnicos colombianos, víctimas de constantes ataques por parte de grupos armados ilegales. En el mismo informe la Alta Comisionada instó a las FARC-EP y a los demás grupos armados ilegales a abstenerse en todo momento de ataques contra la población civil”.

 

Luis Carlos Osorio, Director de la Fundación Hemera, agregó que esta violación es mucho más grave, porque se atenta contra personas protegidas, dada su condición de líder y autoridad de una comunidad, en un caso, y maestra, en el otro. “Peor aún es el desconocimiento que esta organización armada hace de la autonomía que tienen los pueblos indígenas para organizar y manejar sus territorios. La ejecución extrajudicial de estos líderes indígenas, además de desafiar la seguridad democrática del estado colombiano, es un claro desafío a los pueblos indígenas, que de tiempo atrás han reclamado de guerrillas, paramilitares y aún del propio estado, el retiro de las acciones armadas de sus territorios”.

 

Los pueblos indígenas que habitan en el departamento de Arauca son los Hitnu (Makaguane),  Chiricoa, Guahibos, Sikuanis y Betoyes. Durante el 2005 estos pueblos indígenas fueron víctimas de homicidios, secuestros y desplazamientos causados por los constantes enfrentamientos entre el Ejército y la guerrilla de las FARC.

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