Redacción Actualidad Etnica

Bogotá. Febrero 17 de 2006.

 

Por Claudia Grajales

 

“Si nos callan, ya está dicho; si nos callan, ya está en sus manos”, fue el mensaje de los kankuamos a las organizaciones sociales y de derechos humanos que atendieron su llamado para compartir estrategias de auto-protección colectiva para este pueblo indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta, fuertemente afectado por la guerra.

 

Con ello se inicia un proceso que puede ponerlos en mayor riesgo, pero también contribuirá a la defensa de su pueblo “pues ya es hora de que en Colombia y el mundo se den cuenta de lo que está pasando en la Sierra”.

 

A la reunión, realizada en Bogotá el pasado 14 de febrero, asistieron distintas organizaciones sociales y de derechos humanos y el Periódico Actualidad Étnica. Se necesitará del apoyo de todos para hacer un seguimiento del documento, “especialmente en lo que tiene que ver con las medidas cautelares y provisionales y a la posible desmovilización de los paramilitares ubicados en esta zona”, dijo uno de sus líderes desplazado en Bogotá.

 

Similar compromiso asumirán quienes decidan hacer parte de la Mesa de Acompañamiento al Pueblo Kankuamo, que espera congregar a distintas personas y entidades que han acompañado la lucha de los pueblos indígenas de Colombia, el próximo 9 de marzo,  

 

Autoprotección: armonía entre territorio y cultura

 

Antes de presentar un documento borrador que condensa los principales pensamientos que han desarrollado sobre el tema, Jaime Enrique Arias, miembro del Cabildo Gobernador Kankuamo hizo una reflexión acerca del camino recorrido por su pueblo para llegar a una propuesta que, esperan, sea la carta de navegación de los kankuamos. “Este es un documento construido en los dos últimos años y surge de la necesidad de crear mecanismos de protección propia y tener una respuesta a las violaciones de los derechos humanos”.

 

El documento cuenta además con el aval del tercer congreso del pueblo kankuamo, que se realizó en junio del 2005, diez años después del último encuentro. “Debido al conflicto, los kankuamos no nos habíamos vuelto a reunir, hubo una ruptura entre la población que se quedó en el resguardo y quienes tuvieron que desplazarse. Por esa razón, en medio de esa gran asamblea y con la convicción de que teníamos que hacer algo, se dio el mandato concreto de formular propuestas desde nuestra realidad. Así nace documento”.

 

“A veces con sus opiniones y a veces con su silencio”, los indígenas kankuamos han venido reflexionado entorno a la difícil situación por la que atraviesa su pueblo, y es precisamente en el seno de su comunidad en donde han encontrado los alternativas para hacer frente a las problemáticas que los afectan.

 

La consolidación de la visión de ordenamiento territorial ancestral del pueblo indígena kankuamo y el fortalecimiento del gobierno y la justicia propia, por medio del afianzamiento de los mayores y los semaneros, son las estrategias utilizadas por los kankuamos para crear mecanismos colectivos de autoprotección acordes a sus principios culturales y a su Ley de Origen, para crear un sistema que tenga en cuenta “la relación sagrada que existe entre el territorio y la cultura”.

 

Según Arias, si se interioriza que la Ley de Origen es fundamentalmente una relación de equilibrio y armonía puede entenderse que de allí desprenden todos los mecanismos de autoprotección. 

 

En ese orden de ideas, el ordenamiento territorial se basa en criterios que integran lo cultural y lo político. Según los kankuamos esta relación es la máxima connotación ancestral de su pueblo, pues “el significado profundo y la explicación de la integralidad se resume en un eje básico para el hombre: la vida. Todos los elementos del territorio son portadores de vida y se constituyen en principio de vida entre todo lo existente, vistos desde el orden social y político, como también desde la visualización profunda del pensamiento y del espíritu. El territorio es donde están escritas las Leyes y la Historia sin las cuales no seríamos pueblos con culturas diferentes”.

 

Sin desconocer que hacen parte de un estado social de derecho y sin desechar los avances en esa dirección, los kankuamos entienden la gobernabilidad como “el desarrollo de nuestra propia capacidad de ejercer dominio en nuestro territorio y ejercer las funciones del poder político en la forma como ancestralmente quedó organizado para nosotros”.

 

Para lograr este propósito, es imprescindible recuperar figuras e instancias de la autoridad propia como los Maku (Mamos), los Mayores y los Semaneros. Los primeros son quienes tienen la responsabilidad de trazar los destinos de un pueblo de acuerdo a la Ley de Origen, Ley de Sé y teniendo en cuenta las decisiones que se toman al interior de cada una de las comunidades (ezwana) que conforman el pueblo. Los semaneros son unos verdaderos baluartes de la resistencia civil, un mecanismo de la protección propio de los kankumaos frente al conflicto armado, que funciona como una “instancia autónoma y civil encargada del control social y de la vigilancia de nuestro territorio y se nuestra gente, señala el documento.

 

Según los kankuamos, la implementación de estas estrategias permitirá la creación y consolidación de mecanismos de autoprotección para un pueblo que ha recibido todo el impacto del conflicto social y armado del país. En menos de cuatro años han sido asesinados más de 300 miembros de su comunidad, 400 familias han sido desplazadas, 180 mujeres han quedado viudas y 600 niños huérfanos. Por esa razón, al parecer, “ser kankuamo es peligroso”.

 

No obstante, los kankuamos no desfallecen en su lucha por el respeto a su cultura y el desarrollo de su autonomía en su territorio. El documento es un primer paso para alcanzar este fin, un ejercicio de muchas horas de reflexión “…al interior de nuestras casas ceremoniales, alrededor del fogón, unas veces solos y otras veces orientados por nuestros mamos…”  La redacción del documento, incluso representó un reto porque en los pueblos indígenas predomina la tradición oral, “a veces lo que pensamos es difícil que lo podamos plantear por escrito, pero hicimos ese ejercicio”, dijo José[1], otro de los de los más de 20 kankuamos desplazados que viven en la Bogotá.

 

La Sierra Nevada de Santa Marta es un lugar que debe ser declarado como territorio sagrado y de respeto, pero hoy por hoy es escenario de la barbaridad, de los más cruentos enfrentamientos, masacres, asesinatos selectivos, confinamientos, desplazamientos y el arrasamiento de los recursos naturales, dijeron estos hombres y mujeres vestidos siempre de un blanco que revela la claridad de su espíritu.



[1] Por razones de seguridad se cambió el nombre.

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