“El largo camino recorrido por los pueblos indÃgenas del mundo para ser escuchados, reconocidos y respetados por los Estados, posiblemente está llegando a su punto más importante. Con razón las abuelas y los abuelos, constantemente hablan de “caminos llanos y caminos planos, caminos blancos y caminos amarillosâ€. Hablar del Nuevo Sol, del nuevo Pachakutik y del nuevo Baqtun, también son nuevos retos para todos aquellos que seguimos sus pasos por instaurar una nueva nación con justicia social e igualdad de condicionesâ€, nos dice Kajkoj Ba Tiul en su artÃculo “Los pueblos indÃgenas del mundo: Nuevo triunfo para nuevos retosâ€. Compartimos esta importante reflexión sobre el acontecer de las comunidades indÃgenas del planeta, a los ojos de Kajkoj Ba Tiul, un Maya Poqomchi de Guatemala, antropólogo y analista desde la visión indÃgena.
Los pueblos indÃgenas del mundo: Nuevo triunfo para nuevos retos
El largo camino recorrido por los pueblos indÃgenas del mundo para ser escuchados, reconocidos y respetados por los Estados, posiblemente está llegando a su punto más importante. Con razón las abuelas y los abuelos, constantemente hablan de “caminos llanos y caminos planos, caminos blancos y caminos amarillosâ€. Hablar del Nuevo Sol, del nuevo Pachakutik y del nuevo Baqtun, también son nuevos retos para todos aquellos que seguimos sus pasos por instaurar una nueva nación con justicia social e igualdad de condiciones. A este nuevo reto se nos suma, la construcción de Estados Nacionales que se refundan tomando en cuenta las demandas de los más pobres y de los más excluidos de nuestros territorios, camino que se fortalece con la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos IndÃgenas, por el Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Un largo camino
La voz y el sufrimiento de aproximadamente, de más de 370 millones de indÃgenas en aproximadamente 70 paÃses en todo el mundo, nuevamente fue escuchado por los miembros del Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Este largo camino, inicia en el año de 1923, cuando el Jefe de Haudenosaunee Deskaheh viajó a Ginebra para hablar a la Sociedad de las Naciones y defender el derecho de su pueblo de vivir conforme a sus propias leyes, en su propia tierra y bajo su propia fe. Aunque no le fue permitido tomar la palabra, regresó a su pueblo en 1924, y su visión alimentó a las generaciones que siguieron su lucha y su combatividad.
Por el incumplimiento del Tratado de Waitangi (Nueva Zelandia) de 1840), que garantizaba a los indÃgenas maorìes la propiedad de sus tierra, T.W. Rtatana, realiza un viaje a Londres para pedir ayuda al Rey Jorge, pero al igual que al Jefe Deskaheh, se le niega el acceso y no se le escucha. En 1925, viaja Ginebra en donde recibe el mismo trato por la Sociedad de Naciones. Es en este momento cuando la OIT, inicia una investigación sobre trabajos forzosos utilizando la experiencia de poblaciones nativas.
La OIT, en 1957, aprueba el primer instrumento jurÃdico internacional sobre pueblos indÃgenas conocido como el Convenio 107, que luego será reformulado y sustituido por el convenio 169 de 1989.
En plena guerra frÃa, cuando las acciones de la Doctrina de Seguridad Nacional impulsada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos y apoyado por los Estados dictatoriales y militaristas de nuestro continente y en respuesta de los informes de diferentes relatores, observadores y comisiones de organismos internacionales, principales de la ONU, la Subcomisión de Prevención de Discriminación y Protección a las MinorÃas, recomienda la elaboración de un amplio estudio sobre la situación de los pueblos indÃgenas, y en 1971, se nombra al Señor José Martines Cobo como Relator espacial para este trabajo. Como reacción a la presentación paulatina de estos informes, se comienza a prestar atención a la situación de los pueblos indÃgenas. En 1977, se lleva a cabo la Conferencia de organizaciones no gubernamentales sobre la discriminación contra los pueblos indÃgenas, alrededor de 200 delegados indÃgenas de todo el mundo viajan a Ginebra. A algunos indÃgenas se les estaba negando el ingreso a la sede de las Naciones Unidas, pero sus tenacidad y valentÃa, se han arreglos especiales para que pudieran participar.
De 1981 a 1984, el Sr. MartÃnez Cobo, presenta su informe consistente en cinco volúmenes, haciendo un llamado a la comunidad internacional para que actúe con decisión en nombre de los pueblos indÃgenas. Adicionalmente al proceso de investigación del Sr. MartÃnez Cobo, en 1982, con Consejo Económico y Social, crea el Grupo de Trabajo sobre Poblaciones IndÃgenas, como órgano subsidiario de la Subcomisión, con el mandato de examinar los acontecimiento relativos a la promoción y protección de los derechos humanos y libertades fundamentales de los pueblos indÃgenas, prestando especial atención a la evolución de las normas relativas a estos derechos. Se hacen arreglos para que representantes indÃgenas puedan participar en las sesiones de los grupos de trabajo. Es en este momento cuando se comienza a discutir los primeros textos de lo que durante mucho tiempo se llamará “Proyecto de Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos IndÃgenasâ€.
Posteriormente y con las movilizaciones de los movimientos indÃgenas en América Latina en contra de la celebración de los 500 años de invasión extranjera, en 1993, las Naciones Unidas proclaman el Año Internacional de las Poblaciones IndÃgenas del Mundo, que tenia como objetivo fortalecer la cooperación internacional para la solución de los problemas con que se enfrentan las comunidades indÃgenas en materia de derechos humanos, medio ambiente, desarrollo, educación y salud.
La Asamblea General de las Naciones Unidas proclama en 1991 el Primer Decenio Internacional de las Poblaciones IndÃgenas del Mundo (1995-2004), siendo uno de los objetivos principales, el establecimiento de un foro permanente para los pueblos indÃgenas, el monitoreo de la cooperación internacional para las cuestiones indÃgenas y que los Estados pusieran todo su esfuerzo en cumplir con las demandas de los pueblos indÃgenas. Este escenario permite la participación indÃgena en diferentes confererencias como: la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Ambiente y el Desarrollo (Cumbre de la Tierra), realizado en RÃo de Janeiro en 1992; la Conferencia Mundial sobre Mujeres, realizado en PekÃn en 1995; y la Cumbre Social en 1996. Los pueblos indÃgenas también han participado activamente en la Conferencia Mundial contra el Racismo en el 2001, realizado en Durban, Sudáfrica.
Al finalizar la primera década en el año 2004, se realizaron importantes reuniones de evaluación, tanto nacionales como internacionales, y casi la mayorÃa de los movimientos indÃgenas, apuntaban a que habÃa sido un fracaso, porque el avance en materia de pueblos indÃgenas tanto en el seno de las Naciones Unidas como en los diferente Estados no solo era lento, sino muy paternalista y cooptadota hacia los pueblos indÃgenas. De esta manera, algunos estaban en contra de otra década más y algunos a favor, pero a finales del año 2004 las Naciones Unidas, declaran otra nueva década, retomando los objetivos principales de la primera década y poniendo como su principal objetivo la aprobación del Proyecto de Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos IndÃgenas.
En mayo, en la Quinta reunión del Foro Permanente sobre las Cuestiones IndÃgenas, al hablar de redefinición de los objetivos del milenio, los y las participantes indÃgenas urgieron a la presidencia del Foro, para que exigiera no solo la redefinición de los objetivos del milenio desde la visión de los pueblos indÃgenas, sino también la aprobación inmediata del Proyecto de Declaración.
El dÃa 29 de junio, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, aprueba y adopta con treinta votos a favor, doce abstenciones (entre ellas Argentina) y dos en contra (Canadá y Rusia), la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos IndÃgenas. Faltando que el texto sea enviado para su adopción final a la Asamblea General de la ONU, cuya próxima reunión será a finales de este año.
Hasta aquà ha llegado la historia iniciada en 1923, aunque es un triunfo, falta mucho camino que recorrer, por eso se convierte en un nuevo reto, porque faltan las reacciones de los Estados que no forman parte del Consejo de Derechos Humanos. Por eso, en la Asamblea podrÃa ser adoptada por aclamación (consenso), lo que hasta ahora es poco creÃble por la oposición que han mostrado las grandes potencias, principalmente Estados Unidos, Canadá, Australia, entre otros. Además, porque esta situación exige un articulación de los movimientos indÃgenas no solo del mundo, sino de las Naciones, para iniciar sesiones de debate, movilizaciones, etc., para exigir a los paÃses la adopción de medidas desde la visión de los pueblos indÃgenas.
Por las nuevas generaciones
Con la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos IndÃgenas, por parte del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, solamente un nuevo paso para el reconocimiento y posterior demanda y exigencia de los derechos de los pueblos indÃgenas.
La Declaración afirma que los pueblos indÃgenas tienen el derecho, como colectivos o como individuos, al goce y disfrute de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidas por los instrumentos que en materia de derechos humanos de las Naciones Unidas, principalmente lo concerniente a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Con la aprobación de la Declaración, se avanza un paso más para el reconocimiento de la autodeterminación de los pueblos indÃgenas, para preservar y fortalecer sus diferentes instituciones polÃticas, legales, económicas, sociales y culturales. Este derecho es importante para que los pueblos indÃgenas decidan por ellos mismos, por un programa de desarrollo desde su propia visión económica, social, cultural y polÃtica y decir que siguen la vida económica, social y cultural impuesta por sus propios paÃses.
Dentro de este análisis, cabe citar, algunas partes texto del Caucus indÃgena: En nombre del Caucus indÃgena, queremos expresar nuestra emoción más profunda sobre la adopción de la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos IndÃgenas. Además reconoce que ha sido un camino arduo, en donde nunca perdieron la esperanza, porque confiaron en su capacidad y sus posiciones se mantuvieron consecuentes con el derecho internacional. Por otro lado, educar a la comunidad internacional sobre el estatus, los derechos y las condiciones de vida de los pueblos indÃgenas fue importante.
Aunque se comprometen a hacer este mismo esfuerzo en el Foro Permanente, manifiestan que el verdadero logro de la Declaración, será la manera en que los pueblos indÃgenas del mundo, en colaboración con los Estados, darán vida a las demandas, pero esta prueba se manifestará con el impacto que ocasione en la vida diaria de los pueblos indÃgenas.
Por otro lado el Caucus manifiesta que el reconocimiento del carácter especÃfico y fundamental de los derechos humanos individuales y colectivos es importante, en su implementación en el ámbito de las comunidades, lo que tendrá un impacto y dará a nuestros niños la esperanza de un futuro en el que a sus vidas e identidades serán respetadas.
Al final expresan su aspiración que como Pueblos IndÃgenas tienen, por una armonÃa de acuerdo a la naturaleza y tener la esperanza de que el futuro como pueblos indÃgenas y Estados se encontraran para hacer posible una contribución positiva a la humanidad.
Por qué un triunfo se convierte en un reto
No hay que perder de vista que una Declaración en el marco internacional y sobre todo en el marco de las Naciones Unidas, es un documento firmado por los Estados declarando sus buenas intenciones para corregir el camino y en este caso para lograr que su normativa se adecue a la evolución del momento. No es un documento coercitivo, aunque quienes estuvieron a favor reconocen la situación paupérrima en que viven millones y millones de indÃgenas en el mundo.
Por otro lado, la Declaración fue aprobado por el Consejo de Derechos Humanos, ahora falta el otro paso y mucho más difÃcil y es la aprobación final y su adopción por la Asamblea General, que como habÃamos dicho antes, se necesita de los votos de aquellos Estados que siempre se han opuesto al derecho a la autodeterminación de los Pueblos IndÃgenas. Sobre todo aquellos Estados que como Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Australia, tienen interés en seguir explotando los recursos naturales que hay en territorios indÃgenas.
Entonces se convierte en un Reto, porque si fuera adoptada la Asamblea General, esta para su cumplimiento dentro de los Estados nacionales, se requiere de transformaciones legales o procesos de refundación de los Estados, en beneficio de los de abajo, es decir de los más pobres y extremadamente pobres, como es el caso de Guatemala, México, Perú, Bolivia, Ecuador, Chile, entre otros y en estos casos lo padecen los pueblos indÃgenas: kichwas, Quechuas, Aymaras, Mapuches, Guaranies, Mayas, entre otros.
Para que esto se pueda realizar, se necesita de un proceso de refundación de los movimientos indÃgenas, es decir, que se necesita por un lado de grandes movilizaciones sociales que puedan asumir el reto de discutir con el Estado, no en base a un proceso de diálogo folklòrico, como sucede en la mayorÃa de paÃses, en donde los interlocutores son un pequeño grupo de indÃgenas denominados “lideres o liderezasâ€. Entonces lo que se requiere urgentemente es la consolidación de proyectos polÃticos que no necesariamente serán partidos polÃticos, y que tengan como base las demandas indÃgenas y que ya la declaración nos da la razòn de seguir debatiéndolo no solo desde las polÃticas de reconocimientos sino desde el derecho histórico de la autonomÃa, autodeterminación, descolonización, etc., que va emparentado con el derecho a la utilización de los recursos en beneficio de las comunidades, pueblos y nacionalidades indÃgenas.
En conclusión, la aprobación de la Declaración, es un triunfo o una oportunidad, pero esta oportunidad, nos debe a llevar a analizar nuestras debilidades, para poder emprender un camino mucho más fuerte y decisivo a fin de transformar las estructuras tradicionales de los actuales Estados nacionales, en estructuras más humana y justa con visión indÃgena de la armonÃa, equilibrio y solidaridad.