PROYECTO DE ACUERDO “POR EL CUAL SE MODIFICA  EL ACUERDO  31 DE  1917, SE EXALTA  LA LABOR  DEL INDÍGENA  SAGIPA Y SE DICTAN OTRAS DISPOSICIONES”

 

 

ATI  QUIGUA

CONCEJAL DE BOGOTA

 

BOGOTA D.C. FEBRERO DEL 2006

 

EXPOSICION DE MOTIVOS

 

SUSTENTO JURÍDICO

 

CONSTITUCION POLITICA DE COLOMBIA

 

Artículo 7º. El estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana.

 

Con lo que sin duda se reconoce específicamente la protección de la identidad de cada uno de los grupos humanos y sus manifestaciones culturales conforme a razones antropológicas, circunstancias históricas y diferencias regionales.

 

Artículo 8º. Es obligación del Estado y de las personas proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación.

 

Sin lugar a dudas, el Articulo 8 de la Constitución Política es el sustento de la obligatoriedad que tenemos todos los colombianos de proteger nuestras riquezas culturales dentro de las cuales se encuentra el rescate de nuestra historia.

 

Artículo 72º. El patrimonio cultural de la Nación está bajo la protección del Estado. El patrimonio arqueológico y otros bienes culturales que conforman la identidad nacional, pertenecen a la Nación y son inalienables, inembargables e imprescriptibles. La ley establecerá los mecanismos para readquirirlos cuando se encuentren en manos de particulares y reglamentará los derechos especiales que pudieran tener los grupos étnicos asentados en territorios de riqueza arqueológica.

 

DECRETO LEY 1421 DE 1993

 

Con plena observancia de las atribuciones conferidas al Concejo de Bogotá, por el Decreto 1421 de Julio 21 de 1993, Por el cual se dicta el régimen especial para el Distrito Capital de Santa fe de Bogotá, es competencia de la corporación, regular la preservación y defensa del patrimonio cultural, tal y como lo establece el numeral 13 del Articulo 12 de dicho régimen.

 

ANTECEDENTES HISTORICOS

 

BOGOTA PRECOLOMBINA

 

Las investigaciones arqueológicas realizadas en el territorio muisca han demostrado que la Cultura Chibcha tiene aquí una antigüedad no inferior a 2.000 años, situando tentativamente el asentamiento de los Muiscas entre 310 y 1537 (fecha de llegada de los españoles).

 

No se tiene certeza de la totalidad de la población Chibcha; las investigaciones adelantadas afirman que esta ascendía entre los 2 millones 300 mil habitantes y los 300 mil habitantes; En cualquiera de los casos esta población hacia que la zona del altiplano cundiboyasense fuera la zona mas densamente poblada del todo el territorio colombiano de hoy.

 

La población se distribuía desde los alrededores de Fusagasuga hacia los 4 grados de latitud norte y llegaba hasta las comarcas de los Guanines, en los contornos del actual San Gil. La extensión del territorio Chibcha se calcula en 30 mil kilómetros cuadrados. La Sabana de Bogotá con sus 150 mil hectáreas fue el asiento de la más poderosa de las organizaciones chibchas o Muiscas.

  

 

2. LOS MUISCAS

  

 Antes de la llegada del Fundador Gonzalo Jiménez de Quesada en 1538, Bogotá estaba habitada por la cultura Chibcha o Muisca, cuyos habitantes fueron llamados Muisca, Moxca o Mosca por los conquistadores (se trata de un vocablo Chibcha que significa hombre o persona), se extendían sobre las cuencas hidrográficas de los ríos Suárez, hacia el occidente; Funza – Bogotá (vocablo de cual también se especula que viene del término Bacata, que significa final de los campos; y otros dicen que viene de Bogote que era uno de los títulos dados al Zipa), hacia el sur; Garagoa y Lengupa, Hacia el oriente y Chicamocha, afluente del Suárez, hacia el noreste y norte.

 

Rodeando a los chibchas vivían tribus primitivas de cazadores y recolectores, culturalmente mucho más atrasados. Ocupaban las vertientes que desde el territorio Chibcha bajaban por el occidente al valle del Magdalena y por el levante a las llanuras orientales. Estas tribus constituían grupos independientes que mantenían continuas relaciones con los chibchas. Las de las vertientes que miran hacia el Magdalena eran de índole belicosa y muy celosas de su libertad e independencia. Sus relaciones con los chibchas eran ora acciones bélicas mediante invasiones de su territorio (especialmente los muzos y panches), o bien, comerciales, intercambiando el algodón silvestre y el oro en bruto por mantas, esmeraldas y artículos manufacturados de oro; pero más que todo por la sal, que los chibchas explotaban en las minas de Zipacon, Nemocon, Tausa y Sesquilé.

 

2.1. ORGANIZACIÓN POLITICA Y SOCIAL

 

En la cumbre de la escala estaba el Zipa, monarca absoluto, seguido por el estrato religioso de los jeques y mohanes (llamados sacerdotes en la actualidad). El tercer escalón lo ocuparon los guerreros o guechas. Estos eran los sectores improductivos mantenidos por los estratos sociales inferiores: los tributarios o pecheros Muiscas, integrados por artesanos, mercaderes, orfebres, tejedores, alfareros, campesinos y trabajadores de las minas de sal.

 

2.2. REGIMEN POLITICO MUISCA

  

La  cultura muisca a la llegada de los españoles constituía un Estado incipiente basado en federaciones de aldeas. Tenemos noticia de su organización socio – política a través de los escritos dejados por los cronistas, quienes presentan la población organizada en dos Cacicazgos principales: El Zipa en Bogotá y el Zaque en Tunja.

 

Los cacicazgos se basaban en sociedades estratificadas políticamente bajo jefes locales, en los cuales el cacique asumía ocasionalmente las funciones de jefe guerrero; así mismo, un cacique no era un gobernante arbitrario, debido al consenso que debe existir entre los que están en los niveles debajo de él; por ese consenso el cacique era reconocido como autoridad legitima, su poder era reconocido como legitimo y cualquier orden que fuera contra los intereses del resto de la sociedad encontraba oposición.

Cada uno de los caciques (Zipa y Zaque), luchaba por alcanzar la supremacía sobre el otro y para conquistar nuevas tierras, sometiendo otros pequeños cacicazgos, que a su vez trataban de mantener su independencia; El Bogotá era quien aparentemente estaba mas cerca de erigirse como suprema autoridad y dueño absoluto del pueblo y territorio Muisca.

 

Según la Etnohistoria Muisca, El cacique de Bogotá o Zipa tenia ciertos privilegios: Este ejercía un poder muy  amplio orientado por sus xeques y en, cierto grado, teocrático; era jefe único y tenia a su cargo la dirección de todos los negocios del Estado, tanto en tiempo de paz como de guerra; daba y hacia cumplir las leyes; se le obedecía y aun reverenciaba como si fuera  un dios y hasta los sacerdotes le estaban sometidos; igualmente, era el único que podía transportarse en andas y/o decidir quien y en que circunstancia podía hacer uso de estas en premio a sus servicios.

 

Así mismo los indios pertenecientes a las capitanías del Zipa, tengan obligación de hacer las labranzas, cercado y casas de su cacique, como también pagarle tributos ordinarios que hacían muchas veces al año y otros donativos sin numero, eran absolutos y disolutos dueños de las haciendas y vidas de sus vasallos;  estos tributos pagaban en matas y oro especialmente. Es así como el Zipa aparece como un redistribuidor que retiene parte de la producción y la almacena por largos periodos, igualmente puede verse que la contribución no es voluntaria sino que esta sujeta a tasas establecidas, lo cual según Harris caracteriza el Estado propiamente dicho.

 

La forma de heredar tanto caciques como capitanes era por línea materna, es decir sucedía el sobrino mayor hijo de la hermana; cuando faltaba el sobrino heredaba el hermano mayor de edad; si el cacique no tenía hermano antes de su muerte podía nombrar heredero sacado de otras familias o pueblos Muiscas, siendo acogida con gusto su decisión.

 

No obstante lo anterior, según un estudio adelantado por Silyva Broadbent en 1968, se deduce que entre los Muiscas coexistían tanto la matrilocalidad como la patrilocalidad; sin hacer una estadística exhaustiva parece que predominaba la patrilocalidad; sin perjuicio de que los hombres salieran de sus aldeas y las mujeres asumieran el cuidado del patrimonio las mismas.

 

Los sucesores de caciques y capitanes recibían una educación especial ya que eran recluidos por espacio de 2 a 10 años en unos bohíos denominados “Cucas”; en donde recibían la educación especial para acceder a tal alta dignidad; cuando salían de allí se les preparaba una gran fiesta que era el inicio de su vida profesional.

 

Cuando se posesionaba como nuevo cacique, las fiestas duraban 16 días; acudían el Zipa y los principales de la región, quienes llevaban valiosas coronas de oro adornadas con caricuries de Santa Marta, hechas para tal ocasión, engalanados con orejeras y narigueras de oro, chágualas en el pecho y medias lunas en la frente, de las cuales regalaban también al cacique, quien era vestido por los caballeros

 

El Zipa debía confirmar a todos los caciques de la región de Bogotá, por esto iban donde él para que los reconociese y luego volvían a su pueblo donde sus vasallos lo esperaban con grandes presentes para así todos juntos agradecer los favores del Zipa; luego de todo esto podían entrar en posesión de su Estado a la muerte de su tío.

 

2.3. CACIQUE SAGIPA

 

Según las crónicas y en especial las de Fray Pedro Simón; a nuestros días tenemos conocimiento de que el último Cacique Muisca a la llegada de los conquistadores españoles fue el cacique Sagipa.

 

2.3.1. SAGIPA

 

Huyendo de los conquistadores se refugio Tisquesusa, soberano indígena, a inmediaciones de Facatativa, donde murió a un golpe de ballesta, dado por el oscuro soldado Alonso Domínguez.

Desde aquel día la raza Chibcha, sojuzgada por la española, fue degenerando en número y en fuerzas; dominada por las armas, privada de cargos militares y civiles, excluida de los santuarios religiosos, quedo viviendo en servidumbre, trabajando en el comercio y en la industria para enriquecer a los conquistadores. Perdió pronto su religión, su idioma y su nombre, los tres lazos más fuertes de una nacionalidad y careciendo de cultivo su inteligencia, sin conciencia de su fuerza, humillada hasta el servilismo, vegeto en el mismo territorio que la había pertenecido, en condición muy semejante a la esclavitud.

 

2.3.4.1. PERFIL POLITICO DE SAGIPA

 

Muy pronto surgió un nuevo Zipa entre los indios. Se trataba de Sagipa o Saxagipa, que significas en lengua Chibcha “¿si no es el jefe, entonces quien?” El cual, de acuerdo con los cronistas, fue elegido por haber sido el principal lugarteniente de Tisquesusa. Sagipa se mostró no menos beligerante que su antecesor e inauguro una guerra de guerrillas que si bien no ocasiono bajas en el ejército cristiano, fue un elemento de inquietud que impedía la total sujeción de los aborígenes a los invasores.

 

Según el autor Juan Friede en su obra Gonzalo Jiménez de Quesada a través de Documentos Históricos, tras la muerte de Tisquesusa, Jiménez de Quesada reunió a los caciques amigos en una especie de asamblea a la cual asistió el cacique de Chía, quien reclamaba el titulo de Zipa de Bogotá, porque según las leyes hereditarias de los chibchas le  correspondía la sucesión del zipazgo por cuanto era sobrino de Tisquesusa e Hijo de una de sus hermanas. Sostenía además que, en virtud de las mismas leyes de herencia, el Zipa de Bogotá tenía que ser necesariamente un cacique de chía, como él lo era.

 

No obstante lo anterior, si bien es cierto que la ley de sucesión hereditaria fue frecuente y sé regia por el parentesco entre un cacique y un hijo de la hermana del mismo; cabe anotar que la posesión de Sagipa contó con la legitimidad requerida para adelantar un proceso político basado en la oposición al régimen autoritario español.

 

La reclamación del cacique de chía por este concepto, fue una noticia que regocijo a los españoles ya que estigmatizaba a Sagipa como usurpador del poder. Con lo cual podían exigirle el tesoro de Tisquesusa; el cual se constituía en el mayor interés de los conquistadores, que consideraban que dicho tesoro estaba en manos de Sagipa.

 

Según Juan Friede, en su libro Documentos Históricos de la Historia de Colombia,  el tesoro fue clasificado como bienes personales de un enemigo y rebelde que por el derecho consuetudinario español pertenecían al rey. Pero por capitulación con Pedro Fernández de Lugo el rey de España había cedido a los conquistadores de Santa Marta las cinco sextas partes del botín si el cacique era prendido vivo, o la mitad si era muerto. De ahí que los cristianos no les importaba librar una guerra justa contra los indios la cual era la condición básica para que rigiese aquel derecho.

 

Varias veces se emprendieron inútiles expediciones para apresar a Sagipa. Al fin, viéndose acorralado por los cristianos y cuando  ya muchos caciques habían sido subyugados, Sagipa apelando a una estrategia política con el fin de poder derrotar a los pueblos indígenas belicosos de los alrededores a Bogotá y sumarlos a las filas del conflicto contra los españoles entablo conversaciones de paz con Jiménez se traslado al campamento de este en donde fue recibido con todas las consideraciones atinentes a su dignidad.

 

Fue así como unos días después el cacique rogó a Jiménez la ayudase en su guerra contra los panches, comunidad belicosa que amenazaba con destruir el cacicazgo muisca de Bogotá. Con el propósito de demostrarle amistad, Jiménez salió con un contingente de soldados acompañando el ejército indígena al mando del cacique. La expedición tuvo éxito y los panches fueron rechazados. Fue entonces esta la ocasión propicia para pedir a Sagipa la entrega del tesoro de Tisquesusa explicándole los derechos de los cristianos y amenazándolo con prisión en caso de una negativa.

 

Sagipa fue apresado mientras se esclarecía el paradero del tesoro, el cual explicó el reo, se había repartido entre los suyos y necesitaba un tiempo para reunirlo nuevamente; no obstante transcurrieron varios meses y la privación de la libertad no surgió el efecto deseado.

 

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