Con motivo de la conmemoración del DÃa Internacional del Pueblo Gitano, Rado denunció la falta de estadÃsticas oficiales sobre este colectivo al que "sólo conocen a fondo los trabajadores sociales que están con ellos" y que, si bien se ha visto mermado porque "muchos han vuelto a RumanÃa", aún podrÃa rondar "las 500.000 personas".
"No todo el mundo está trabajando y son muchÃsimos los gitanos rumanos en situación de exclusión social, gente que no tiene ningún tipo de ayuda y que en la mayorÃa de los casos viven en asentamientos", apuntó Rado, para incidir en que "si hay pobreza, hay mendicidad y es preferible dedicarse a pedir antes que dedicarse a robar".
Sin acceso al mercado laboral
Según explicó, el principal obstáculo con que se topan muchas de estas personas es el acceso al mundo laboral, porque "en torno al 70%" de los gitanos rumanos tiene una baja formación, lo que sumado a "los prejuicios, los problemas con el idioma y la crisis", hace mucho más difÃcil encontrar un empleo.
En la actualidad, la mayor parte de los gitanos de RumanÃa se dedican a la agricultura de temporada, la construcción y la artesanÃa, cada vez en mayor auge porque, conforme apuntó Rado, "se están recuperando las tradiciones como la orfebrerÃa o el trabajo con el cuero".
El segundo de los grandes inconvenientes es la vivienda, conforme añadió Rado, para explicar que una parte amplia del colectivo vive en asentamientos y si bien en algunos casos, se les permite el empadronamiento, "los ayuntamientos ponen muchos problemas" para que estas personas se inscriban en un registro.
Además, la falta de estabilidad laboral, la "desconfianza" y "los prejuicios de algunas personas" son determinantes a la hora de acceder a una vivienda, aunque "hay gitanos rumanos que viven en España desde hace más de 20 años y que tienen su casa en propiedad y están perfectamente integrados".
Sobre estas personas, Rado denunció que en muchos casos "prefieren no decir que son gitanos y lo ocultan por miedo a sufrir un rechazo porque mucha gente está asustada por la posibilidad de represalias" como las vividas por el colectivo en Italia, que, según la responsable de Rom Madrid, es "el peor sitio de Europa para vivir siendo gitano".