El departamento del Putumayo, ubicado al sur de Colombia, es la puerta de la gran Amazonía y parte del pulmón del mundo. Sus 24.885 km2 de extensión, encierran una gran riqueza representada en fauna y flora, bañada por los ríos Putumayo y Caquetá. Estas tierras son el hogar de ancestrales culturas indígenas (Muráis, Ingas, Quichuas, Pastos, Awas, Paeces, Emberás, Sionas, Muinanes, Yanakonas, Kamentzás, Koreguajes, Cofanes y Nasas), que han tratado de sobrevivir a la embestida de la “modernización” traída por la explotación petrolera y la expansión del narcotráfico mediante el cultivo de plantas de coca, lo que ha generado un sinnúmero de conflictos. Actualidad Étnica conversó con José Evaristo Garcés Cunda, dirigente indígena de la etnia Nasa perteneciente a la Organización Zonal Indígena del Putumayo (OZIP), quien invitó a los demás pueblos nativos de Colombia a fortalecer las diferentes organizaciones de base para poder hacer frente a los embates de la guerra.
¿Qué procesos positivos se pueden destacar dentro de la organización indígena?
El Putumayo es un departamento muy complejo por las características culturales, tanto de los indígenas como de los campesinos y negritudes. Cada uno tiene sus distintas formas de vivir y, en ese sentido, hace que el territorio sea enriquecedor.
Un elemento que se viene enfatizando es el Plan de Vida, ¿qué son los planes de vida?
El tema de los planes de vida es nuevo para nosotros. Anteriormente se hablaba de los planes de desarrollo, programas de gobierno, y otros modelos de desarrollo, pero con un pensamiento muy foráneo, muchas veces marcados o creados para la extracción de los minerales y las riquezas del subsuelo que existen y abundan. Se implementan modelos extractivistas, y eso choca con el sentido indígena que habla de la conservación del los recursos naturales, porque la mejor riqueza es tenerlo todo: los ecosistemas, el aire, los bosques, los sitios sagrados. De ahí nace una gran necesidad, porque en los planes de desarrollo las comunidades indígenas no hacen parte, no encajan, la gente siente que ese no es su lugar. Los planes de vida son históricos, son indefinidos, tienen un sistema muy apropiado, no son programas temporales, estos nunca terminan, y para su realización son los indígenas los únicos que deben formularlos.
En materia de etnoeducación y salud propia, ¿qué avances han tenido las comunidades del Putumayo?
La Etnoeducación es uno de los vacíos que hemos sentido dentro de las mismas comunidades, porque estructuralmente no está definido un programad de educación donde se marque todo lo que es el componente educativo. No sólo es enseñar a hablar el idioma o recuperar o difundir la lengua materna, sino que tiene unos pilares fundamentales desde lo cultural, lo tradicional, desde cuando comienza a surgir el indígena en la tierra y en su espacio. Entonces, con todo este mundo mitológico de leyendas, historias, cuentos, esa debe ser la enseñanza de la educación para nosotros, que hasta el momento no tenemos, pues parte de una intención, pero no tenemos el apoyo en los planes o programas. Nosotros nunca hemos desfallecido para sacar adelante estos propósitos.
Con respecto a la salud, las metodologías que aplica el gobierno para la prestación de este servicio en las comunidades indígenas tienen que ver con dinero. Centros de salud, hospitales son costosas en su servicio. Además, toda esa infraestructura y metodología no indígena queda en el vació frente a la tradición y los métodos de la salud indígena. Por esto se ha querido que se piense en un modelo propio de la salud indígena como hacer jardines medicinales, tener en cuenta las curanderas, a los parteros, a los Quegualas, los Taitas, los Jaibala, que son los expertos en medicina indígena, con una vida milenaria, que no ha tenido en cuenta el mundo de las inyecciones y de esos sistemas que para nosotros son desconocidos. Nuestra sangre, por ejemplo, no se adapta a la cultura occidental, sino al mundo de nuestra salud, desde lo cosmogónico, lo espiritual, también es importante lo material, pero sin invalidar la salud propia.
¿Qué representa para usted el ser indígena?
El ser indígena va más allá de tener un territorio; es tener muy en claro la pervivencia, la historia, el reconocimiento de la misma naturaleza. Por ejemplo, nosotros decimos que somos hijos de la naturaleza, todo indígena tienen una mitología, tiene una memoria trascendental como es la misma tradición, sus ancestros. Muchas veces el ser indígena no es solamente ser como una persona vacía, el indígena es un ser dotado de lo material, lo espiritual, de un corazón permanente, un alma que se hace sentir como algo propio, donde no se traiciona su mundo. El indígena será guerrero y luchará por su territorio, por su cultura. Vivirá su vida y no se avergonzara de lo que se es.
Yo invito a las comunidades del país a que nos fortalezcamos y podamos trasmitir nuestros mensajes positivos a los movimientos o actores que hasta el momento tienen unas reacciones negativas, pero creo que a través del dialogo, y con la mano en el corazón, los violentos entenderán que esa no es la única salida para conseguir lo que quieren, porque es mejor utilizar la sabiduría que la fuerza.