En el Bajo Baudó está Docarrá y hacia allá marchaste, navegando todos los ríos. Docarrá es el final del río en el mar o la desembocadura de todas las aguas y tu las recorriste todas.

Navegaste el río de la amistad y te diste íntegro. Más allá del color de la piel, de la historia de nuestros ancestros, del pensamiento que inunda nuestras cabezas, siempre estuviste allí: amigo, solidario, fraterno, vital. Pero tu dios tenia celos y llamó a las aguas turbulentas para que te atraparan en sus olas.

Navegaste el río del compromiso, de la palabra empeñada, de la promesa irrevocable, de la causa con nuestras gentes. Tu si que pensaste que Docarrá era el camino, era la solución para los problemas de nuestra región. Docarrá, como punto de llegada, como punto de encuentro de todos, de negros, de indios, de mestizos, de mujeres, de jóvenes, de ancianos, de todos los que hemos creído que Docarrá es también unidad, es alianza, es la desembocadura de todas las aguas.

Navegaste el río de la abnegación con tu trabajo y en ti, como en todos los congresistas de esta región, los hombres y mujeres de nuestro departamento depositaron su confianza. Hiciste tuyas todas las causas. Hoy te recuerdo trabajando codo a codo con todas nuestras gentes, haciendo gestión con el alto gobierno, impulsando decididamente todas las acciones resultantes del Foro “EL Chocó también es Colombia”, trabajando en defensa del Plan Pacifico, peleando cada migaja del presupuesto nacional para tu región, posicionando cada una de nuestras carencias en el Plan Nacional de desarrollo. Si se quiere, eras monotemático y tu razón de ser era UNICA: tu gente. Aun recuerdo nuestro recorrido ultimo del pasado primero de agosto camino a Bogota: “acompañémonos Pacho, ayúdame con esta gestión, yo podría darte la mano en esta otra....” Eras incansable y así lo demostraste, cuando decidiste subirte por los cielos, antes que el río de la muerte truncara tu viaje a Docarrá.

¿Qué puede entonces uno agregar en medio de la tristeza?

Este indio que disfruto tu amistad, tu compañerismo, tu colegaje, tu inteligencia, tu vitalidad, tu jocosidad y hoy padece tu ausencia, no tiene otra cosa que decir, que invitarlos a todos y todas a viajar a Docarrá, a ese camino donde se juntan todas las aguas, que bien pueden estar en Pizarro, o en Urabá, o en Puerto Colombia. Docarrá, como ese punto de encuentro, como ese anhelo de unidad que tenemos los colombianos, tiene que ser esa meta que de seguro tu tenías, pero un suspiro de ángel la hundió en las profundidades del gran río.

Adiós amigo, el río de la vida esta por venir.

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