La mayoría de los investigadores coinciden en describir la figura del Jais como monstruos de sitios y de entidades que encarnan las manifestaciones telúricas. El Jaibaná los controla, ya sea en defensa propia, de sus parientes, o con el fin de atacar a sectores de la población. Para Camilo Hernández, Antropólogo especialista en la etnia Emberá, cuyas investigaciones nos han aportado una contribución importante para enriquecer estas notas, los Jais actúan de manera permanente en la vida de las gentes. La cacería la pesca, el amor, la salud, la enfermedad y la muerte, la abundancia o la escasez de alimentos, las miradas, el rumbo y el canto de las aves, las lluvias y los truenos, todo eso lo anuncia la presencia y lancinó de las entidades míticas llamadas Jais.
El indígena hiere y mata animales que necesita para alimentarse o en defensa de la integridad física. A su vez, hay animales que agreden al hombre y aún le causan la muerte, como serpientes y tigres. Por tal motivo lo ofídico y lo felino ha tomado el significado y la conformación de entidades protectoras de los animales. Dentro de este Contexto, hernandez, plantea la siguiente reflexión: "Yo hiero y mato animales, pero también soy atacado por ellos. En consecuencia, tienen sus protectores y se vengan. Pero el indígena mata individuos de especies que no le afectan directamente, como por ejemplo venados, cerdos salvajes, aves, primates, etc. Y además, la enfermedad y la muerte no siempre se debe al ataque de serpientes y tigres o tiene causas tangibles. Por lo tanto surge el concepto de las presencias invisibles o jais, que son los animales de presa que atacan el alma, la hieren y la devoran, tal como hacen los hombres con esas especies. Esta es la noción fundamental de enfermedad y muerte" (1)
El Jai que afecta es el mismo que permite el retorno de la salud, cuando pierde la posesión del alma raptada. También existen Jais que específicamente se encargan de combatir a los malignos. La persona se enferma si un brujo le envía el Jai patológico, o porque en animal la "caza" en cualquier lugar del monte o del río. Es decir, los animales-gente agreden por cuenta propia sin que medie necesariamente la intervención de un Jaibaná.
Para atrapar el alma el jai o "diablo" se mete en el cuerpo de la persona. Por tal motivo, el afectado, en determinados casos sufre convulsiones o comportamientos delirantes. Si el agresor logra su cometido, la persona muere, pero el alma la 'enviven' o encarnan en el otro mundo para que sirva de cónyuge o de presa a la gente animal. Los ataques de los jais generalmente se realizan cuando el tiempo se encuentra agitado por lluvias y tempestades.
Los Jais buenos se llaman Jai Bia y los contrarios Jai Kayiriua. Cada especie tiene un "jefe" llamado el Jai Zarra y la cantidad es infinita. Los Jais pueden perecer en las fauces de otros gracias a la acción curativa del Chamán o Jaibaná, pero siempre tienen sustitutos. Si un Jaibaná logra que el Jai maligno devuelva el alma del enfermo, ya sea porque el Jai Zarra lo ordena así o porque otro lo combate hasta destruirlo, no implica que la entidad patológica se acabe. Para los indígenas, "los Jais tienen muchos, muchisimos hermanitos y nunca se acaban"
(1) HERNANDEZ CAMILO ANTONIO. Ideas y Prácticas ambientales del Pueblo Emberá del Chocó, COLCULTURA, CEREC Bogotá, 1995 P. 87