Por lo menos 80 delegados de la gran mayoría de los departamentos donde hay presencia indígena se reunieron alrededor de la Segunda Mesa Nacional de Paz y Derechos Humanos, convocada por la Organización Nacional de Indígenas de Colombia (ONIC) y el Consejo Nacional Indígena de Paz, que en sus primeras jornadas de cesiones refleja la precaria condición en que se encuentran los 84 pueblos indígenas, arrinconados y masacrados por los actores armados legales e ilegales del conflicto, además de la falta de atención Estatal.
Frente a este sangriento panorama, los pueblos antepusieron sus pensamientos de paz y armonía, ideales transmitidos de generación en generación, y que hacen parte de una cosmovisión cargada de vida, de respeto por los demás y por la Madre Tierra.
En la Mesa los indígenas plasmaron su posición y situación frente al conflicto armado interno, latente hace ya más de 50 años; presentarán informes y propuesta de paz y derechos humanos; definirán un Plan de Acción en estos temas para dos años, en el marco del diálogo, la convivencia y su cultura propia.
El inicio de la jornada estuvo a cargo del Grupo de Danza de Mujeres Muiscas de Suba, quienes refrescaron al auditorio con una baile autóctono que hacía alusión a la relación existente entre los indígenas y la naturaleza, el agua, los animales, las plantas, la vida, su Territorio, el maíz y la vida.
Posición frente al conflicto armado
Aunque este conflicto es ajeno a los usos y costumbres de los nativos colombianos, como lo han manifestado reiteradamente, las estrategias de la guerra, de expansión, intensificación y degradación continuas, han contaminado los territorios ancestrales, han diezmado a las poblaciones, las han desplazado, las han arrinconado, generando terror y comportamientos extremos como el suicidio de más de 18 jóvenes emberá en la región del Medio Atrato.
Por esto, la consigna del evento: “por la vida, dignidad y territorio” habla de resistencia, de fortalecer la unidad de los pueblos ante la guerra, ante la voracidad del capitalismo y de sus estrategias de dominación como lo son los tratados de libre comercio y el temible ALCA.
“Quiero invitarlos especialmente a que nos fortalezcamos desde todo punto de vista, entendiéndose que todos somos indígenas y debemos mantenernos unidos frente a la violencia que hoy nos azota en todo el país. Nosotros como indios amazónicos quisiéramos plantear no una mesa de paz, porque la paz siempre ha reinado en nuestro territorio, y la guerra es ajena a nuestros pueblos de acuerdo a nuestros usos y costumbres, lo que debemos plantear es una mesa de diálogo donde hablemos a calzón quitado”, dijo Miguel Rodríguez, presidente de la Organización de Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (OPIAC), durante la apertura de la Mesa Indígena.
Por su parte, Luis Evelis Andrade, presidente de la ONIC, manifestó que: “pese a que nuestros derechos están plasmados en la Constitución Política de 1991, y en el marco del Decenio de los Pueblos Indígenas invocado por la ONU, además de todo el respaldo y reconocimiento internacional, hoy hay más muertos, más señalamientos, más estrategias de guerra y megaproyectos contra nosotros, y más desarraigo”.
También quedó claro que los indígenas le están haciendo frente al conflicto, a los megaproyectos, al ALCA, a las políticas estatales que alimentan el aparato militar, y como lo dijo Leonor Salabata, representante del pueblo Arahuaco de la Sierra Nevada de Santa Marta: “La violencia y el conflicto tienen matices diferentes, en algunos pueblos se arraigan más que en otros, pero cada uno ha creado su manera de resistir. Nosotros nos hemos empoderado del conflicto, porque la resistencia se da de adentro hacia fuera. El Empoderamiento es de tipo espiritual y cultural, a través de rituales y pagamentos las comunidades rodeamos a los Mamos (médicos tradicionales) y nos protegemos. Este factor como el de las denuncias, han frenado –más no parado- la incidencia del conflicto en nuestro territorios”.
“Es necesario soñar con la paz”
Ante todo, lo indígenas hablaron de paz y de la necesidad de luchar por un futuro con dignidad, incluyente y en unidad. Para ellos, la paz no es solo cuestión de un cese al fuego, “ésta se conseguirá cuando los que ostentan el poder económico, político y militar cambien de mentalidad y hablen con la verdad”.
“La paz implica construir vida, superar odios, ser tolerantes, dejar a un lado los protagonismos y las divisiones sociales. Esto se soporta en la unidad, en la igualdad y en una humanidad digna que respete al otro y a la naturaleza”.
Es por esto que el Movimiento Indígena ve con reserva el actual proceso de paz que el gobierno adelanta con la organización paramilitar autodefensas unidas de Colombia (AUC) desde finales de 2002, y que formalizaron el pasado primero de julio con la apertura oficial de la Mesa de Negociaciones en Santafe de Ralito, Córdoba.
Esta reserva la manifestaron porque, primero, siendo uno de los pueblos más afectados por la incidencia paramilitar, el gobierno no los ha invitado a participar de esta mesa de diálogo, manifestó Pastora Tarapúes, representante de la etnia de los Pastos, sur del país; segundo, porque la legitimidad del proceso no es clara tanto de una porte como de la otra; tercero, porque no hay garantías para que las víctimas hablen libremente, ni hay garantías de que todos lo crímenes sean esclarecido. “Queremos que nos devuelvan a Kimy Pernía Domicó –líder Emera Katio que luchó contra la implantación en sus territorios de megaproyectos como lo fue la represa URRA, y que en el año 2001 fue desaparecido por comandos paramilitares-“, dijo Armando Balvuena, expresidente de la ONIC; Cuarto, porque en medio de estas negociaciones, lo paramilitares siguen con su accionar de guerra, cometiendo asesinatos, secuestros, señalamientos, amenazas, desplazamientos, bloqueos alimenticios y de medicinas, entre otros, que reflejan la falta de seriedad y compromiso.
Sin embargo, lo indígenas aseguraron: “No estamos en contra de los procesos de paz mientras estos sean claros, sinceros, hablen con la verdad, y se haga justicia por las víctimas del conflicto armado”.
La estrategia gubernamental
De igual forma, las estrategias gubernamentales para contrarrestar el accionar de los grupos armados ilegales, el narcotráfico y violencia en general se resumen en la Política de Seguridad Democrática, el Estatuto Antiterrorista y el Programa de Fumigaciones antinarcóticos. Para los nativos, estos programas han generado más violencia: “Porque ahora todos somos sospechosos”. El ejercito, la Policía, y los organismos investigativos del Estado (DAS, SIJIN), en su afán por mostrar resultados, señalan y capturan a la población civil, campesinos, afros, indígenas han sido arrestados y acusados de subversivos, terroristas, y al final se llega a comprobar que no hay pruebas suficientes, como sucedió el pasado viernes 30 de abril de 2004, cuando el gobernador suplente del cabildo de Munchique y coordinador del Movimiento Juvenil de la zona norte del Cauca, Pablo Andrés Tenorio, fue citado por la Fiscalía a responder por las acusaciones de rebelión, acto seguido fue detenido y encarcelado. Este panorama ha sido denunciado por gran parte de las organizaciones indígenas del país, obteniendo como respuestas nuevas acusaciones. Lo mismo a sucedido con las ONG de derechos humanos contra las cuales arremetió el Presidente Álvaro Uribe, acusándolas de terroristas y colaboradoras de la subversión. Por otro lado, el gobierno ha implementado el programa de Fumigaciones para tratar de controlar la incontrolable expansión de los cultivos de uso ilícito, haciendo llover veneno –entiéndase glifosato y otros químicos- no solo sobre los ilícitos sino también sobre los cultivos de pan coger de las comunidades y sobre los mismos habitantes, causando crisis alimentaria, enfermedades en los seres humanos y la más salvaje contaminación al medio ambiente, sin que el gobierno reconozca y pare esta contraofensiva enmarcada en el Plan Colombia y la desinteresada ayuda del gobierno de los Estados Unidos. De igual forma, el gobierno se encuentra en negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) con USA, donde los gringos han impuesto como reglas de aprobación, entre otras cosas, darles el derecho de poder patentar todo ser vivo, vegetal, mineral o también patrimonios culturales a nombre de ellos. Las desventajas económicas frente a ellos son incalculables y nuestra precaria industria, las microempresas y los sectores productivos primarios tendrán que ceder ante la arrasante y voraz economía capitalista de las multinacionales. Aunque los indígenas y una gran mayoría de la sociedad colombiana se opone a estos Tratados, pareciera que esta maquina es imparable.
Por todo esto, y finalmente: “Hoy más que nunca debemos encontrarnos para que de manera conjunta y comunitaria tejamos nuestras ideas, estrategias y acciones que permitan detener el debilitamiento de nuestros pueblos por el conflicto armado”, Luis Evelis Andrade.