Podría parecer un tanto quijotesco aventurarse a buscar caminos de identidad cultural en la era de la globalización, cuando los mercados, las instituciones y tantos otros aspectos de la vida de los pueblos tienden a internacionalizarse y estandarizarse. No obstante, un resultado paradójico de la globalización es la afirmación de identidades culturales y autonomías locales, representando un nuevo paradigma que, en contra de las tendencias hacia las hegemonías y la homogeneización, reivindica la diversidad cultural, el pluralismo y los derechos de los grupos humanos tradicionalmente excluidos.
La globalización multiplica el contacto entre los pueblos del mundo, produciendo un ambiente multicultural en que se construyen y comparten visiones y valores, con ganancias, pérdidas y transformaciones culturales, condicionadas por las relaciones de dominación a nivel internacional. En dicho contacto también se refuerzan muchas identidades particulares, ya que la identidad es producto no sólo de una historia propia sino del contraste con otros grupos humanos.
Por otra parte, el avance de los derechos humanos a nivel mundial ha entrado en una fase de reivindicación de derechos colectivos, entre los cuales se destaca el derecho a la identidad, principalmente de los grupos humanos social y culturalmente oprimidos, como ha sido el caso de las minorías nacionales, los grupos étnicos, las mujeres, los homosexuales, etc. En Colombia, la nueva constitución define la nación como pluriétnica y multicultural, consagrando de esta manera el derecho a la identidad, como un derecho humano de primer orden.
La Fundación Caminos de Identidad completa ya once años de continua, intensa y abnegada labor investigando el tema de la identidad y construyendo alternativas desde la educación, labor que ha realizado no para los indígenas sino conjuntamente con ellos. Parte de su prolífico trabajo se en el diseño de 21 Proyectos Educativos Comunitarios: 10 en la Amazonía, 5 en la zona andina, 4 en la Orinoquia y 2 en la Costa Atlántica. Pero la experiencia de quienes fundaron y dirigen la Fucai es mucho más amplia: persona los conocí en 1.985 cuando desde la Universidad del Cauca convocamos el Primer Encuentro Nacional de Experiencias de Educación Indígena, en el cual se destacaron por su experiencia y compromiso con la etnoeducación. La experiencia y desarrollo conceptual acumulados desde entonces, hacen de Fucal una de las instancias más capacitadas en nuestro país para orientar procesos de etnoeducación, lo cual es particularmente importante si se tiene en cuenta que el Ministerio de Educación Nacional ha perdido casi total capacidad que tuvo a comienzos de la década del 90 para apoyar la educación indígena.
El actual proceso de la etnoeducación en Colombia surgió a finales de la de los años 70 (como educación indígena bilingüe y bicultural) en el contexto de las luchas indígenas, por lo cual ha predominado en ella un enfoque especialmente en la zona andina: la reivindicación del derecho a una educación propia, bilingüe, con maestros de la propia comunidad y bajo el control de los cabildos y autoridades tradicionales. Son ciertamente muy significativos los logros en estos términos ya que podemos decir que hoy día, en muchas regiones, la mayor parte de las comunidades indígenas cuentan con profesores de las propias comunidades o profesores no indígenas capacitados en procesos formales de etnoeducación, los cuales están experimentando alternativas de educación para el fortalecimiento de la autonomía y de los procesos organizativos, como también tratando de adecuar la escuela a las especificidades culturales de las comunidades, pero aun con grandes limitaciones en este campo.
A nivel nacional, la relación de la educación con la identidad cultural constituye el principal reto teórico y pedagógico de la etnoeducación, se ha venido abriendo camino más lentamente frente a otras prioridades del movimiento indígena, como la recuperación de sus territorios y el fortalecimiento de su autonomía. No obstante, se han dado pasos muy valiosos, como el programa de etnolingüística de la Universidad de los Andes bajo la inspiración de Jon Landaburu y los trabajos que sobre su propia cultura y sobre el pensamiento ancestral vienen realizando algunos profesionales indígenas. Es, presisamente, en este dificil y complejo campo de la educación y la cultura, en el que Fucai, bajo la orientación de Adán Martínez, ha sido pionero, haciendo aportes fundamentales a la etnoeducación, experimentando caminos para que sean los indígenas mismos -reflexionando sobre su origen ancestral, sus quinientos años de resistencia, sus luchas presentes y sus retos hacia el futuro quienes construyan colectivamente sus planes de vida, ubicando el papel que en ellos corresponde a la educación. Esa búsqueda de raíces y de proyecciones, de visión cultural e histórica, de ubicar la educación en función de los planes de vida, ha sido el más valioso aporte de Fucal a la etnoeducación.
Además de sus aportes en cuanto a formulación de planes de vida, diseño curricular, formación docente, innovaciones didácticas e investigación en etnoeducación, la Fucai también ha desarrollado variadas experiencias en promoción de salud, economía propia, protección ambiental, seguridad alimentarla y administración comunitaria en comunidades indígenas, incluyendo algunas asesorías a nivel internacional.
En el presente trabajo, Fucai nos presenta dos escenarios regionales contrastantes: el norte del Cauca, densamente poblado por indígenas Paeces, que desde sus montañas han liderado las luchas del movimiento indígena en Colombia; y un departamento de la selva amazónica, de muy baja densidad de población, de organizaciones indígenas relativamente débiles, pero con una gran diversidad y riqueza cultural ya que allí existen 33 pueblos, hablante cada cual de su propia lengua. El estudio presenta un reconocimiento ponderado y crítico de los cambios acelerados, complejos y profundos que están afrontando los pueblos indígenas, los logros alcanzados y los avances en sus relaciones con el Estado y con el resto de la sociedad nacional; señala también las limitaciones, problemas y necesidades que continúan sin ser resueltas; y denuncia la violencia que sigue siendo ejercida contra los indígenas por todos los actores del conflicto armado.
Los pueblos y organizaciones indígenas están reconociendo cada vez más la importancia política de investigar las raíces profundas de su cultura como fuente de su identidad, de su autonomía, de su posicionamiento ante los Estados y sociedades nacionales de las cuales forman parte y de su proyección hacia el futuro. Ello necesariamente exige nuevos desarrollos conceptuales y metodológicos en la educación. El presente documento de la Fucai introduce al lector, de manera sencilla y didáctica, a un conjunto de conceptos claves, de fuentes de pensamiento, como son los mitos de origen, y a procesos de conocimiento indígena, enseñando a buscar en ellos las claves culturales la generación de alternativas de educación y pedagogía.
Hacia el futuro, los principales retos de la etnoeducación se focalizarán alrededor del fortalecimiento de la resistencia de los pueblos indígenas y grupos étnicos frente a todas las fuerzas que atentan contra la integridad étnica; en contribuir a formar las nuevas generaciones con capacidad para convivir multiculturalidad sin perder su identidad étnica; y aportar desde la educación a la construcción de sociedades que valoren la diversidad étnica y cutural como riqueza de la humanidad. La persistencia y tenacidad de Fucai, descubrir caminos de identidad, como lo demuestra el presente libro, constituye una muy valiosa contribución para que los pueblos indígenas se preparen para enfrentar dichos retos.