Los últimos acontecimientos ocurridos en el planeta como reacciones normales y otras provocadas por el hombre mantienen un preocupante y temeroso panorama social, polÃtico y económico especialmente en las mal llamadas ‘potencias’ del universo, que ven con preocupación la ofensiva y el sentir de la abnegada Madre Tierra frente a el manipulador y fantasioso castillo de oro que han construido con base en el dolor ajeno. Pero es lamentable que muchos habitantes de diversas latitudes geográficas tengan que soportar los rigores de la naturaleza, apenas como un preámbulo de lo peor que se acerca si conjuntamente persistimos en ignorar la veracidad creacional.
Para nosotros como pueblos indÃgenas ningún suceso por mÃnimo que sea es gratuito, ni mucho menos coincidencial, muchas veces obedecen a leves llamados de atención de su ‘incomoda rebeldÃa’ originadas en los incontables abusos del hombre en su indebida proclamación de ultra poderoso.
Los múltiples estudios realizados por el hombre arrojan resultados desfasados y descontextualizados de la realidad. Desde el conocimiento ancestral sabemos que el irrespeto a la Ley de Origen y la omisión del orden establecido desde el principio, es la verdadera razón de los incómodos padecimientos que hoy nos rodean.
Sin querer ser apocalÃpticos, en términos religiosos, nos preocupa enormemente la terquedad y la vana insistencia humana en creer que el dinero, la infamia, el engaño y el poder los faculta para suprimir con inapropiados inventos lo ordenado por el Creador, quien básicamente pretendÃa que conviviéramos y obtuviéramos de la Madre Tierra únicamente lo necesario para vivir, sin peleárnosla ni destruirla.
Consideramos muy respetuosamente e insistimos que en asuntos como: la clonación en su conjunto, matar, violentar y exterminar sin compasión alguna otra hermana especie; pretender sustituir con máquinas las sagradas virtudes del hombre; disputar los espacios territoriales como aves de rapiña; construir armas para potenciar supremacÃa; permitir que mueran miles y miles de ancianos y niños de fÃsica hambre; importarnos un bledo el acelerado recalentamiento del planeta; exterminar miles de pueblos aborÃgenes y desconocer el pensamiento propio de los que existimos para pervivir; permitir y contribuir a la trágica desaparición de miles de millones de rÃos, arroyos, afluentes, lagos y lagunas generadoras del sagrado lÃquido vital para la existencia, lo mismo ocurre con la indiscriminada explotación de bosques, montañas y mares, partes integrales para el sublime equilibrio, y que decir de la inadecuada utilización de las plantas sagradas, (marihuana, coca, amapola, borrachero, tabaco), todas estas aberrantes situaciones nos están llevando al maléfico impedimento de que las futuras generaciones tengan la mÃnima posibilidad de disfrutar lo que generosamente nos otorga el Padre Creador en su sabio y solidario entendimiento.
Desde la majestuosa Sierra Nevada de Santa Marta (Seyneken) clamamos al mundo entero para que exijan al gobierno colombiano y a las distintas multinacionales para que detengan el terrible etnocidio de los pueblos indÃgenas Kankuamos, Koguis , Wiwas y Arhuacos, por el solo hecho de propender la conservación de nuestro sagrado e intocable territorio, sostén indispensable de corazón del mundo (Seyneken).
Estamos convencidos que si los despropósitos estatales persisten estamos condenados a desaparecer como pueblos, y de acuerdo al conocimiento de nuestros mayores, esto significará la hecatombe final. Es necesario impedir la construcción de represas hidroeléctricas, exploraciones de recursos mineros y la biodiversidad, la fumigación de nuestros territorios, pretender convertir la Sierra en un parque turÃstico con teleférico. Asà mismo, la implementación de la PolÃtica de Seguridad Democrática, bases militares y métodos que violentan fragantemente la estabilidad espiritual y cultural de nuestra Ley de Origen.