El Comercio acaba de hacer una contribución importante: ha editado "Don Quijote de la Mancha" en quechua, con el tÃÂtulo de "Yachay Sapa Wiraqucha Dun Qvixote Manchaymantan". La idea de hacer esta traducción ha sido de Bernardo Roca Rey Miró Quesada, cuyo inagotable talento creador encuentra constantemente vÃÂas originales de exploración, que luego se materializa en enciclopedias y libros de gran éxito.
Tomado del Comercio
Don Quijote Runa Simipi
Por Francisco Miró Quesada Cantuarias, filósofo
"Quienes hablan quechua tienen la satisfacción de ver que el lenguaje de por lo menos una tercera parte del Perú es importante. La riqueza del runa simi ha quedado demostrada".
Desde 1935 he venido sosteniendo que el indio, como despectivamente lo llaman muchos peruanos, y cuya denominación correcta es el campesino peruano, es un exiliado en su propia tierra. Y que esta discriminación se debe a las consecuencias de la conquista española del Tawantinsuyu, y a los tres siglos y medio de la Colonia. Los españoles, al conquistar el Perú de los incas, esclavizaron a los indios, los explotaron, los maltrataron y se repartieron sus tierras.
¡Qué diferencia con la situación actual! El gran pueblo español es uno de los mayores inversionistas de los últimos años, y la ayuda desinteresada que ofrece al Perú ha hecho que los peruanos sintamos amistad y agradecimiento al Gobierno Español y a su generoso pueblo. En realidad, la Conquista no se debió a que los españoles en aquella época eran malvados y peores que los restantes pueblos europeos. Lo que sucedió es que, en el siglo XVI, los europeos venÃÂan con perfecta naturalidad las guerras de conquista.
No sólo fuera de su continente, sino hasta en el propio. Pero, desgraciadamente, el despojo al que sometieron a los conquistados y el desprecio hacia la noble raza autóctona, ha perdurado hasta nuestros dÃÂas, y casi la mitad de los campesinos peruanos vive pobremente, con frecuencia casi en un nivel infrahumano. En 1953 escribàvarios artÃÂculos en los que denunciaba esta situación, pero no tuvieron mucha repercusión.
Ha pasado más de medio siglo y, por una serie de circunstancias, la conciencia ciudadana ha comenzado a tomar conciencia de que el Perú es un paÃÂs desgarrado, desintegrado, y que mientras no se logre integrarlo, todo esfuerzo para progresar y alejarnos cada vez más del subdesarrollo en que estamos sumidos desde hace tanto tiempo será inútil.
En el último gobierno hemos logrado avanzar algo en la lucha contra la pobreza. Y aunque solo ha logrado disminuirla en un 5%, en el nivel macroeconómico ha tenido mucho éxito. Es el único gobierno en el presente siglo que, al llegar a su término, deja la caja fiscal en negro, pues hay nada menos que 15.000 millones de dólares en el Banco Central de Reserva del Perú. Pero hoy la conciencia ciudadana tiene una idea clara de lo que debe hacerse.
Hay una consigna nacional que todos quieren seguir: la integración de los exiliados en su propia tierra. Los campesinos discriminados deben ser rescatados. La principal tarea, tanto de la clase polÃÂtica, como de la intelectual y del gran empresariado, es el desarrollo de la economÃÂa y la educación de los campesinos pobres.
Respondiendo a esta exigencia, El Comercio acaba de hacer una contribución importante: ha editado "Don Quijote de la Mancha" en quechua, con el tÃÂtulo de "Yachay Sapa Wiraqucha Dun Qvixote Manchaymantan".
La idea de hacer esta traducción ha sido de Bernardo Roca Rey Miró Quesada, cuyo inagotable talento creador encuentra constantemente vÃÂas originales de exploración, que luego se materializa en enciclopedias y libros de gran éxito.
La edición de "Don Quijote" en quechua o sea al runa simi (runa simipi significa "en quechua", en el lenguaje imperial) es un gran aporte a la gran tarea en la que todos nos hemos comprometido: el reconocimiento del valor de lo autóctono. Hoy, quienes hablan quechua tienen la satisfacción de ver que el lenguaje de por lo menos una tercera parte del Perú es importante.
La riqueza, tanto lexical como poética, del runa simi ha quedado demostrada. Hemos dado un paso más hacia el reconocimiento humano.