La película se desarrolla en La Barra, en donde Cerebro, líder de los nativos afrodescendientes, enfrenta fuertes contradicciones con el Paisa, poderoso terrateniente que planea la construcción de un hotel en la playa. Desde el 10 de septiembre la película colombiana se proyectará en el Festival Internacional de Cine de Toronto.
Con tan sólo 27 años y su primera película, el director colombiano ingresa en la sección Discovery del festival más grande de norteamérica, evento reconocido mundialmente como uno de los mercados más exclusivos del cine.
Con 5 proyecciones del 10 al 19 de septiembre en las principales salas del reconocido evento canadiense, los asistentes al Festival Internacional de Cine de Toronto (Toronto International Film Festival – TIFF) verán por primera vez El Vuelco del Cangrejo: una invitación a penetrar la Colombia más desconocida, no como un juego de hermosas postales lejanas, sino como una travesía cargada de complejidad y extraña liberación. En esta película dos universos chocan y los millones de partículas que despide la colisión, cambiarán para siempre la vida de todos los personajes.
Tan intensa como el mar y cargada de metáforas acerca de las formas en que nacen los conflictos que vuelven ciegos a los hombres y endurecen las almas de las sociedades, la película colombiana El Vuelco del Cangrejo de Oscar Ruiz Navia se desarrolla en La Barra, un alejado pueblo de la costa pacífica colombiana, en uno de los límites del mundo, justo en medio del violento mar grisáceo y la vibrante selva húmeda.
Para el Festival Internacional de Cine de Toronto “la sección Disvovery ofrece una ventana única sobre el cine contemporáneo internacional. Es una vitrina para cineastas nuevos y emergentes, Discovery permite al público conocer los directores dotados e innovadores que con seguridad se convertirán en nombres reconocidos”.
Producida contra todas las dificultades posibles: climáticas, económicas, emocionales, culturales; por nombrar solamente algunas, el director, productor y guionista Oscar Ruiz Navia, al lado de su equipo, demuestran que filmar, es algo que nace de la necesidad más profunda por narrar con imágenes en movimiento, es una forma de vivir, así no sea la más cómoda. Para Ruiz Navia “hacer cine no es un trabajo de genios sino una labor que se construye a diario. Cada mañana uno debe levantarse para lograr un pedazo de la obra. El afán es importante; si te metes en la cabeza que no hay afán, empiezas a exigirte poco y encuentras una razón para descansar hoy y trabajar mañana. Hay que abrir los ojos y los oídos y ser sensible a la cotidianidad”.
Aquí el Mar ya no es Pacífico
El Vuelco del Cangrejo se desarrolla en La Barra, allí Cerebro, líder de los nativos afrodescendientes, enfrenta fuertes contradicciones con el Paisa, poderoso terrateniente que planea la construcción de un hotel en la playa. Daniel, un citadino extraño y silencioso, llega una tarde cualquiera y permanece varios días en el sitio a la espera de una lancha clandestina que pueda sacarlo del país. Una niña (Lucia) y dos adolescentes (Miguel e Israel), necesitados de dinero, son los únicos que intentan ayudarlo, pero conseguir una embarcación tomará más tiempo de lo planeado. La paciencia de Cerebro poco a poco se agota cuando una mañana el Paisa instala dos gigantescos bafles en la playa y comienza la construcción de una barrera que dividirá el territorio. Daniel, intentando partir, quedará atrapado en la crisis del pueblo, cuya población se resistirá a desaparecer con la inminente llegada del progreso.
Un Director en la Barra
El caleño Oscar Ruiz Navia cuenta en su filmografía con reconocidos cortometrajes que exploran la imagen desde la perspectiva documental (Tres Libras: música para enfermos – Los hijos de la bestia) hasta la experimentación plástica con el lenguaje audiovisual (Al vacio 1,2,3 - Licuefacción). Su trabajo cinematográfico incluye la experiencia como asistente de dirección del filme colombiano seleccionado en Sundance Perro come perro (2008) de Carlos Moreno, la experiencia en los departamentos de fotografía de las películas El rey (2004) de Antonio Dorado y Yo soy otro (2008)de Oscar Campo, y su labor como productor desde su propia compañía Contravía Films.
Para Ruiz Navia “al finalizar el rodaje de esta película sentí, junto a mi equipo de trabajo, que nos habíamos adentrado en una comunidad de la costa pacífica colombiana para retratar sus complejidades, deseos y contradicciones, evitando al máximo el exotismo del foráneo o el paternalismo del hombre citadino. Con la complicidad de los lzugareños dimos inicio a este viaje en el que se sugiere una necesidad de cambio, una huida inaplazable en busca de otro camino, una reescritura de lo perdido y olvidado. Un hombre que encuentra un lugar rodeado de selva y mar en el que existe otra velocidad, una vida al margen dictaminada por las leyes de la naturaleza, un territorio que tambalea pues afronta la paradójica idea de “progreso”. Cabalgando en la ambigua brecha entre lo real y lo ficticio quise plasmar el choque de dos visiones, la ancestral vs. la foránea, y la incomprensión de quienes habitamos la urbe cuando creemos estar por encima de los que han permanecido en la periferia. Una metáfora sobre el estado crítico de nuestra sociedad colombiana esbozada de forma austera y respetuosa, pero ante todo, bañada por la epifanía de un espacio y unos rostros anónimos ávidos de ser conocidos por el mundo entero”.
Fuente: Arte en la Red