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A más de 600 metros de profundidad en el mar Caribe entre Cartagena y las Islas del Rosario, reposa desde el siglo XVIII uno de los más importantes tesoros de la época colonial que se negaron a abandonar las tierras del Abya Yala.
El equivalente a quince mil millones de dólares distribuidos en monedas de oro, plata, joyas y piezas valiosas, han alimentado durante 307 años los sueños de los más codiciosos y cazadores de tesoros del mundo.
Para muchos, hasta hace dos semanas la leyenda del Galeón San José era desconocida o no representaba interés alguno. Del mismo modo los medios de comunicación no generaban ningún tipo de contenido relacionado con este olvidado naufragio. Sin embargo desde el 4 de diciembre pasado cuando el Presidente de Colombia Juan Manuel Santos anunció el hallazgo en la costa Caribe del Galeón San José, los medios del mundo y gran parte de la sociedad colombiana opinan sobre el extraordinario descubrimiento. Asimismo diferentes actores políticos y económicos surgieron reivindicando la propiedad del barco y su contenido. El hallazgo del ‘San José’ y sus riquezas ha generado tanto interés que incluso se pronostican conflictos jurídicos internacionales en torno a la pertenencia del tesoro.
La historia del naufragio del Galeón San José es tan impresionante que pareciera sacada de un cuento de fantasía. Es igualmente impresionante el carácter absurdo e inverosímil del debate alrededor del hallazgo y de la firmeza con la que diferentes actores se reivindican la posesión de sus riquezas. Gobiernos de España, Colombia y posiblemente Perú, así como una firma privada estadounidense de rescates marinos, han entrado en una ilógica discusión motivada fundamentalmente por la codicia y la ambición sobre el contenido del Galeón San José. Este conflicto contemporáneo desatado por un tesoro que ya había sido hurtado en el pasado, refleja inevitablemente 307 años después, el mismo espíritu despiadado e inhumano con el que fueron arrebatadas estas riquezas a los Pueblos originarios del Abya Yala.
Las miles de monedas de oro y plata hundidas con el Galeón en el fondo del mar Caribe deberían representar en la actualidad una oportunidad única para Colombia y el mundo de reflexionar sobre nuestra propia historia; en vez de despertar sentimientos de ambición y disputa, el actual momento coyuntural del Galeón San José debería recordarnos la invasión, el saqueo y el genocidio de Pueblos y civilizaciones, realizado por la corona española en nombre de las Santas Cruzadas para poder obtener el tan codiciado tesoro.
La cuestión de fondo sobre el hallazgo del Galeón no debería reducirse a observaciones someras como las que inundan los periódicos o redes sociales. Lo importante acá no es determinar a quién le pertenece el tesoro en la actualidad, la cuestión fundamental debe ser ¿a quién le pertenecía el tesoro antes de ser hurtado por los españoles y bajo que procedimiento lo obtuvieron?
Desde un punto de vista ecuánime y responsable con la historia se podría expresar que los dueños históricos de las riquezas naturales que se hundieron con el Galeón San José son los Pueblos Originarios y Naciones Indígenas, dado a que ellos fueron las víctimas directas de la barbarie de la invasión y el saqueo de la época. Del mismo modo, en su condición de Pueblos Originarios del Abya Yala y entendiendo que la ´nación colombiana’ no había sido fundada en la época del naufragio como República criolla, convertiría de manera directa a los Pueblos Indígenas en los legítimos dueños del tesoro que reposa en el mar Caribe colombiano.
Más allá de saber quién es o no el dueño del tesoro del Galeón San José, deberíamos pensar también en la responsabilidad que se tiene como ´nación colombiana´ con las víctimas Indígenas que sucumbieron bajo la codicia de los españoles en el siglo XVIII. Los miles de millones de dólares en monedas de oro y plata por las que se disputan en la actualidad, simbolizan los millones de Indígenas masacrados hace más de tres siglos por los invasores europeos. Infortunadamente la realidad no ha cambiado, otros actores hoy saquean en nombre del desarrollo lo que dejaron los guaqueros de antaño.
Las generaciones Indígenas de hoy tienen el legítimo deber de exigir, no solo el tesoro del Galeón San José, sino el rendimiento de un tributo nacional a manera de reparación por lo que esta y otras embarcaciones y su contenido representó en el devenir histórico. Por tanto, el gobierno nacional debería emprender medidas pedagógicas, culturales y formativas de la mano de los Pueblos Indígenas y sus organizaciones representativas, para concienciar a la sociedad colombiana y latinoamericana sobre el trato discriminatorio que históricamente se le ha dado a los Pueblos Originarios.
Esta postura consciente de reconciliación sería el más acertado gesto de reparación histórica hacia las verdaderas víctimas de la codicia y evidenciaría ejemplarmente el espíritu de Paz que se viene cultivando en la Colombia multiétnica y pluricultural, a favor de la humanidad.
Fuente: cms.onic.org.co
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