Esta fue la consigna de los más de 250 delegados indígenas que asistieron al Primer Congreso del Pueblo Mapuche, donde, entre otras cosas, se buscó formar una organización unitaria y representativa de todas las comunidades Mapuche ante el gobierno y las instituciones chilenas.
Del 6 al 11 de octubre, el sureño estado de Lota (Chile) fue protagonista del Primer Congreso del Pueblo Mapuche ¡Esperanza para un futuro en autodeterminación!, el cual contó con la participación de grupos étnicos territoriales como Pehuenches, Huilliches, Lafquenches, Picunches, Mapuches urbanos, Empresarios Mapuches, Mapuches artistas, intelectuales, profesionales y estudiantes, como también observadores internacionales y expertos en derechos humanos de Austria, Alemania, Francia e Italia.
El objetivo primordial del Congreso, patrocinado por la Asociación para los Pueblos Amenazados (APA) de Göttingen (Alemania), fue formar una organización unitaria y representativa de todas las comunidades Mapuche ante el gobierno y las instituciones chilenas.
“Tradicionalmente se ha entendido que la lucha y el triunfo de nuestros derechos tenía que ser liderada por "la organización" más capaz, representativa y preclara; por ello muchas veces las organizaciones actuaron en competencia con sus pares, llegando muchas veces al desprestigio para posicionarse en un lugar privilegiado, que le permitía dirigir e imponer su liderazgo. Creemos firmemente que esta tendencia esta superada por los hechos históricos, la realidad actual nos interpreta a ser capaces de establecer alianzas entre iguales, alianzas entre hermanos que pensamos distintos pero que no somos enemigos y que, estas diferencias deben ser superadas por el bien superior del pueblo mapuche”.
Este Congreso se basó en cuatro aspectos fundamentales que afectan al pueblo Mapuche y, en general, al total de los pueblos indígenas de América latina: 1) El acelerado avance de la llamada “globalización”, que ha puesto en riesgo la identidad cultural, social y económica de estas comunidades aborígenes. “El pueblo mapuche no esta ajeno de ello, todo lo contrario, dado que en nuestro país, Chile, no existe ningún reconocimiento jurídico, este proceso puede significar la perdida total de nuestra identidad y posibilidades de existencia jurídica”. 2) La persistencia de las dificultades económicas, marginalidad social y racismo directo. “Los gobiernos de la concertación no han cumplido con los acuerdos a que se comprometieron en su origen, esto es: a) El reconocimiento constitucional. b) La ratificación del acuerdo de la OIT”. 3) Este pueblo, en las ultimas dos décadas, ha sufrido transformaciones sustanciales, siendo una de ellas la reorganización de las identidades territoriales ancestrales: a) Lafquenche, b) Pehuenche, c) Huilliche, sumándose los mapuches que habitan los sectores urbanos (principalmente de la región metropolitana), dejando la impresión de una gran dispersión orgánica ó “división de pueblo” y, 4) El Congreso tiene sus bases fundamentales en la Cosmovisión Mapuche, teniendo a la Tierra como el eje principal del desarrollo de la vida.
Ante esto, los más de un millón quinientos mil Mapuches que existen en Chile, casi el 10% de la población total, representados en el Congreso por 258 delegados, de los cuales el 46% fueron Mujeres, reclamaron al unísono que: “Hoy debe primar la alianza en lugar de la imposición. -Debe privilegiarse la cooperación en lugar de la competencia. -El trabajo colectivo en lugar del individualismo. -El respeto en lugar de la prepotencia. -La humildad de la sabiduría en lugar de la arrogancia y, -La solidaridad en lugar del egoísmo”.
Uno de los grandes logros de este Primer Congreso fue la conformación de un Parlamento Nación Mapuche, el cual será un instrumento para el establecimiento de la Alianza Estratégica del Pueblo Mapuche. El Parlamento Nación estará integrado por las identidades territoriales de Picunche, Pewenche, Huilliche, Lafkenche y Rañinche. Las Carteras de este Parlamento serán Hacienda y Economía, Relaciones Internacionales, Derecho, Salud y Vivienda, Educación y Cultura, y propenderá por el fortalecimiento económico, político, social y cultural del Pueblo Mapuche.
“Historia de un conflicto”
Para los Mapuche, que constituyen al rededor del 10% de la población chilena, las persecuciones del régimen de Pinochet nunca terminaron. La ley sobre seguridad interna, promulgada durante la dictadura militar, permite a las autoridades nacionales criminalizar y encarcelar a todos los Mapuche que, de forma pacífica, piden la devolución de sus tierras, expropiadas entre el 1973 y 1990.
Las mayores dificultades surgen cuando los Mapuche quieren proteger sus tierras ancestrales de la amenaza de los latifundistas y de los grandes megaproyectos que prevén represas y monocultivos en las tierras mapuche, generando hambre y pobreza entre los pequeños agricultores de la región. Generalmente la única posibilidad que tienen los Mapuche es la de ocupar las tierras: “pero inmediatamente son criminalizados y ahuyentados despiadadamente por las fuerzas del orden estatales y privadas pagadas por los latifundistas”. Más del 40% de los indígenas se vio obligado a migrar hacia las ciudades, principalmente hacia la capital, donde a menudo sólo han podido engrosar las filas de los pobres. Entre otras cosas, el Mapudungun, idioma mapuche, no está reconocido por el gobierno y las instituciones chilenas, y está en riesgo de desaparecer.
Durante la dictadura de Pinochet los Mapuche fueron perseguidos por el sólo hecho de ser indígenas, como un grupo de trabajo de las Naciones Unidas confirmó ya en 1978. La "Comisión para la verdad y la justicia", estimó que más de 100 Mapuche fueron asesinados o desaparecieron durante la dictadura. En julio de 2003 el encargado especial para cuestiones indígenas de las Naciones Unidas, Rodolfo Stavenhagen, condenó a la ley chilena sobre la seguridad interna y confirmó que las demandas de los Mapuche son legítimas y que su lucha es pacífica.