Se cierra hoy el segundo período de sesiones del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, el cual abordó, especialmente, el tema de los derechos de los niños y las niñas indígenas. Una de las intervenciones más contundentes fue hecha por la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras del Ecuador (FENOCIN), quien llamó la atención sobre la necesidad de centrar una mayor atención en la población indígena juvenil.
Antes de comenzar, permítanme saludar a todas y todos los representantes de los diferentes pueblos indígenas del mundo, en especial a todos los niños, niñas y jóvenes en nombre de la organización a la que tengo el placer de representar FENOCIN, de igual manera expresar mi agradecimiento al Fondo de Contribuciones Voluntarias de las Naciones Unidas.
En esta oportunidad, quiero hacer un llamado a los representantes de los Estados, miembros expertos del Foro Permanente sobre las cuestiones indígenas, agencias especializadas de las Naciones Unidas, pueblos indígenas y a todos los que nos encontramos en esta sala, a que consoliden su atención en los jóvenes indígenas, quienes han asumido el reto de buscar oportunidades de formación académica y han tenido que dejar su comunidad, pero muchas veces han tenido que retornar a sus pueblos por causas como la pobreza, la discriminación, la violencia, el abuso, etc. Muchos llaman a los niños y jóvenes como el futuro pero déjenme decirles que también somos el presente y a pesar de que somos jóvenes somos personas indígenas y ciudadanos del mundo.
En el caso de mi país Ecuador, la población es diversa y heterogénea, y la presencia de los pueblos indígenas es cada vez más inocultable, sin embargo la sociedad nacional, particularmente las élites de poder económico y político se han empeñado en promover una asimilación sociocultural y económica indiscriminada que ha ocasionado una ruptura de la identidad de los pueblos y el desarrollo de situaciones de racismo, esta realidad ha provocado que muchos niños y jóvenes indígenas empiecen a romper los lazos de identificación con su pueblo, con su lengua materna y con la tierra.
La experiencia de la niñez en el seno de la comunidad indígena, marca profundamente la vida de la persona y para comprender lo que es la identidad cultural indígena, es necesario conocer primero la cosmovisión de los pueblos indígenas. Y la pérdida de la relación social con la comunidad, por cambiar la vida a la ciudad para estudiar o trabajar, es para la mayoría de los indígenas equivalente a la pérdida de una experiencia integral de vida.
Hay que recordar que los sectores sociales más deprimidos pueden mejorar su situación a través del acceso a la información y del manejo del conocimiento. Entonces, entendamos que es urgente invertir en educación para la vida, que vaya mas allá del plano académico y que incluya lecciones en comprensión, derechos humanos, paz, aceptación y ciudadanía activa dirigido a niños y jóvenes, solo así podremos ir construyendo una sociedad intercultural.
En mayo del 2002, la Asamblea General aprobó el documento “Un Mundo apropiado para los niños”, el cual refleja las promesas de los líderes mundiales para mejorar la vida de los niños y jóvenes. En el plan de acción, los párrafos 22; 32, num. 7 y 40, num. 5, mencionan las desventajas que viven los niños indígenas, y según este plan de acción los Estados deben adoptar medidas necesarias para poner fin a la discriminación de los niños y niñas indígenas, se comprometen a brindar una educación de buena calidad en condiciones de igualdad respetando nuestra identidad, además aseguran la eliminación de inequidades en materia de salud y de acceso a los servicios sociales básicos. Es importante que los Estados no consideren a la educación como un gasto social sino como una inversión para el desarrollo.
Se hace indispensable, por lo tanto, la discusión de planes regionales de acción que permitan a los niños, niñas y jóvenes indígenas formular políticas y estrategias en donde el niño y el joven sean sujetos capaces de dar cuenta de su realidad, de opinar, de actuar sobre ella. Así podremos hablar de un nivel de participación, donde ellos sean el punto de referencia de instituciones y organizaciones, para que realicen una labor que puede dar cuenta de sus necesidades, sus aspiraciones, sus derechos y reivindicaciones. Para esto es indispensable que UNICEF, los Estados y los pueblos indígenas se involucren en el proceso de estas discusiones.
Al hablar de la participación de los niños, niñas y jóvenes, es necesario llegar no sólo a un pronunciamiento de sus palabras sino lograr un verdadero acercamiento, una comprensión del niño, niña y joven –como individuo y grupo- y su realidad, porque ellos se encuentran adscritos a un grupo social y cultural, el cual guía su proceso de socialización, dotándole de valores, concepciones y normas de convivencia social.