Documento presentado en el marco de la Asamblea del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe, sobre los desafíos que deben asumir los pueblos indígenas frente a procesos como el Área de Libre Comercio para las Américas.

  

Con el permiso de los espíritus de mis ancestros y el de ustedes. Permítanme hacer algunos comentarios que parecen ser importantes, para luego referirme más específicamente sobre el tema en mención, no  sin antes felicitar a los idealizadores del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe y a los que apoyaron su creación.

 

Entiendo que las preocupaciones de nuestros líderes en este momento, no están solamente en relación con los avances de proyectos internacionales, sino principalmente sobre como garantizar nuestra continuidad como pueblos diversos, pero amenazados por el “progreso, por la civilización y la religión”.

 

Habiendo sufrido un proceso de transformación negativa, fuimos dependiendo de nuevos productos, integrándonos al estado y adorando a dioses ajenos, además, nos enseñaran a pedir o mejor dicho mendigar por  proyectos de asistencia,  creados por quienes se benefician del tema indígena, como las ONGs.

 

Por lo tanto, para nadie es sorpresa la creación de innumerables instancias con miras a nuestra situación. Obviamente como es principio de la civilización, primero se procedió a exterminar aquellos que no comparten su proyecto y después del caos generado, viene la etapa de vivir de la miseria humana. Esta afirmación esta basada en las evidencias actuales pues en cada uno de los países en que vivimos, existen miles de iniciativas a nuestro nombre y millones de euros, reales o pesos, para temas sociales, jurídicos, ambientales y ciertamente con innovaciones como las consultas, la participación, protección de conocimientos ancestrales, recursos genéticos, entre otros.

 

Todas estas acciones,  en la realidad,  nos ha creado dependencia, división y un continuo proceso de  extinción lenta y silenciosa, como en Colombia, en donde además del envenenamiento por las fumigaciones, sufrimos por los actos de violencia cometidos por los actores armados del conflicto, tanto estatales como  los guerrilleros.

 

Uno 90 por ciento de nuestros territorios están invadidos y cuando defendemos la vida, somos considerados una amenaza a la “democracia”. Cito como ejemplo a la Comunidad de Sarayaku, del pueblo Kichua de la Amazonía que vive bajo las amenazas y enjuiciamientos del estado ecuatoriano a mando de las compañías petroleras como la Compañía General de Combustibles CGC.

 

Aquí en Perú, después del Sendero Luminoso y del régimen Fugimori, la nueva amenaza es representada por el proyecto Camisea, que como todos los planes de explotación de recursos naturales, necesitan eliminar los “obstáculos”  entre los que están  los Pueblos Matsiguenga, Yine y todos los que intentan vivir en paz en la selva, pero cuyos derechos son violados por  misioneros, madereros y otros invasores de territorios indígenas.

 

“Por más  que los beneficios que la explotación  de recursos naturales sean  necesaria, es  injustificable el sacrificio de sistemas espirituales, culturales o sociales de cualquier pueblo”.

 

 

Específicamente sobre el Fondo Indígena, señalo que nuestra participación así como la de otros actores ha sido fundamental para el avance de acciones cuya misión es la de mejorar nuestras condiciones de vida.

 

Para organismos como el Fondo Indígena, es importante considerar aspectos como la diversidad humana y la problemática existente en la región, lo que representa un gran desafío para cualquier órgano que pretenda desarrollar sus actividades particularmente en la Amazonia. Las respuestas inmediatas y concretas a esta situación,  siguen siendo un misterio. Primero porque los intereses y visiones son distintas  y luego porque esto genera un permanente conflicto, entre quienes buscan defender su vida y otros que están para sacar provecho, a los  que se añaden quienes no tienen opciones o porque han hecho un medio de vida como aquellos que se benefician del tema indígena. Esto genera una situación compleja: ha creado sistemas de captación, de división y pérdida de identidad.

 

Pretender impulsar políticas de desarrollo hacia nosotros con patrones mercantilistas  no implica que se obtengan resultados satisfactorios para ambos  lados, y esto no solo por la ausencia de comprensión distinta del mundo, sino también por los sistemas socio culturales, políticos y geográficos  que han determinado un patrón de superioridad  e inferioridad.

 

Nuestro anhelo es que los organismos de financiamiento o de otra naturaleza respeten los sistemas y procesos organizativos internos de cada uno de los componentes de la sociedad, para que este sea fortalecido por su diversidad,  en el conjunto de la población.

 

Las expectativas creadas por el Fondo Indígena deben ser realistas, donde su principal misión sea posibilitar que accedamos a las condiciones para desarrollar  acciones de acuerdo a nuestra visión y perspectivas. Esto necesariamente debe ser eficaz y práctico en su relación con otros organismos y principalmente con nuestras organizaciones, pueblos y comunidades. Los organismos deben definir claramente sus metas a corto, mediano y a largo plazo, disminuyendo costos y la burocracia.

 

El Fondo Indígena por su condición de  organismo tripartito e internacional, tiene la posibilidad de contribuir para el fortalecimiento de nuestros sistemas y perspectivas como Pueblos Indígenas, desde el impulso de acciones concretas, que no sean grandiosas, pero sí  útiles.

 

El apoyo a la consolidación de nuestras organizaciones en los niveles local, nacional e internacional, puede ser un elemento al cual el Fondo puede contribuir con la finalidad de promover y garantizar  no solamente nuestros derechos sino también  nuestros ideales.

 

Las líneas de acción del Fondo Indígena deben estar basadas en nuestras propias prioridades, evitando así la multiplicación de otras demandas sin que se hayan superado las que nos hemos propuesto e iniciado su ejecución. Como ejemplo, cito lo que hemos trabajado desde la COICA en el marco de la Agenda Indígena Amazónica – AIA cuyos componentes son los siguientes:

 

I Sostenibilidad humana, que busca afirmar principios y valores, donde el ser humano sea sostenible, con acciones sociales justas y no una mercancía como lo es en el modelo económico actual. Que estos valores nos permitan vivir con dignidad en nuestros territorios, sin que sea necesario mendigar en las grandes ciudades;

 

II Territorios y recursos naturales, trata de la seguridad territorial como base indispensable para nuestra continuidad como pueblos que somos; que la utilización de los recursos naturales sea para nuestros beneficios en los países que vivimos;

 

III Sistemas jurídicos propios y constitucionales, fortalecerá nuestros sistemas jurídicos ante las leyes nacionales e internacionales como afirmación de nuestra diversidad y sistemas de justicia propios, que deben ser  reconocidos en los países como un  derecho, incluso en la Constitución de los Estados Nacionales;

 

IV Fortalecimiento de sabidurías ancestrales y organizativo, busca afirmar y proteger  nuestras sabidurías ancestrales; evitar la generalización de ellas con la creación de conceptos, criterios y/o la apropiación por extraños. Fortalecer nuestras nuevas formas organizativas como un instrumento para la garantía de nuestros derechos e ideales; y

 

V Formación académica y científica, adquirir nuevos conocimientos que nos permitan protegernos y tomar decisiones teniendo como base  nuestra cosmovisión, nuestros territorios, la naturaleza y nuestros sistemas de vida.

 

Considero necesario referirme a que el Fondo Indígena no debe mezclar su función de organismo de cooperación técnica financiera con acciones políticas,  siendo que esta es la meta de las  propias organizaciones.

 

Los Estados  que son miembros del Fondo deberán aportar económicamente y permitir una coordinación de todas las acciones que se realizan a nuestro nombre. Buscando con esto obtener mayores beneficios lo que es positivo también para los Estados, para el Fondo Indígena y para nosotros como comunidades, pueblos y organizaciones.

 

He querido  manifestar estas preocupaciones. Aunque sean escuchadas y no entendidas, seguiré en la misión de expresar lo que siento y  lo que creo.

 

 
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