Lo que empezó como juicio por usurpación en contra de una familia mapuche puede terminar en el cuestionamiento a la legitimidad histórica de los títulos de propiedad de la Compañía de Tierras del Sur Argentino, hoy en manos de la multinacional Benetton.
El sobreseimiento de la familia Curiñanco-Nahuelquir demostró lo obvio: nunca hubo motivos reales para iniciar un juicio penal por `usurpación´ territorial. El alegato del Fiscal del Estado, la parte acusadora, paradójicamente demostró que ninguna de las causales que componen esa figura jurídica se correspondía con los hechos juzgados, a saber: engaño, abuso de confianza, clandestinidad, amenazas, violencia.
Este proceso puso en evidencia una vez más la aplicación de la "doctrina Colabelli" en la provincia de Chubut: dirimir en el fuero penal conflictos que debían ser resueltos en sede civil, al sólo fin de garantizar la `restitución´ de tierras a los `propietarios´ demandantes, en todos los casos terratenientes locales y/o multinacionales. Esto permitía ordenar violentos desalojos preventivos antes de que la cuestión de fondo, el derecho de propiedad afectado, fuera dirimida.
Resuelta la cuestión penal, ahora queda en primer plano el conflicto más relevante: la legitimidad de los títulos de propiedad que presentó la Compañía de Tierras SA. El lunes se dicta la sentencia.
La Defensa puso en cuestión la legitimidad de los títulos de propiedad que la Compañía exhibe sobre más de 900.000 hectáreas, y demandó que esta discusión se amplíe en un nuevo juicio civil. Se abre así un debate sobre la verdadera historia de la "Conquista" y posterior distribución de las tierras patagónicas. En cambio, la Compañía insistió en cerrar el tema alegando que los títulos (que datan de 1896) y el proceso desarrollado ya serían suficientes.
Durante todo su alegato el representante de Benetton apeló directamente al público presente, mezclando una actitud de víctima y un tono pedagógico para explicar la noción de propiedad privada que había sido afectada.
Frente a él se encontraban más de 200 mapuche y no mapuche, en quienes resonaban las palabras de Rosa y Atilio: "No podemos usurpar nuestra propia tierra, somos parte de esta tierra y queremos seguir viviendo en ella. Benetton no nos puede acusar de usurpadores, los usurpadores son ellos ahora. Se impondrá la verdad por sobre todas las cosas".