La característica universal de los humanos ha sido siempre la diversidad: diversidad de etnias, de visiones, de posiciones políticas, de nacionalidades, de sentimientos, de razas y etnias, de necesidades e intereses. El mundo indígena no ha sido ajeno a dicha diversidad, como tampoco a la influencia de agentes internos y externos que dinamizan esa diversidad, en un sentido tanto positivo como negativo, ya sea para el beneficio de los pueblos o para el beneficio propio, de intereses privados o extranjeros. Así, desde la conquista en América, encontramos numerosos casos en México, Colombia, Perú, etc, de líderes y liderazas indígenas que opusieron resistencia a los invasores, pero también no pocos casos de líderes que llevados por sus contradicciones con sus hermanos o su ambición, prestaron sus fuerzas al invasor y dividieron sus pueblos facilitando la conquista. 

 

Luego de una época de fortalecimiento y unificación de los movimientos indígenas en el contexto de lo local, lo departamental, regional, lo nacional y continental, muy marcada por el auge de sus luchas reivindicativas en torno a la recuperación de sus tierra, sus culturas e identidades, de luchas por el reconocimiento étnico y cultural, como resultado de su participación cada vez mayor en las esferas políticas, sociales y económicas nacionales e internacionales se ha venido observando en los últimos años una doble tendencia: por un lado de expansión de los objetivos de sus movimientos a través de la conformación de organizaciones supranacionales y redes de cooperación y apoyo mutuo, pero de otro, la atomización y el fraccionamiento en infinidad de organizaciones con intereses y propósitos diversos que aunque en el discurso postulan enunciados similares, en la práctica desarrollan posiciones a veces antagónicas.

 

El caso más reciente y de mayor notoriedad internacional ha sido el de la COICA, que divida en dos sectores realizó dos congresos casi simultáneos en dos países distintos. Muchas son las versiones y explicaciones dadas a dicho fraccionamiento, que además tuvo visos bochornosos que desdicen mucho de la filosofía de vida pregonada por sus líderes.  Con el fin de contribuir al debate, y sin que esto signifique en modo alguno que estemos o no de acuerdo con lo expuesto a continuación, publicamos un reciente documento de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana que trata interpretar dicho conflicto desde la perspectiva de los intereses trasnacionales de los Estados Unidos y otros agentes no gubernamentales de las grandes potencias.

 

Desde nuestra perspectiva, el mundo indígena debe reconocer a su interior su propia diversidad y tratar de tender puentes que impidan su distanciamiento o ubicación en bandos contrarios, partiendo de la premisa básica de que tales divisiones sólo benefician a quienes los han mantenido en la marginalidad y la pobreza. Pues mientras los peces chicos se pelean por las migajas, el tiburón se lleva la presa mayor.    

 

 

El plan para debilitar y quebrar al movimiento indígena y sus organizaciones en la región amazónica

 

Por: Equipo Técnico de la CONFENIAE

 

Las últimas semanas en especial, los buzones de correo electrónico de las organizaciones y las personas ligadas al mundo indígena se han visto inundados de mensajes contradictorios, de amenazas, acusaciones, desmentidos, etc. El tema central es el VII Congreso General de la COICA. Lo único que parece claro es que la COICA esta a punto de romperse. Las preguntas son por qué, quienes y que interés hay detrás de esto.

 

a. América Latina, la amazonía, el lugar que todos ambicionan

 

La Amazonía es una de las regiones más importantes del planeta. En sus 10.268.471 km2 habitan 390 pueblos indígenas con una población de casi 3 millones de habitantes, y abarca 10 países de América Latina. Guayana, Surinam, Guyana Francesa [1], Brasil, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, y Paraguay. Allí se encuentran importantes yacimientos de petróleo, gas y minerales. Es también la más importante reserva de agua dulce del planeta, y la región más valiosa de biodiversidad del mundo. Para Estados Unidos, América Latina ha sido su tradicional patio trasero, pero hoy tiene serias dificultades para mantener su hegemonía, por el proceso encabezado por presidente Chávez, la inestabilidad política y la crisis de los regímenes gubernamentales en Ecuador, Perú y Bolivia. El gobierno de centro izquierda del PT en Brasil, y el conflicto interno en Colombia, país donde a pesar de la intervención norteamericana a través del plan Colombia, no lograron derrotar a los movimientos insurgentes, pero agravaron la violencia política y la violación de derechos humanos.

 

Para los Estados Unidos un factor de desestabilización es el movimiento indígena. Las mejores expresiones serian el Ejército Zapatista de Liberación Nacional EZLN en México, el movimiento indígena ecuatoriano encabezado por la CONAIE [2] y ECUARUNARI que se volvió en los últimos años una referencia obligada del resto de movimientos de la región y del mundo. Además de su capacidad de lucha, comenzaron a ganar y/o desarrollar espacios de participación gubernamental, que cuestionan las formas y los negocios que EEUU y las trasnacionales realizan. El decenio de los pueblos indígenas tuvo muchos elementos cuestionables, pero hizo visible a los pueblos que habitan en la amazonía, una de las regiones mas codiciadas del planeta.

 

b.     La importancia de la COICA y su inconsecuencia

 

La COICA ­ Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, fue creada en 1984, por las organizaciones indígenas amazónicas que habían obtenido mayor experiencia o desarrollo organizativo. En la actualidad agrupa a 9 organizaciones que representan a los pueblos indígenas amazónicos, que son APA (Guyana), AIDESEP (Perú), CONIVE (Venezuela) [3], CONFENIAE (Ecuador), CIDOB (Bolivia), COIAB (Brasil), FOAG (Guyana Francesa), OIS (Surinam) y OPIAC (Colombia). La COICA fue el resultado de las necesidades de las propias organizaciones, que expresaba un desarrollo en el nivel de conciencia política de los líderes para enfrentar problemas y retos comunes. Y también respondió a las necesidades de las Agencias de Cooperación Internacional y las grandes ONG ambientalistas de contar con socios locales para impulsar sus agendas. Esta cercanía se ha ido debilitando en los últimos años, en especial porque las organizaciones indígenas han afirmado su autonomía y su propia agenda política. Ha quedado cada vez mas claro que lo que desean las grandes ONG ambientalistas (WWF, CI y TNC [4]) es la creación de grandes Parques Nacionales, arrebatando los territorios a los pueblos indígenas, que deben salir, o aceptar quedarse como parte de la “decoración ecológica.” En el caso de Agencias Gubernamentales, es significativo su acercamiento a organismos como la OCTA ­ Organización de Cooperación del Tratado Amazónico, cuya secretaria ejecutiva es Rosalía Arteaga propuesta por el régimen de Lucio Gutiérrez. La OCTA es vista por varios analistas como parte de las estrategias de los EEUU de control sobre la amazonía.

 

La COICA se construye para coordinar esfuerzos, para fortalecer a las organizaciones indígenas, presentando un frente común, a los gobiernos de la región, a los foros internacionales y países del norte. Pero ese papel se ha ido debilitando dramáticamente en los últimos años. Su Coordinador General, Sebastiao Manchineri [5], la ha conducido entre un discurso indigenista y el debilitamiento del movimiento. Del conjunto de resoluciones de la COICA menos de 5% tuvieron ejecución efectiva, un 10% más o menos y un 80% solo quedaron en declaraciones. No destinó ningún recurso financiero para implementar las resoluciones de apoyo, como en el caso de la lucha del pueblo de Sarayacu en Ecuador. Tampoco a la OPIAC en Colombia frente a las amenazas contra la vida y el extermino de los pueblos indígenas en ese país. No hubo nunca apoyo al muy necesario y solicitado fortalecimiento de las organizaciones nacionales. Cuidándose de que las resoluciones solo se queden en el papel.Y esto a pesar de que se gastan decenas de miles de dólares en consultarías todos los años, lo que debería ser investigado por el siguiente Consejo Directivo.

 

Para el año 2005 Sebastiao Manchineri elabora lo que él llama un “presupuesto” de la COICA, pero que en realidad era una relación de requerimientos con ninguno o muy pobres sustentos técnicos. Un trabajo realizado por personal del equipo técnico para marzo del 2005, incluido el administrador de la COICA, presenta un presupuesto de apertura de casi 2 millones 200 mil dólares, con un déficit de apertura del 70% ($ 1.555.531,80). El único financiamiento (del 30%) provenía de solo dos fuentes GTZ e INWENT ambas agencias alemanas. Esto era crítico porque luego de tres meses de iniciado el ejercicio presupuestal (marzo 2005) no había ningún proyecto en negociación para cubrir este déficit.

 

La pregunta era por qué se hacía un presupuesto de esa manera. La respuesta puede ser, porque se lograba ocultar el manejo efectivo de los 409 mil dólares de la GTZ y de los 159 mil dólares de INWENT, en medio de cifras astronómicas no financiadas. Así, si una organización nacional requería recursos, se le decía que no era posible por que no se había obtenido fondos (obviamente por culpa de las malvadas Agencias de Cooperación), pero se ocultaba que por ejemplo que solo el consultor Juan Reátegui de la GTZ (asesor de Manchineri), le había costaba a la organización 50 mil dólares durante 18 meses. O que los gastos de servicios telefónicos llegaban a 40 mil dólares al año, o que pretendía gastar 35 mil dólares en un vehiculo (incluido chofer, seguro, mantenimiento),  o para viajes internacionales se pretendían destinar 94 mil dólares, incluidos 50 mil dólares solo para viáticos [6], mientras que para la compra de equipos de comunicación para las 9 organizaciones solo se había destinado 5 mil dólares en total (555 dólares por cada organización). La distancia entre el discurso indigenista y su manejo efectivo de las finanzas de la COICA es abismal y como veremos luego incluye el abuso de bienes y recursos en beneficio propio y de sus familiares.

 

La relación del señor Manchineri con la Cooperación Internacional estuvo marcada por un discurso que pregona la autonomía, la transparencia, etc. en especial contra la GTZ (Cooperación Alemana), IBIS (Cooperación danesa) y OXFAM América. Pero Manchineri no fortalece ni los sistemas administrativos, ni la transparencia de la organización. No distribuye los recursos a las organizaciones nacionales, y aparecen una serie de  irregularidades en una auditoria realizada por IBIS [7], y otra por la propia Área de Comunicaciones de la COICA. Es demostrativo el caso del Fondo FIDEICOMISO de la COICA que es administrado por OXFAM América y que llega a cerca de 1 millón de dólares. El señor Manchineri reclama que ese fondo debe ser transferido para ser administrado por la COICA, pero a quien coloca para elaborar el reglamento del funcionamiento futuro del Fondo es a su propia esposa Rona Iza.

 

Luego esta el caso de sus relaciones con ALDHU. El señor Manchineri ingresa a Ecuador para asumir sus funciones de Coordinador General de la COICA, pero luego se legaliza por un contrato de trabajo con la ALDHU [8]. En el 2001 a poco de asumir el cargo, avala a esa institución, en una solicitud de recursos por más de 1 millón de dólares a la Unión Europea. ALDHU recibió el financiamiento, y la COICA solo recibió en 3 ó 4 ocasiones algunas decenas de revistas y casetes de audio, lo que evidentemente se presenta como un conflicto de intereses.

 

Él reclama que la “COICA” no se debe, ni se va a adaptar a las formalidades de las Agencias de Cooperación Internacional que “le chupan la sangre a los Pueblos Indígenas”. Que lo que requieren son acuerdos globales de transferencia de recursos y no proyectos aislados o parciales. A partir de eso prácticamente no se presente ningún proyecto de ayuda, que pueda garantizar la sostenibilidad de la COICA para los años 2005 y adelante. Se compromete al conjunto de la organización en una orientación aislacionista cuyo contenido y consecuencias no son consultados a los presidentes nacionales. Y todo esto pone en peligro la propia operatividad de la sede central de Quito [9].

 

Por otro lado se van generando distancias y roces con las otras organizaciones indígenas y sociales de la región y en especial del Ecuador. Por un lado su notoria cercanía con el régimen de Coronel Gutiérrez, y por otro lado Sebastiao Manchineri, su esposa Iza y su asesor Juan Reátegui argumentan que temas como el TLC, el Plan Colombia, la Deuda externa, no son propios de la Agenda Indígena, que ya hay otros actores sociales allí, y que la COICA no debe perder la personalidad. El resultado es que la coordinación general de la COICA no hace nada para luchar contra las políticas neoliberales cuyos efectos nefastos en particular sobre los pueblos indígenas han sido evidenciadas ampliamente.

 

Pero lo contradictorio de este discurso aislacionista es que paralelamente amplia las relaciones con organismos como el Fondo Indígena [10] y la OCTA con quien firma un convenio de colaboración en octubre del 2005. Y estrecha más las relaciones con la FLACSO Ecuador que es presentada como el centro de formación de los líderes indígenas de la región.

 

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