José Proaño, vocero de Acción Ecológica, denuncia los devastadores efectos ecológicos y de salubridad en los habitantes de la amazonía que pertenecen al pueblo Huaorani, lo que denominó como un etnocidio perpetuo, causado por grupos madereros y por la Estación Cononaco, en el campo Auca, donde opera Petroproducción, ubicada en el Km. 91 de la vía Auca.

 

El territorio que pertenece al pueblo Huaorani desde hace cientos de años ha sido invadido desde hace algún tiempo por la contaminación y la destrucción ambiental, ha sido devastador el efecto que ha causado sobre la comunidad, además les han sido violado sus derechos colectivos amparados en la constitución ecuatoriana y en diferentes convenios internacionales como el Art. 169 de la OIT,  que tienen como pueblos indígenas.

 

La contaminación que ha generado la estación ha afectado gravemente el agua de los esteros y ríos, lo que es sumamente delicado ya que las familias huaoranis utilizan estos vertimientos para proveerse de agua, e igual de importante es la pesca la cual es su mayor fuente de alimentación. Además este territorio es trascendental para la comunidad porque es su espacio, su territorio, su punto crucial para el intercambio socio cultural. 

 

Según el comunicado emitido por Acción Ecológica, ninguna de las empresas reconoce que le esta generando perjuicios a los habitantes y desconocen su responsabilidad legal, tampoco se hacen responsables de los daños causados al ambiente, y no han dotado de agua segura a la comunidad, tampoco les han propuesto algún tipo de solución, y lo que es peor, rechazan la presencia de los afectados cuando éstos se acercan a las instalaciones para reclamar por las enfermedades y escasez que les toca vivir.

 

Proaño describe gráficamente cómo es la difícil situación que viven actualmente los habitantes de esta zona: “El río Shiripuno, que desemboca en el río Yasuní, recibe  los residuos tóxicos y basura proveniente de la estación Cononaco. Alrededor de un kilómetro de distancia se encuentran las primeras casas huaoranis, que dependen del agua para su sobre vivencia y donde los niños se bañan diariamente. Todos sufren de afecciones de la piel, enfermedades gastrointestinales, y otros síntomas asociados a la contaminación permanente,  especialmente las mujeres, que son quienes están en mayor contacto con el agua, por esto son las más afectadas”.

 

Además del problema del agua, los huaoranis también han sido amenazados por los madereros que comercializan este producto sacado del Parque Nacional Yasuní, ha llegado intimidar a los indígenas diciéndoles que si presentan alguna denuncia sufrirán las consecuencias. Así lo han manifestado las familias huaoranis presentes en la zona, quienes ya están cansados de los reiterados hostigamientos e intimidaciones.

 

Cabe anotar que en este sector existe presencia militar y son ellos quienes vigilan las instalaciones petroleras, pero no hacen nada por hacer cumplir las leyes ambientales y civiles. El mismo caso da con la policía, pues tampoco cumple su deber, ni hacen valer su autoridad para vigilar la ilegalidad de estas situaciones.

 

“Los comercializadores ilegales de madera, pagan entre  $1 y $15 USD, por árboles centenarios que únicamente existen dentro del área protegida y del territorio Huao. Cuando hay oposición de los indígenas para talar el bosque, los madereros ingresan con amedrentamientos y cumplen con sus nefastos intereses”, asegura José Proaño, además hace la siguiente denuncia: “La semana pasada, la empresa Petrobras ha decidido no construir la nueva carretera dentro del Parque Yasuní, con la intención de conseguir una nueva licencia ambiental para iniciar sus operaciones en el denominado Bloque 31, que forma  parte del territorio ancestral Huaorani, de ser entregado este permiso, responsabilizamos al ministerio del ambiente y a las autoridades encargadas, de perpetuar los crímenes antes expuestos y ser los culpables de la desaparición de  las culturas indígenas así como de la biodiversidad única que existe en la Amazonía.”

 

Lamentablemente los pueblos indígenas y campesinos en su posición de vulnerabilidad han sido pisoteados constantemente a través de los años en sus derechos, como el continuo desplazamiento que han tenido que sobrellevar la carencia de justicia social; además esto no es sólo cuestión de territorio, es cuestión de salud, han puesto en peligro la vida de una comunidad y se le ha generado efectos devastadores a la ecología. Parece que estas empresas no tienen como premisa la construcción de una sociedad basada en el desarrollo sostenible, y continúan asesinando al planeta y de paso a quienes habitan en él.

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar