Los desastres naturales que se están registrando con mayor continuidad en los últimos años están afectando a millones de personas alrededor del mundo, ahora es Argentina que también ha sido afectada por las incesantes lluvias y desbordamientos de ríos, dejando aisladas a unas once mil personas en el departamento de Rivadavia en el noreste salteño.

 

Según la publicación del diario argentino La Capital el Intendente de Santa Victoria, Juan Carlos Bruno ha lanzado un pedido de ayuda a toda la población ya que unas once mil personas, el 70 por ciento indígenas permanecen aisladas y sin alimentos en el departamento Rivadavia en el noreste salteño debido a las intensas lluvias y  el desborde anual del río Pilcomayo y sus afluentes. Estos excesos de la naturaleza volvieron intransitable  la zona para los proveedores habituales que llegaban por tres rutas de tierra provinciales, según detalló en diálogo con Télam, el jefe comunal.

 

“En Santa María se caen las casas de los aborígenes que son de adobe, por eso necesitamos plástico, pero sobre todo alimentos, colchones y, si es posible, ropa y calzado”, destacó el intendente al diario La Capital. En su mayoría los afectados perdieron sembrados y animales por el aumento del nivel del Pilcomayo, el cual alcanzó los 6,10 metros.

 

Según las autoridades y los involucrados en el rescato lo normal es que el río alcance los 1,80 o 2,20 metros, pero que aún así es claro que cada año el afluente se desborda. La falta de acceso al sector ha complicado la ayuda. Según testimonio de habitantes hace dos meses tienen problemas de abastecimiento y esta escaseando la comida en su totalidad ya ha sido insuficiente la ayuda por parte del gobierno aunque agradecen sus esfuerzos.

 

Santa Victoria Este, en el noreste salteño, está ubicado a unos 500 Km. de la capital provincial, fronterizo con Bolivia; los tres accesos posibles son todos de tierra en medio de caminos que se inundan y su acceso es casi imposible ya que el agua llega a la cintura. Además de el problema de abastecimiento de comida de los afectados, también se han generado problemas económicos, El intendente explicó que los habitantes de la zona viven del “canje”, cambian lechones por quesillos, melones o pan casero pero estas dificultades no permiten que se movilicen para hacer sus transacciones”.

 

Las autoridades del pueblo expresan que los indígenas están enfrentado difíciles situaciones alimentarias debido a que perdieron sus siembras o no pueden cazar: “los aborígenes comen yuyos amargos para que se les pase el hambre y muchas veces el almuerzo es un jarro con agua endulzada” ante la imposibilidad de recuperar sembradíos o salir a cazar porque el agua llega a la cintura. Los habitantes y los mandatarios esperan que llegue cualquier tipo de ayuda lo más pronto posible, ya que la situación con el tiempo se esta agravando aún más.

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