El próximo 18 de diciembre, Evo Morales Aima, podría ser el primer presidente indígena que gobernaría a Bolivia después de más 500 años de la opresión extranjera que se remonta a la conquista española. Este hecho reviste un especial significado en un país en donde el 60% de de la población se autodefine como indígena, el 70% son pobres y en donde los usos, costumbres y culturas indígenas son vigentes.

 

La inestabilidad política, la fragmentación de la sociedad, el regionalismo exacerbado, la frágil institucionalidad y la corrupción son los grandes desafíos que deberá asumir el nuevo mandatario del país más pobre Suramérica. Adicionalmente, tendrá que afrontar las presiones de un mundo globalizado que exige las aperturas de las fronteras y la inserción de la economía local en el escenario internacional.

 

En Suramérica, los líderes procedentes de los sectores populares han cobrado importancia en la medida que, de alguna manera, ofrecen a estos la posibilidad de sentirse verdaderamente representados en los entes gubernamentales. La posible elección del líder indígena Evo Morales, para ser el presidente de los bolivianos, puede ser la institucionalización de este modelo en el sur del continente.

 

Desde hace más de veinte años, Bolivia ha trabajado por recuperar los derechos y libertades ciudadanas perdidas durante las dictaduras, y aún cuando en los años ochenta se visualizaba un panorama alentador, en materia económica la distribución de la riqueza es tan desigual que el 70% de los 9,2 millones de bolivianos son pobres, y muchos de ellos dependen del cultivo ilegal de la hoja de coca.

 

La candidatura de Morales, representante del izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS), definitivamente está marcada por su férrea crítica a la política exterior, de seguridad y comercial de los Estados Unidos, quien a su vez teme la consolidación de una alianza entre Morales, Fidel Castro de Cuba y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías. Ya en el pasado, la Embajada Norteamericana en  La Paz, a través de sus portavoces, han acusado al líder indígena de recibir financiamiento del presidente del país bolivariano.

 

De otra parte el MAS, era un movimiento político en extinción lenta, que con nuevos objetivos prometía alcanzar poder y visibilidad para los sectores más pobres de la población. A través de éste los agricultores de hoja de coca podrían alcanzar la legalización de sus cultivos de manera más fácil que si estuvieran solos. De esta manera, el MAS fue recobrando vida hasta conseguir en unas elecciones la mayor cantidad de autoridades elegidas en los 327 gobiernos locales del país.

 

Para estas elecciones, Morales cuenta con un gran favoritismo en las encuestas, sus deseos de nacionalizar las reservas de gas en Bolivia y reservar escaños del Congreso para los sindicatos y los grupos étnicos, han hecho que los más pobres y los desplazados de la economía tradicional en este país lo apoyen de manera incondicional.

 

Los opositores del candidato del MAS argumentan que en este momento de la historia de la humanidad lo importante es insertarse en la comunidad internacional y no regresar a la economía comunal que defienden muchos sus seguidores. Esta situación produciría una división en el pueblo boliviano en el caso de que Morales resulte triunfador en los comicios electorales, pues sus seguidores lucharían por la conservación de una economía basada en el cultivo de sus productos naturales y el autosostenimiento, y los opositores pugnarían por la globalización. Finalmente, la última preocupación con la hipotética presidencia de Morales sería un mandato breve por las divisiones políticas que enmarcan el futuro del país.

 

Indígenas colombianos opinan

 

Frente a la posible elección de Evo Morales como Presidente de Bolivia, el senador indígena Gerardo Jumí, señaló que este nuevo gobierno causaría una enorme expectativa para todo el continente; “para los no indígenas, quienes han impuesto los estados, los regímenes y las oligarquías, y para los indígenas que han sido víctimas de estas imposiciones. Los indígenas en los gobiernos locales tienen una mínima participación e influencia, pero cunado se trata de la elección de un presidente la expectativa y la empresa es mayor”.

 

El congresista Jumí resalta el carácter democrático de las luchas indígenas de América Latina, puesto que éstas respetan las vías democráticas y constitucionales. No son de carácter separatistas y no pretenden imponer una visión de nación sobre los demás. “Este es el caso de Bolivia en donde los movimientos indígenas no recurren al uso de las armas, por el contrario utilizan los mecanismos institucionales para gobernar, por esta razón esta es una lucha admirable”, indicó Jumí.

 

Que un indígena asuma la presidencia de Bolivia, tendría un gran impacto en los pueblos de América Latina. Si bien las luchas no se copian, porque en cada país se viven procesos diferentes, no cabe duda que el triunfo de Evo Morales, se constituiría en un ejemplo para el continente.

 

 
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