El 95.4% de la población indÃgena panameña sobrevive en condiciones de pobreza, mientras que el 86.4% de éstos están bajo el Ãndice de pobreza extrema. El informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) indica que en algunas zonas persisten serias carencias en habilidades básicas como la lectura y la escritura, lo que conlleva a la necesidad de aplicar una educación bilingüe que ayude a reducir las grandes diferencias en materia de acceso a la educación.
IndÃgenas panameños: la cara oculta de la pobreza
Tomado de www.enlineadirecta.info
Inforpres/Alexander Bermúdez
95.4% de los indÃgenas panameños están en situación de pobreza Hambre, desnutrición, enfermedades y tierras principales problemas. El panorama no ha cambiado mucho para ellos en los últimos 100 años. Principalmente, las poblaciones indÃgenas panameñas luchan contra tres flagelos: la pobreza, la aparición de enfermedades que se creÃan desaparecidas como la malaria y la posesión de sus tierras. A pesar de que constituyen el 10% de la población panameña, los indÃgenas sobreviven marginados de la educación, salud y servicios básicos, asà como presos de la discriminación racial.
Los indÃgenas en el siglo XXI
En Panamá existen al menos cinco etnias indÃgenas reconocidas (Emberás, Wounaan, Kunas, Ngöbes Bugles y Bokotas), aunque existen al menos otras tres etnias, que por ser poco estudiadas, no son reconocidas como tales en estudios sociológicos, antropológicos o por las autoridades gubernamentales. Casi todos viven en regiones apartadas y poco accesibles, aunque los miembros de dos de los grupos más importantes (Kunas y Ngöbes) migran constantemente a centros urbanos en busca de mejores oportunidades de vida o hacia sembradÃos de café o caña de azúcar para ser mano de obra barata en tiempo de cosechas.
Sociologicamente, se les divide entre los grupos que han permanecido relativamente aislados y que conservan sus propios esquemas culturales y económicos (Emberás, Wounaan, Bokotas y las tribus de las que no se tiene registro antropológico); los que conservan gran parte de su cultura (Kunas y Ngöbes); y el sector de la población "desindianizado" (Kunas y Ngöbes) la mayo-rÃa de los cuales han migrado hacia centros urbanos). A inicios del siglo XXI, los 285 mil 231 indÃgenas panameños (el 10% del total de la población del paÃs) enfrentan los mismos problemas de siempre: pobreza, alta mortalidad infantil debido a la desnutrición; falta de acceso a los servicios básicos de salud y educación, enfermedades que se creÃan superadas como la malaria y luchas por la pose-sión de tierra con colonos y ladinos.
Los más pobres
El informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) del 2003 los define como los más pobres entre los pobres. El 95.4% de la población indÃgena panameña sobrevive en condiciones de pobreza, mientras que el 86.4% de éstos están bajo el Ãndice de pobreza extrema. El 50% de la población infantil indÃgena padece desnutrición y de retardo de crecimiento; mientras, la expectativa de vida entre la tribu más pobre, los Wounaan, es apenas de 40 años - la expectativa de vida de panameño común es de 74 años. El 36% de la población indÃgena en general jamás ha tocado un libro, mientras el gobierno se jacta de haber reducido el analfabetismo al 2% de la población del paÃs.
Apartados casi en su totalidad de las grandes urbes, las oportunidades económicas para un indÃgena promedio son muy limitadas. A ello se suman su falta de conocimiento sobre técnicas modernas de producción agropecuaria (aunque se ensayan proyectos de granjas autosostenibles, sobre todo para Kunas y Nnöbes, los dos grupos con mayor población) y el hecho de que muchos de sus asentamientos están en tierras poco fértiles. En el pasado, Paulina Franceschi, coordinadora del Proyecto Informe Nacional de Desarrollo Humano ha declarado que la pobreza en las áreas indÃgenas del paÃs es más difÃcil de combatir porque requiere de estrategias complejas y de largo plazo (La Prensa 15/5/2004).
Aunque, el gobierno no ha sido totalmente indiferente frente a la realidad que vive el 10% de su población, muchos de estos proyectos tienen enfoques cortoplacistas o no se les da el debido seguimiento para garantizar que se cumplen las metas establecidas. Existen proyectos pilotos como los de granjas autosostenibles en las comunidades Kunas de IrgandÃ, Ukupa y Maguebgandà en los que se ha sembrado en promedio unas diez hectáreas de maÃz y se ha facilitado gallinas y puercos.
El Programa de Desarrollo Sostenible de Darién, que fue desarrollado con US$5 millones de fondos de la agencia de cooperación estadounidense USAID, incluye varios proyectos de desarrollo sostenible entre las áreas indÃgenas Emberás y Wounaan durante tres años (2003-2006). Este proyecto complementa un préstamo de US$80 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la construcción de carreteras y el desarrollo comunitario en el Darién.
Malaria y analfabetismo
Los servicios básicos de salud son precarios en las áreas indÃgenas, y en los pocos centros de salud que quedan a horas de camino de sus poblaciones, por lo gene-ral la salubridad y las medicinas brillan por su ausencia. Asà lo ha reconocido el nuevo ministro de Salud, Camilo Alleyne, quien dijo a la prensa que una de sus prioridades es llevar verdaderos servicios de salud a los indÃgenas (TVN 15/8/2004).
A principios de este año se presentó un brote de malaria, enfermedad que se tenÃa por erradicada del paÃs. Al menos unos 200 casos se reportaron, de los cuales el 90% eran de indÃgenas y el 10% restante personas que habÃan estado en contacto con comunidades indÃgenas. A lo primero que se enfrentaron las autoridades de salud para combatir el brote fueron las barreras culturales: primero, las autoridades indÃgenas no permitÃan el acceso de personal médico a las áreas afectadas, pues decÃan que sus medicinas eran el mejor remedio para ese "mal de espÃritu"; luego, se resistieron por algún tiempo a las vacunaciones y por último, a las fumigaciones contra el mosquito transmisor.
Es común la carencia de agua potable para ellos, lo mismo que la casi total ausencia de carreteras hacia sus comarcas. En educación, a pesar de que algunos han alcanzado estudios universitarios (sobre todo los de la etnia Kuna), el informe del PNUD indica que en algunas zonas persisten serias carencias en habilidades básicas como la lectura y la escritura. Existe, además, la necesidad de aplicar una educación bilingüe que ayude a reducir las grandes diferencias en materia de acceso a la educación.
Conflictos
El 22% del territorio panameño es considerado por ley reserva indÃgena (comarcas). Las cuatro principales etnias (Kunas, Emberas-Wounaan y los Ngöbe) cuentan con comarcas propias (los Emberas-Wounaan comparten una misma comarca) en las que tienen autoridades locales, con gobierno y leyes propias.
Sin embargo, la migración constante de azuerences a Darién, la más apartada e inhóspita de las provincias panameñas y en la que queda la comarca Embera-Wounaan, ha provocado conflicto por tenencia de tierras entre los inmigrantes y los indÃgenas.
El más reciente conflicto de éstos, en los que salieron a relucir armas de fuego y machetes, se registró el pasado 16 de agosto y en él tomaron la peor parte los colonos.
El conflicto, que se ha vuelto recurrente en los últimos diez años, se centraba en que los colonos habÃan movido los lÃmites de la comarca durante la noche, para invadir las tierras protegidas y dedicarlas al pastoreo.