LÃderes indÃgenas denunciaron su exclusión de las negociaciones sobre un régimen obligatorio para regular el acceso a los recursos genéticos del planeta, durante la conferencia de biodiversidad que concluyó el 31 de marzo en Curibita- Brasil. La adopción de un régimen internacional vinculante, que establezca reglas para el acceso a los recursos genéticos y el reparto de los beneficios de su explotación, fue el tema más polémico durante las discusiones, este argumento fue promovido por paÃses en desarrollo y ricos en biodiversidad, entre ellos México, Colombia y Brasil, pero rechazado por varias naciones industrializadas.
IndÃgenas denuncian exclusión
Por: Mario Osava
Tomado de: www.tierramerica.net
Las etnias no tuvieron voz en las negociaciones sobre un régimen global para el uso de recursos genéticos en Curitiba, Brasil. Pero se preparan para conseguirla en 2008.
LÃderes indÃgenas denunciaron su exclusión de las negociaciones sobre un régimen obligatorio para regular el acceso a los recursos genéticos del planeta, durante la conferencia de biodiversidad que concluyó el 31 de marzo en esta ciudad del sur de Brasil.
“Los indÃgenas tenemos que ser socios al mismo nivel que el Estado cuando se explotan recursos con aporte de conocimiento tradicionalâ€, dijo a Tierramérica Marcos Terena, coordinador de la presencia de las etnias en la octava Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP-8).
La adopción de un régimen internacional vinculante, que establezca reglas para el acceso a los recursos genéticos y el reparto de los beneficios de su explotación, fue el tema más polémico durante las discusiones de once dÃas de la COP-8, en las que participaron unos tres mil 600 delegados de 173 paÃses.
El régimen es promovido por paÃses en desarrollo y ricos en biodiversidad, entre ellos México, Colombia y Brasil, pero rechazado por varias naciones industrializadas, y la mayorÃa de analistas coincide en que tardará años en materializarse.
El Foro Internacional IndÃgena sobre Biodiversidad (FIIB), creado hace una década y que representa a más de un centenar de etnias de todo el mundo, protestó por su marginación del debate sobre el régimen que, aseguran, afectarÃa directamente las vidas de los habitantes ancestrales de los territorios donde se encuentran los recursos genéticos.
Poco más de 200 indÃgenas, 180 de ellos vinculados al FIIB, estuvieron presentes en la COP-8.
"Queremos una participación en las negociaciones del régimen del mismo nivel que tenemos en los artÃculos 8j y 10c del Convenio sobre la Diversidad Biológica", dijo Terena, también dirigente del Comité Intertribal brasileño y representante por su paÃs de la FIIB.
Los artÃculos 8j y 10c tratan de la preservación de "conocimientos, innovaciones y prácticas tradicionales" y de los "usos consuetudinarios de los recursos biológicos", en cuya implementación sà se acogió la presencia indÃgena.
Pero muchos gobiernos rechazan las aspiraciones de las etnias de participar en las discusiones sobre el régimen vinculante, argumentando que el Convenio reconoce la soberanÃa de los Estados sobre sus recursos naturales.
Nuestra demanda se basa en la premisa de que “los pueblos indÃgenas deben tener autonomÃa en la gestión de sus territorios y usufructo de sus recursos naturalesâ€, dijo Terena.
"En primer lugar, necesitamos mecanismos de protección de los conocimientos y prácticas indÃgenasâ€, destacó, preocupado por bancos de datos y otras iniciativas que hacen disponibles esas informaciones al mercado.
Pero reconoció que en materia de reparto de los beneficios de la explotación de la biodiversidad, los indÃgenas aún tienen que aclarar ideas. Los brasileños, por ejemplo, estuvieron ausentes de las COP anteriores. Hicieron cursos sobre el Convenio para participar en la COP-8 y sólo en la próxima, dentro de dos años, estarán efectivamente capacitados para influir, evaluó.
Para algunos, equiparar el conocimiento tradicional y el cientÃfico supondrÃa dividir las posibles regalÃas en partes iguales. Otros hablan de 25 por ciento.
Las aspiraciones indÃgenas también enfrentan otros desafÃos complejos. Los
obstáculos empiezan por la identificación de los pueblos indÃgenas. En la mayorÃa de los paÃses asiáticos no son reconocidos, sino diluidos como "minorÃas étnicas", observó Terena. En otras naciones se alega que toda la población es autóctona.
Los gobiernos tampoco los reconocen en toda Ãfrica, aseguró a Tierramérica Lucy Mulenkei, quien dirige la Red de Información IndÃgena en Kenia. En Camerún, por ejemplo, la Constitución los menciona, pero ellos no tienen derechos en la práctica, dijo.
"Hay indÃgenas en todos los paÃses africanos y son pueblos que mantienen sus culturas y tradiciones ancestrales, sobreviviendo en sus territorios fuertemente discriminados por los gobiernos", definió.
Un caso paradigmático es el de su propia etnia, la maasai, con cerca de medio millón de personas que mantienen su identidad pese a la marginación y las presiones que redujeron su territorio. Los indÃgenas se "autoidentifican", no dependen de la certificación externa, señaló.
Espiritualidad, cultura que incluye lengua propia y territorialidad, en ese orden, son los elementos de la identidad indÃgena, según Terena.
"Queremos ser reconocidos como 'pueblos' y no simples comunidades", aclaró por su parte Florina López, indÃgena kuna, de Panamá, quien coordina, junto con Malenkei, la Red de Mujeres IndÃgenas sobre Biodiversidad.
López admitió que es "muy difÃcil" que los Estados cedan una parte del control, aceptando incluir a los indÃgenas en las discusiones sobre el régimen vinculante.
El reparto de beneficios será, "quizás, para el próximo siglo", bromeó, recordando que el FIIB fue acogido sólo como órgano asesor del Convenio sobre la Diversidad Biológica en 2002, durante la COP-5. "Es insuficiente, pero es un camino" hacia una verdadera participación en las negociaciones, evaluó.
Ramón Tomedes, del pueblo ye’kwana, de Venezuela, coincidió en la cautela y llamó a "no ceder conocimientos indÃgenas hasta que los pueblos en la base tengan claridad" sobre lo que se está negociando.
Pero rechazó las crÃticas de que buscar beneficios es privatizar patrimonio común de la humanidad. Las eventuales regalÃas se distribuirÃan colectivamente, como ya hace su pueblo, beneficiando a 52 comunidades.
"Nosotros resguardamos conocimientos tradicionales, pero sin encerrarlos, porque ellos pueden beneficiar a nuestro pueblo y al mundo y no queremos aislarnos", aseguró a Tierramérica.