Marcela Cornejo expone en este artículo que los votantes peruanos no lo harán por el candidato presidencial con las ideas más consistentes, sino que ejercerán el voto de castigo al político corrupto, votando entonces por un liderazgo insurgente, que desafía un statu quo que los agrede. Cornejo, escribe como representante de Cendoc, (Centro de Documentación sobre la Mujer) y de Chirapac, la cual es una Asociación Civil conformada por andinos y amazónicos para generar propuestas y acciones con los pueblos indígenas, especialmente con mujeres, adolescentes y niños.

Elecciones, pueblos indígenas y ciudadanía en el Perú

Por: Marcela Cornejo (Cendoc-Chirapac)

El Perú está viviendo los últimos tramos de una campaña electoral que se torna decisiva para enrumbar el destino social y económico del país. Muchos analistas internacionales se preguntan porqué en un país con un balance de gestión prometedor en el ámbito de las cifras macro económicas*, sigue siendo escéptico con el sistema democrático y opta por apostar a regímenes autoritarios y autocráticos, que invocan la necesidad de renovar completamente el proyecto nacional y apelan al factor étnico como fuerza de lucha reivindicativa ( “Peru: Desencanto con la democracia” ; “ Las razones del ascenso de Humala en el Perú ” ).

Esto sucede porque a pesar del discurso de la nación moderna como comunidad diversa unida por las viscisitudes de la historia, la exclusión sigue siendo la más dura realidad de la población de origen indígena, pues el racismo y la subvaloración o tergiversación maniquea de las culturas tradicionales los ha convertido en "ciudadanos" como medios o instrumentos, mas no en sujetos de derechos y obligaciones, con decisiones propias.

Ollanta Humala, que encabeza las encuestas en el último tramo de la contienda, es un candidato contestatario al sistema que sin embargo, quiere ser parte de él; su plancha presidencial y su lista de candidatos al Congreso cuenta con personas que ya tienen una trayectoria política conocida que en muchos casos ha sido cuestionada. A pesar de enarbolar una raíz ideológica “etnocacerista”, no tiene candidatos indígenas y hasta ahora no ha especificado si tiene políticas concretas respecto al tema indígena.

Su discurso proselitista capitaliza el escepticismo de pobladores que han sido siempre defraudados y que, sintiéndose ciudadanos sólo cuando los candidatos los buscan para obtener su voto, se manifiestan a través del único poder real que tienen: el voto de castigo al político corrupto y/o inepto, o bien el voto de esperanza en un nuevo comienzo. Nuestros pueblos codifican mejor las narrativas simbólicas que las discursivas, por ello, más que pensar en el debate de las ideas, quieren creer que en liderazgos insurgentes, que desafíen un statu quo que los agrede sistemáticamente y que se hace insostenible.

Las ideas y prácticas de democracia, participación y vigilancia ciudadana son poco entendidas o asumidas en una población que, siendo mayoritaria, nunca ha sido soberana, ni representada en sus intereses legítimos y que siempre ha sido manipulada y relegada, por ello, los impulsos primarios surgen y las demandas se centran en el desagravio y en la solución al hambre moral y material.

Cabe preguntarse seriamente entonces, si nuestra democracia es real o sólo un simulacro, si es una democracia de ciudadanos, realmente representativa, o es una democracia de simples electores. El cambio no vendrá de afuera, sino desde adentro. El proceso de desarrollo de liderazgos indígenas competentes que sepan posicionar y negociar los intereses de nuestros pueblos en la agenda pública, y el proceso sostenido de aplicación de políticas educativas interculturales, es un imperativo histórico; se trata simplemente de tomar las riendas de la propia historia.

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