Bertha Dimas Huacuz, es una médica mexicana, especialista en salud pública y comunera de Santa Fe de la Laguna, Michoacán y dirige el Centro de Estudios de Libre Discusión (AC) en Morelia. Ella hace parte del grupo de colaboradores de Actualidad Étnica y en esta oportunidad nos envía “Ingobernabilidad, pobreza, migración y degradación medioambiental” que corresponde a la situación ambiental, social y humanitaria de la población migrante de Michoacan.

Hemos publicado parte del artículo, para revisarlo completo haz clik en el hipervinculo Los cañones de agosto (en Michoacán).

Ingobernabilidad, pobreza, migración y degradación medioambiental

Por: Bertha Dimas Huacuz/

Vivivimos en un mundo inhumano, plagado de conflictos, nuevas amenazas y zonas de desastre que irrumpen en la escena día tras día. Principalmente en el hemisferio sur del globo terráqueo, pequeñas y grandes catástrofes naturales y crisis locales y regionales se multiplican por intereses geopolíticos y económicos; por cacicazgos y el control de territorios y las fuentes estratégicas de recursos naturales, así como por las desigualdades sociales y económicas existentes./ Cuando las imágenes televisivas de algún cataclismo, que ocurre en cualquier lugar de la Tierra, apenas desaparecen, una nueva tragedia toma su lugar.

I. Ingobernabilidad y violencia en Michoacán

Estas situaciones que ocurren en otras latitudes, se presentan también en México, e incluso en Michoacán, con ejemplos vergonzosos de matanzas de campesinos, obreros, e indígenas, expulsión forzada de familias y despojo de sus tierras, conflictos derivados de la explotación ilegal del bosque por terratenientes, y “focos rojos” ancestrales de linderos de propiedades y de tenencia comunal.

Vulnerabilidad y Expulsión Medioambiental

En este contexto, tengamos en cuenta que muchas de las familias rurales pobres del mundo están en esta condición, para empezar, como resultado de los mencionados despojos y expulsiones de las mejores tierras; y subsisten ahora en zonas marginadas, terrenos erosionados de semidesierto o ladera empinada, y, por lo tanto, poco aptas para la actividad agrícola.

De esto se deriva –en conjunto con una descapitalización acumulada por muchos años en sus activos productivos –, una vulnerabilidad incrementada (social, económica, medioambiental) que padecen estas mismas familias del campo (muchas conducidas por mujeres), tanto a los fenómenos económicos como a las catástrofes naturales. De aquí la proliferación de los “refugiados medioambientales”, que pueden ser migrantes de México, Haití o cualquier otro país, a los cuales no les queda sino abandonar las parcelas con que cuentan de tierras tan pequeñas o erosionadas y desnudas de toda vegetación. Esto ocurre cotidianamente y sin remedio aparente, “cuando el suelo se muere y la noria se seca”./

Ajustes y levantamientos

Los recurrentes eventos de violencia, secuestros y ejecuciones, y no solamente conflictos agrarios al seno de comunidades rurales vecinas, con lamentables pérdidas de vidas humanas, nos obligan a reflexionar sobre las condiciones de vida y seguridad, tanto en las ciudades y centros económicos principales de Michoacán (Apatzingan, La Piedad, Morelia, Uruapan), como en las zonas rurales e indígenas más empobrecidas de nuestro estado. Estos hechos violentos, invariablemente con despliegue de armas largas, son clara demostración de una severa falta de gobernabilidad y no solamente de control efectivo del orden.

Las aumentadas estadísticas de individuos ejecutados en lo que va del presente año, que son ya casi el doble en comparación con las del año pasado para el mismo periodo, tanto a nivel estatal como nacional, y las nuevas formas de “ajuste” y agresión, ya sea que hayan ocurrido en lugares remotos o a la vuelta de la esquina de nuestros vecindarios, son ya motivo de seria preocupación./ Pero es aún más alarmante el control que las bandas organizadas ejercen de zonas geográficas y sobre los cuerpos policíacos. Alarmante es, igualmente, que el ritmo de captación de nuevos reclutas por la delincuencia organizada resulte ser mayor que el de los numerosos ejecutados. También en Michoacán tenemos a nuestros niños y jóvenes de la guerra./

Es conveniente dejar claramente asentado que los conflictos de Michoacán no están únicamente relacionados con el narcotráfico o con los múltiples asuntos agrarios pendientes. Los conflictos tampoco son privativos de la Meseta P’urépecha, ni resultado de la intransigencia o falta de civilidad de los habitantes de las comunidades indígenas.

La michoacanización de la violencia, comprende, además, enfrentamientos entre grupos antagónicos de chóferes de unidades del transporte urbano en la capital del estado, protestas públicas y toma de edificios universitarios por los movimientos de jóvenes rechazados, ante el limitado acceso a la universidad y otras instituciones educativas, a la vez que protestas sindicales de maestros y otros trabajadores. El conflicto de la siderúrgica Lázaro Cárdenas–Las Truchas, continuado después del intento de desalojo de los obreros en huelga, con la pérdida de dos vidas humanas, sigue sin solución.

Talamontes contra Comuneros

En este sentido, es importante insistir que las riquezas forestales de Michoacán no se encuentran amenazadas por las hachas y machetes de lo campesinos y comuneros que derriban árboles, de uno en uno, para cubrir sus propias necesidades. La amenaza constante esta dada por las sierras eléctricas de las bandas organizadas que sistemáticamente saquean el bosque en complicidad con algunas autoridades municipales, estatales y federales, las cuales operan equipadas con vehículos todo - terreno, teléfonos celulares y armas de alto poder. Esto ocurre en todas las zonas forestales, ya sea en el refugio de la mariposa monarca, como en la Cañada de los Once Pueblos./ Esta es una situación de gestión de los recursos naturales crecientemente fuera de control, que habla ya de “una comunidad llena de fantasmas –no de gente–, sino de la naturaleza. Un paraíso perdido.” /

Los tristes hechos de Cherán Átsikurhin, anteayer, con un niño de Ahuiran asesinado a campo abierto frente a su padre; y los de marzo pasado, con enfrentamientos a balazos entre talamontes y miembros de los cuerpos policíacos (resultando en la muerte de uno de estos últimos), nos obligan a replantear asuntos que consideramos son clave para el bienestar de nuestras comunidades rurales e indígenas. Se tienen que considerar, para empezar, las acciones necesarias para que terminen los conflictos por las disputas de tierras comunales.

Pero, todo planteamiento en este sentido, debe poner en correcta perspectiva la realidad de Michoacán, con respecto del lento y errático ritmo de su desarrollo (uno de los más bajos del país, en función de los índices sociales, económicos, educativos y de salud). Destaca, entre ellos, la extensa ubicuidad del fenómeno migrante, el cual inicialmente era rural, indígena y campesino, mas ahora es ya también urbano e incluye asimismo a personas con estudios superiores.

El Campo Michoacano

Las capacidades de “aguantar” del campo michoacano son extremadamente limitadas, principalmente cuando se examinan las condiciones de la agricultura tradicional, temporalera y de autoconsumo; se analizan las debilidades de los programas actuales de desarrollo rural; y se toman en cuenta las cargas de trabajo y responsabilidades extremas de las mujeres campesinas e indígenas. Esta capacidad del campo de sostener por sí mismo los requerimientos mínimos de subsistencia de los habitantes de los miles de rancherías y comunidades indígenas de Michoacán, ha sido rebasada décadas atrás. Así lo demuestran los paisajes de vulnerabilidad y pobreza, lo reducido e irrelevante de la infraestructura social y productiva existente, y la débil educación y organización al nivel de base.

De igual manera, las capacidades actuales de generación de empleo y riqueza en las varias regiones económicas no son suficientes, como se ejemplifica por la baja capitalización y elevada fragmentación de las parcelas; por lo inadecuado y extremadamente modesto de la vivienda rural; y por la muy alta intensidad migratoria de nuestro estado.

Las “Crisis de Agosto” en la Entidad

La entidad ha caído en una trampa difícil y profunda. Una trampa de escaramuzas políticas en las calles y las escuelas, de indígenas asesinados a mansalva en el monte, de ejecutados a luz plena en el núcleo comercial de la capital, así como de mensajes de advertencia transmitidos con los cadáveres de individuos apenas victimados y desmembrados.

Son estas crisis separadas –“nunca graves, entre particulares, y todas bajo control”, pero desgraciadamente cotidianas –, las que con mucha probabilidad pueden un día coincidir en una sola reacción en cadena, mostrando abiertamente la cara de la represión, y amenazando la estabilidad de la entidad y del país. Se trata de una trampa de la cual, hasta hoy, parece no haber salida./



NOTAS

[1] Artículo publicado en La Jornada Michoacán (21 y 22 de agosto de 2006). La autora es médica, especialista en salud pública y comunera de Santa Fe de la Laguna, Michoacán, México. Dirige el Centro de Estudios de Libre Discusión, AC.

[2] De acuerdo con el Informe del Grupo de Alto Nivel sobre las amenazas, los desafíos y el cambio, equipo de trabajo establecido por el Secretario General de las Naciones Unidas, hay seis grupos de amenazas que deben preocupar al mundo en estos días y en los próximos decenios: Guerras entre Estados; Violencia dentro del Estado, con inclusión de guerras civiles, abusos en gran escala de los derechos humanos y genocidio; Pobreza, enfermedades infecciosas y degradación del medio ambiente; Armas nucleares, radiológicas, químicas y biológicas; Terrorismo; y Delincuencia transnacional organizada (ONU, 2004).

Lester R. Brown, ““When the soil dies and the well dries”, International Herald Tribune, 14 de febrero de 2004.

La ola y despliegue de violencia en las calles y territorios de Michoacán, reflejada en casi 200 ejecuciones violentas (muchas con saña inédita) durante los primeros seis meses de 2006, supera en gran medida la ocurrida durante el mismo periodo del año anterior. El total alcanza ya 288 ejecutados, al 20 de agosto de 2006, cifra incrementada mayormente en este mes. A nivel nacional, el saldo de la violencia asociada con los cárteles de la droga, durante el primer semestre es de mil tres muertos (1003) en comparación con los primeros seis meses de 2005, en los que hubo 683 ejecutados: El Universal, 1º de julio de 2006. Para un estudio completo del impacto del crimen organizado en el país, ver: Freeman, 2006.

Los Niños Narcos de Michoacá

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