La ruptura de los diálogos de paz en el Caguán y el posterior fortalecimiento de la lucha contra la guerrilla y el narcotráfico en el gobierno Uribe, han definido una nueva fase del conflicto colombiano y de la dinámica del mismo en la Amazonia Colombiana.

Los departamentos amazónicos (Amazonas, Caquetá, Guainía, Guaviare, Putumayo y Vaupés) se han convertido en escenarios de la guerra. La población de esta región y, particularmente los cerca de cien mil indígenas amazónicos, sufren mayores impactos de las acciones de los actores armados.

Nuevas lógicas de guerra

La guerrilla, los paramilitares y las fuerzas armadas han avanzado en posiciones y estrategias militares en la Amazonia. En la lógica de la solución del conflicto por la vía armada, todos los grupos han redefinido sus acciones. El crecimiento del número de efectivos desplegados, la mayor presencia en la región y la implementación de normas represivas y controles, configuran un escenario de agudización del conflicto en la Amazonia y, por ende, de mayores impactos sobre la población civil.

La guerrilla

El levantamiento de la zona de distensión en el Caguán, generó la redefinición de la presencia guerrillera en la Amazonia. El repliegue de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC, se realizó sobre territorios amazónicos, con nuevas estrategias de control territorial y de relacionamiento con la población civil. La expansión sobre la Amazonia se caracteriza por:

- Nuevas formas de financiación: Además de los ingresos provenientes de la producción de cocaína, las FARC han avanzado en actividades extractivas como la explotación de oro, especialmente en el departamento del Caquetá.

- Intensificación del reclutamiento: Se ha incrementado el reclutamiento voluntario y forzado de jóvenes, no sólo de combatientes sino de mano de obra para la construcción de vías clandestinas y para la realización de actividades agrícolas.

- Construcción de vías: Es alarmante la construcción de nuevas carreteras en la Amazonia. El mejor ejemplo de la expansión de vías de comunicación implementadas por la guerrilla es la carretera Calamar-Caruru, cuyo destino final será la ciudad de Mitú, en el Vaupés. En áreas de reserva forestal y resguardos indígenas, se deforesta para la construcción de nuevos corredores para la guerra.

- Presencia y control de nuevos territorios: La expansión territorial de las FARC se presenta sobre territorios indígenas que no habían registrado este tipo de conflictos. Esta presencia está acompañada por la imposición de normas, el control de los ejes viales (especialmente ríos) y la restricción a la movilización de personas y mercancías.

- Creación de nuevos bloques: Para su fortalecimiento en la región, no sólo se ha aumentado el número de combatientes, sino que se han creado nuevos frentes, como el caso del Putumayo, en donde opera un “grupo élite” encargado de combatir a los paramilitares. Como resultado de esto, se han presentado fuertes y prolongados combates que impiden que la población civil pueda movilizarse en las zonas de enfrentamiento (se destaca el enfrentamiento presentado en La Hormiga, Putumayo, en enero).

Los paramilitares

Pese a las negociaciones entre el gobierno, a través de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, y las Autodefensas Unidas de Colombia AUC, la actividad de los paramilitares sigue realizándose en la región, especialmente en el departamento del Putumayo, también con estrategias de guerra más radicales.

- Asesinatos selectivos: Para evitar la reacción de la opinión pública y de organismos de defensa de derechos humanos, los paramilitares han disminuido la realización de masacres colectivas. Sin embargo, no solo continúan los asesinatos selectivos, sino que éstos se efectúan cada vez con más crueldad para lograr el efecto “ejemplarizante” sobre la población civil. Las ejecuciones con inyecciones de veneno, el descuartizamiento de las víctimas y la presencia de testigos para relaten lo que sucede con los colaboradores de la guerrilla, son la constante de las acciones paramilitares en la zona.

- Control territorial: Se mantiene, y se ha intensificado, la restricción a las “remesas” (abastecimientos) que se llevan a las zonas rurales, en donde la guerrilla hace presencia.

- Detenciones y desapariciones: Además de los asesinatos selectivos, se han incrementado las retenciones de líderes, dirigentes y civiles en general. Estas personas son interrogadas, torturadas y, posteriormente, desaparecidas. La mayor parte de las desapariciones no se denuncian por miedo. Se presume que estas personas son asesinadas y botadas a los ríos y/o carreteras, sin que sean recogidas pues esto también está prohibido. Otros, son mantenidos en cautiverio como guías o “informantes” de los paramilitares.

- Imposición de normas y códigos de conducta: En los territorios que controlan los paramilitares se imponen normas que restringen la libre movilización y la libertad personal. Existen horarios para movilizarse, limitaciones a la vestimenta (minifaldas por ejemplo), tipos de cortes de cabello (los hombres no pueden llevar cabello largo), actividades controladas (prostitución). Todo esto impuesto por la fuerza y sostenido por el miedo permanente de la población civil.

Fuerzas Armadas

Las fuerzas armadas han incrementado su presencia en la zona, bajo la nueva política de seguridad democrática. Para ello se han fortalecido las bases militares en la Amazonia y ha aumentado el pie de fuerza. Aunque no se disponen de datos exactos, se sabe que en zonas como Tres Esquinas, en Caquetá; La Pedrera, Amazonas; y Mitú, en Vaupés, se cuenta con más efectivos y armamentos.

- Carnetización: La estrategia de seguridad democrática ha llevado a la implementación de mecanismos de control sobre la población civil, como la carnetización que realiza la policía en Mitú. Allí los habitantes deben dar una información personal para obtener un carnet que les permita movilizarse dentro del casco urbano. Este carnet es solicitado en los controles que realiza la fuerza pública.

- Minas antipersonales: Para la protección de la base militar de Mitú, las fuerzas armadas tienen tres anillos de seguridad y se han sembrado minas antipersonales. Pobladores han sido víctimas de las minas y aunque se han intentado registrar y denunciar los casos en las instancias pertinentes, no ha sido posible que se defina la responsabilidad de las fuerzas armadas.

- Red de informantes: Si bien la red de informantes se plantea como estrategia para resguardad la seguridad ciudadana, la población civil teme porque se realicen señalamientos sin la debida información, con lo cual se genera más sensación de inseguridad, particularmente en zonas como Putumayo, en donde el rumor y las acusaciones son motivo de represalia por cualquiera de los grupos armados.

En estas condiciones, los pueblos indígenas amazónicos están viviendo una etapa de violencia y conflicto. No entienden porque son víctimas de una guerra ajena y objetivo de los actores armados. Sus rituales y armas mágicas, las del trueno y el rayo, el tabaco y el yagé, no son suficientes para proteger a sus gentes, territorios y lugares sagrados.

Las violaciones más visibles sobre los pueblos indígenas son:

· Hostigamiento y cercamiento militar a las comunidades

· Enfrentamientos armados en medio de su territorio, afectando la vida cotidiana

· Pérdida de autonomía y control social interno

· Imposición de normatividad, autoridad y gobierno mediado por la lógica de la guerra

· Restricciones de acceso a zonas de abastecimiento de caza, pesca y recolección.

· Impactos a lugares sagrados (tránsito de grupos, deforestación, extracción).

· Amenazas por “estar involucrados o ser auxiliares” con uno u otro actor armado

· Asesinato de autoridades tradicionales y líderes comunitarios

· Masacres

· Reclutamiento de jóvenes indígenas en todos los bandos

· Desplazamiento forzado de población

· Pérdida de territorios y nuevos conflictos interétnicos y con otras poblaciones no indígenas

· Siembra de minas antipersonal o abandono de artefactos explosivos en territorios indígenas.

La guerra en la Amazonia afecta la vida individual y colectiva de los pueblos indígenas y sus estructuras sociales, políticas, económicas y culturales; los 54 pueblos que aún habitan la Amazonia colombiana están en riesgo de extinción y con ellos, la cultura y el conocimiento ancestral.

Aldhu hace un llamado a la comunidad internacional para trabajar en la defensa de los pueblos de la selva, acorde con el compromiso de la humanidad con la protección de la vida y la diversidad cultural.

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