Hace muchos años me tocó intervenir como mediador de buena voluntad en conflictos y confrontaciones en el departamento del Cauca, entre las Farc y organizaciones indÃgenas de la región, las de más larga tradición y organización en las luchas en Colombia por el rescate de sus tierras y cultura. La situación era dramática porque habÃa sido asesinado el sacerdote católico Ãlvaro Ulcué, de la tribu de los paeces, primero en Colombia que obtenÃa esa dignidad.
Los indÃgenas luchaban, junto con muchas personalidades, por el rescate de las tierras de sus resguardos en manos de grandes terratenientes regionales y en zonas donde desarrollaban actividades las Farc. HabÃa de por medio hondas diferencias ideológicas que tenÃan que ver con la visión marxista-leninista de los unos y los contenidos culturales propios de los indÃgenas, especialmente en cuanto a la recuperación de sus tierras. Mi intervención fue pedida por la actividad que yo desarrollaba en la defensa y promoción de los derechos humanos en Colombia. Se logró un acuerdo que bajó la alta tensión y los choques. Por esos antecedentes, siempre he tenido una posición muy clara en la denuncia de la violencia oficial y violación de los derechos humanos en Colombia. He combatido los asesinatos contra indÃgenas de la Guajira y la Sierra Nevada de Santa Marta, asà como en otras partes del paÃs. Hace algunos meses el presidente Uribe Vélez se reunió en el Cauca con los gobernadores indÃgenas para que colaboraran con las acciones punitivas del Estado contra las guerrillas. Los indÃgenas mantuvieron su posición de no intervención en el conflicto armado y de organizarse como comunidades que protegieran su polÃtica de paz. En las más grandes manifestaciones de masas que ha visto el paÃs, los indÃgenas y sus organizaciones han continuado la lucha para que no se les obligue al servicio militar ni a incorporarse a esos conflictos armados. Todo el paÃs se estremeció con la última gran marcha hasta la ciudad de Cali de miles de indÃgenas, exigiendo respeto a su polÃtica de paz. En esas condiciones, hay que preguntarse: ¿Quién o quiénes iniciaron la confrontación armada que se vive hoy en la región de ToribÃo, que los indÃgenas han enfrentado a su manera: sin armas, con sus simples bastones de mando pero con una unidad pacÃfica invencible? Esta conducta obviamente choca con la polÃtica de guerra del gobierno para ejercer su poder en todo el territorio nacional y para tratar de derrotar a las guerrillas, con las cuales está en plena guerra, aun cuando lo niega. De modo que los grupos indÃgenas son las vÃctimas directas de la confrontación armada llevada a sus territorios y de los crÃmenes de los paramilitares contra esos grupos en la Costa Caribe. Por eso mi solidaridad total, de nuevo, con la lucha de las organizaciones indÃgenas de Colombia, que han logrado notables conquistas polÃticas, sociales y de autonomÃa cultural y administrativa, y mi repudio a los crÃmenes que se están cometiendo en ToribÃo contra los indÃgenas, que se defienden con su presencia pacÃfica frente a la violencia que arrasa a Colombia. * Apolinar DÃaz-Callejas es ex Senador de la República, ex Ministro del Gabinete del Presidente Carlos Lleras Restrepo y miembro de la Comisión Andina de Juristas.