Desde el año 1994, cada 9 de agosto se celebra el Día internacional de las poblaciones indigenas. Este reconocimiento a las poblaciones aborígenes fue aprobado mediante la resolución 49/214 de diciembre de 1993 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el marco del Decenio Internacional de los Pueblos Indigenas.

 

Muchos hechos motivaron la decisión de la Asamblea General. “La Declaración y el Programa de Acción de Viena y la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de 1993, reconoció la dignidad intrínseca y la incomparable contribución de los pueblos indígenas al desarrollo y al pluralismo de la sociedad y reiteró firmemente la determinación de la comunidad internacional de garantizarles el bienestar económico, social y cultural y el disfrute de los beneficios de un desarrollo sostenible...” Esta determinación de la comunidad internacional, obliga a los Estados a “adoptar medidas positivas y concertadas para asegurar el respeto de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de los pueblos indígenas tomando como base la igualdad y la no discriminación, y reconociendo el valor y la diversidad de sus propias identidades, culturas y formas de organización social”. No obstante esta directriz, la Comisión de derechos humanos expresó en el 2004 “su profunda preocupación por los precarios niveles de desarrollo económico y social que afectaban a los indígenas en muchas partes del mundo en comparación con la población en general, así como por la persistencia de graves violaciones de sus derechos humanos, y reafirmó la urgente necesidad de reconocer, promover y proteger más eficazmente sus derechos y libertades”

 

La culminación del decenio no significó la terminación de los problemas que dieron pie a su instauración. Y aunque en algunos países se han logrado cambios significativos con respecto a las poblaciones indigenas, con adecuaciones constitucionales y legales realmente progresistas, la verdad es que la realidad de estas poblaciones sigue siendo, en la mayoría de los casos, igual o peor.

 

Colombia es uno de esos países en los cuales se han introducido cambios normativos de gran trascendencia para los pueblos indigenas, al punto de obtener grandes reconocimientos por parte de la comunidad internacional. Desafortunadamente estos cambios no se compadecen con la realidad del ejercicio del derecho para estas poblaciones. “sin querer establecer un vademécum del pesimismo, es bueno establecer que esa suerte de como lo han denominado algunos, crea una disparidad entre la disponibilidad del instrumento normativo y la disponibilidad de la política para su ejercicio”. (Osorio y otros; Ministerio Protección Social y OPS, 2004).

 

La existencia de normas no significa la superación de los problemas que se quieren atacar. Los pueblos indigenas colombianos, como ninguno otro en el continente poseen tantas normas para el amparo de sus derechos. No obstante, los indicadores  en materia de salud, de educación, de vivienda, empleo etc., parecen haberse detenido en el tiempo, o sus movimientos son tan leves, que parecen imperceptibles. Para no pecar de extremos, podemos aseverar que los cambios logrados durante los últimos quince años se corresponden al desarrollo normal de las políticas para el grueso de la población y en modo alguno se corresponden con la implementación de una política diferencial que atienda de manera prioritaria a estos pueblos.

 

Habría que aclarar que una cosa es la existencia de “bocetos” de política que bien puede  expresarse en la expedición de una ley para atender los problemas de la salud, o en normas que reconocen la importancia de impulsar los planes de vida de las comunidades o incluso en otras normas que buscan su afianzamiento cultural y su pleno desarrollo político y otra bien distinta, el que esos esbozos de política logren transformar la realidad de los pueblos indigenas, en el convencimiento de la aplicación de una política del reconocimiento, en la cuial estén comprometido el Estado y todas sus instituciones y obedezca a una verdadera politica de concertación. Eso como tal, no existe.

En el campo de los derechos humanos la situación es aun más apremiante, por no decir que resulta lo mismo de apremiante, desde la llegada del invasor español, hace 513 años. “Desde el mismo momento en que Colon pisó tierras americanas, se inició la historia del exterminio y aniquilamiento de los pueblos indígenas. “La desaparición de pueblos por la resistencia a la conquista y colonización, las enfermedades que trajeron los europeos y la asimilación diezmaron en pocas décadas la población amerindia”. Producto de esta política que resulta atemporal, hoy perviven en Colombia cerca de noventa pueblos o etnias aborígenes y cerca de la mitad está en peligro de exterminio.

 

Una mirada rápida a la población indigenas colombiana, la reconocida por la Dirección de etnias del Ministerio del interior (84 etnias), nos dice que en Colombia, al menos tres etnias superan los 50 mil habitantes (Pastos, paeces y wayuú); en el rango de los 10 mil a los 50 mil individuos existen once pueblos; son treinta los pueblos que se ubican en el rango entre los mil y diez mil  individuos y casi cuarenta los pueblos que están por debajo de mil personas, casi todos estos pueblos, en la region de la amazonia. Habría que prender las alarmas, tratándose de pueblos como los Dujos, Pisamira, Makaguaje y Taiwano, cuyas comunidades no llegan siquiera a los cien habitantes. “La densidad demográfica de los pueblos indígenas, sobre todo en la región de la Amazonía, introduce un sesgo de vulnerabilidad, no solo en el marco del conflicto armado, sino, en el marco de una situación aun mas compleja, determinada por la presencia de cultivos de uso ilícito, la presencia de narcotraficantes y la realidad de unas fronteras que magnifica los elementos de adversidad”.

 

El conflicto político y social que aqueja a Colombia y la llegada a los territorios indigenas de las diferentes expresiones de la violencia armada, han agudizado los índices de vulnerabilidad de estas poblaciones. Con ello, se han desactivado otras conflictivas –no se sabe cual mas grave-, que como el desplazamiento forzado y el confinamiento, hacen peligrar su existencia. Tan grave resulta para estas comunidades el confinamiento al que vienen siendo sometidos los doce pueblos del Putumayo, como el desplazamiento al que se han visto abocados cerca de 30 mil indigenas en los últimos años, sin contar los 2.535 indigenas desplazados en cuatro casos diferentes en el pasado mes de julio.

 

La declaración de las Naciones Unidas resalta la contribución de las poblaciones indigenas al pluralismo de nuestras sociedades, pero los Estados poco han contribuido al afianzamiento de su inmensa diversidad; La declaración llama al desarrollo de políticas que sean garantes de su bienestar económico, social y cultural de estas etnias, pero los Estados, sobre todo en esta parte del continente, se empeñan en fumigar sus territorios, acabando con todo vestigio de vida y cultura ancestral; La declaración invita a los Estados a promover el desarrollo sostenible de las comunidades aborígenes, pero los Estados latinoamericanos se empeñan en suscribir tratados y convenios que hipotecan su independencia y condicionan su desarrollo económico, haciendo totalmente inservibles las economías nativas. La declaración invita a los Estados a establecer medidas positivas y políticas concertadas, sobre todo cuando se trata de la explotación de recursos en sus territorios, mientras los Estados, incluyendo Colombia, se empeñan en desarrollar grandes proyectos en dichos territorios, desconociendo las normas nacionales e internacionales. Y por ultimo, la declaración hace un ferviente llamado al respecto de sus derechos humanos, mientras en un país como Colombia, diariamente son vulnerados sus derechos por toda suerte de actores, incluyendo las propias fuerzas del Estado.

 

Recogiendo el llamado que hace la Organización Nacional Indígena de Colombia, el "Día Internacional de las Poblaciones Indígenas" es una buena oportunidad para llamar la atención sobre los problemas que afectan a las poblaciones indígenas de Colombia y el mundo,  así mismo, para celebrar y reflexionar sobre la contribución realizada por ellas a la diversidad cultural de nuestro planeta.  A través de sus contribuciones  musicales, artísticas, de lenguaje y de su forma de vida, las poblaciones indígenas enriquecen la vida de nuestro planeta de una manera especial que refleja su particular relación y respeto hacia el medio ambiente”. Pero realmente podremos celebrar algo, el día que los Estados se decidan a acoger la normatividad internacional y asumir con voluntad las tareas, que devuelvan a os pueblos indigenas, el espacio de dignidad, que nos engrandece a todos.

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