Con la autoridad moral que me da el haber trabajado directamente con muchas comunidades indÃgenas de mi paÃs e incluso algunas de la república de Panamá, y por haber compartido en no pocas ocasiones la exigua menestra de los AWÃ-CUAIQUER, puedo decirle al redactor del boletÃn "Actualidad Étnica" (www.etniasdecolombia.org) que se equivoca de medio a medio.
Es difÃcil tener que aceptar que en el proceso de validación de un discurso para justificar los actos de las guerrillas ustedes confundan o pretendan confundir a sus lectores sobre el verdadero enemigo que tienen estas comunidades altamente vulnerables.
En la disputa por el control territorial entre facciones de las bandas FARC- ELN y los Paras con el objeto de dedicar extensas zonas de bosque tropical húmedo a los cultivos ilÃcitos, se penetraron sus espacios ancestrales y hoy por hoy somos espectadores de la agresión más severa que han recibido los habitantes de estos resguardos.
Del blanco los Awá asimilaron rápidamente sus vicios y sus perversiones, el séptimo dÃa de la semana los hombres reciben el magro pago por su trabajo en el campo y salen derechito a las cantinas de Ricaurte, El Diviso y Altaquer, mientras tanto sus mujeres -en un acto que es el sueño de cualquier varón latino- pacientemente se sientan en el sardinel de la acera a esperarlos rodeadas por los hijos menores de edad. Ellas no dirán nada… ni un solo reproche, si a mucho una mirada triste en espera de conmiseración que cuando por fin ocurre; él, su macho, le dará algo de dinero para comprar algo con que subsistir otra semana más.
Y asÃ, cargando a sus espaldas el mercado, calladita, sosteniendo con un brazo como mejor puede a su marido que se tambalea, se cae y arrastra borracho a más no poder, apretando con el otro al benjamÃn de la casa sin quitarle el ojo un instante a los demás pequeñines que caminan quejándose de hambre, cansancio y sed, regresarán a su parcela cuando cae la noche.
Les pregunté a muchos hombres aprovechando momentos de sobriedad por que no dejaban a las señoras en la casa y que por sà mismos regresaran procurándose sus propios medios, preferirÃa no haber preguntado: Hay que salir con ellas porque si se quedan solas las violan…
Cuando los guerrilleros llegaron a sembrar coca y a establecerse con campamentos y laboratorios no le aportaron nada a la cultura de los Awá, allá solo hay hambre, miseria y tuberculosis sistémica. El bacilo de Koch es endémico y seguirá diezmando a los indÃgenas mientras sus condiciones de malnutrición no sean cambiadas por acción de una polÃtica integral eficaz que les procure una alimentación balanceada y saludable.
Señor redactor: el enemigo no está en la acción legÃtima del Estado, vaya usted hasta la cuenca del TelembÃ, visite la reserva natural de La Planada, zona protegida por la Fundación FES Social y el World Wild Life, úntese de pueblo, hable con la gente, vea y analice, hay una realidad muy diferente allá en la selva a la que usted percibe cómodamente sentado frente a su computador en la cosmopolita Bogotá.
Los Awá, los Cuaiqueres y muchas etnias más desaparecerán en un futuro cercano porque sus culturas están siendo expoliadas por las organizaciones narcoterroristas, nuestra idea de desarrollo y progreso no es la misma que demandan estos pueblos, recuerden que rico no es el que más tiene sino el que menos necesita.
Olvidémonos de utilizarlos como un instrumento de propaganda polÃtica para nuestros fines y actuemos ahora de una manera decidida para conseguirles un buen nivel de vida dentro de su identidad cultural o muy pronto alcanzaremos el estándar norteamericano: ¿indios? SÃ, sólo una docena… para las pelÃculas.
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