Así lo afirman los Cabildos Mayores de los Ríos Sinú y Verde al denunciar dos nuevos hechos de violencia: uno el  22 de septiembre a las 3 de la tarde en la comunidad de Beguidó a orillas del Embalse Urrá, cuando el jóven Luis Javier Domicó de 15 años pisó accidentalmente una mina antipersonal que le produjo graves quemaduras en una pierna y otro el pasado 30 de agosto cuando tres hombres armados, al parecer pertenecientes a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC EP), asesinaron al indígena Honorio Domicó, quien pertenecía a la comunidad de Kiparadó, en el resguardo Embera Katío del Alto Sinú, municipio de Tierralta, Córdoba.

 

Las razones de este homicidio hasta el momento no se han esclarecido, pero no es la primera, ni han sido pocas las veces que los actores armados han ejercido violencia contra los miembros de esta comunidad sin que el Estado tome verdaderas medidas para ponerle fin a tan inhumana situación.

 

La comunidad Embera Katío ha reiterado continuamente y ante diversas medias sus posiciones autónomas frente al conflicto y su deseo de que ningún grupo armado interfiera en sus vidas ya que consideran que la verdadera salida a la guerra que sufre el país es el díálogo. Los Katíos afirman con mucha razón que en vez de más enfrentamientos armados, lo que los colombianos necesitamos es  la atención efectiva del Estado a las necesidades económicas, sociales y culturales que llevan décadas sin ser atendidas.

 

Pero a pesar de lo dicho y aún más, por eso, el asesinato y desaparición de Líderes indígenas ha sido una práctica continua contra esta comunidad:  entre el 2001 y 2005 han sufrido la pérdida de 3 líderes entre ellos  Kimy Pernía Domicó, quien  el dos de junio fue desaparecido por las AUC y que guió a su pueblo en la reclamación por las consecuencias en la construcción de la Represa de Urrá I; José Ángel Domicó asesinado el mismo año por las AUC cuando se dirigía hacia el cabildo, y Augusto Lana Domicó, líder y gobernador indígena de la comunidad de Porremía asesinado en el 2003 por hombres de las FARC ante la mirada impotente de su mujer y sus 7 pequeños hijos.

 

A pesar de esta grave situación que ha generado más de una vez la movilización de la comunidad y por la cual la Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró en el 2004 se tomaran medidas cautelares para la protección de esta etnia, se siguen presentando situaciones como la que denuncia la comunidad desde finales de agosto, cuando la fuerza pública entró al territorio Emberá en Tierralta sin el mínimo respeto por los pobladores, robándoles las gallinas, obligando a los jóvenes a cargarles sus remesas y utilizando los botes de la comunidad. Los soldados han acampado cerca de las casas de los pobladores y han establecido  controles a los alimentos y a la entrada y salida de dinero pasando por alto las normas del DIH y los Derechos Humanos al involucrar de esta manera a la comunidad en el conflicto.

 

Es lamentable ver a el pueblo Embera Katío en medio de esta situación en la que de un lado la guerrilla justifica su violencia contra los indígenas por tener supuestas alianzas con los paras; del otro los paras, asesinan a quienes reclaman por lo que les pertenece y por que reclamar es una actitud insurgente, y para completar este macabro cuadro, el ejército abusando de su autoridad y omitiendo el más mínimo protocolo humanitario para con quienes deben ser objeto de su protección. ¿Será que con este tipo de actuación piensa el ejército hacer frente a la situación de orden público que vive el país?.
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