Redacción Actualidad Étnica

Por Siku Mamani

Aymar Qhawiri, junio 29 de 2005

 

Los indígenas no somos premodernos ni posmodernos… Somos transmodernos, más allá de la modernidad.

 

Como estudioso de los pueblos originarios de América Latina y el Caribe, el colombiano Manuel Ramiro Muñoz, consultor del Instituto Internacional de Educación Superior para América Latina y El Caribe (IESALC/UNESCO), sostiene que si en Bolivia hay la pretensión de crear universidades indígenas éstas deben respetar la concepción de la cultura ancestral, pero relacionadas con el mundo que las rodea.

 

Muñoz estuvo la semana pasada en Bolivia, invitado por el Viceministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, para dar una serie de conferencias sobre educación superior y pueblos indígenas en América Latina y el Caribe, y a la vez para participar en el proceso de evaluación de las universidades privadas que buscan ser acreditadas como plenas.

 

El autor de una veintena de publicaciones, en su mayoría relacionadas con pueblos indígenas, habló con la Unidad de Comunicación del Ministerio de Educación, quien preparó esta entrevista en exclusiva para La Prensa. En el diálogo, el consultor se refirió, entre otros puntos, a las luchas indígenas que lograron ser escuchadas en las sociedades excluyentes, a las verdaderas universidades incluyentes y a la importancia de considerar el conocimiento de los pueblos ancestrales.

 

- ¿Cómo hacer que los saberes locales se vuelvan universales?

La recuperación del pensamiento local es vital porque no hacerlo pone en riesgo las conquistas anteriores. Es importante la recuperación del pensamiento propio, la voz propia, porque permitirá construir la educación superior desde las comunidades indígenas.

 

- Entonces, ¿propone romper paradigmas?

Hay una sabiduría ancestral valiosa y fuerte que debe romper paradigmas y relacionarse con otras formas de conocimiento de saber y entrar en diálogo generando espacios de encuentro

 

¿Qué deberían hacer las universidades?

Si son verdaderas universitas, como cuando surgieron en el siglo XII, son espacios de diálogo, de encuentro de naciones, de lo plural, y de la diversidad de los pueblos, entonces recibirán la sabiduría ancestral. Si son monoculturales, no podrán acoger, ya que implica revolución dentro del concepto mismo de universidad.

 

- En este sentido, ¿cómo podría construir Bolivia una política educativa superior?

Tengo entendido que están en proceso de construcción de una política educativa para los próximos 10 años, y en educación superior deberían fijar líneas que busquen el respeto de la diferencia cultural, en un espacio plural, y sobre las raíces de la identidad, porque conviven 35 pueblos originarios en tierras altas, valles y bajas.

 

- ¿No hay que pensar sólo en lo local sino en la diversidad?

No se trata de pensar localmente, eso sería chauvinismo. La clave del juego está en la diversidad y la pluralidad de la argumentación; creo mucho en la universidad, y creo que algunas tienen el talante de universitas, están haciendo mucho bien a los pueblos indígenas y a la sociedad, porque se atreven a pensar y crear pensamientos universales.

 

- ¿Cómo imponer la fuerza del pensamiento?

Como pueblo indígena no es bueno pedir aval a una universidad, en una actitud poco autónoma, diciendo: tengo saberes. Tampoco hay que imponer, sino a través de la investigación se impone la fuerza del pensamiento, para ello hay que investigar y escribir, pues el saber está ahí.

 

- En Bolivia hay un afán por crear universidades indígenas, tanto públicas como privadas, ¿hay que crearlas?

A ver. En México, a raíz de la gran marcha zapatista, el tema indígena se puso a la palestra. El gobierno, en una actitud demagógica, creó 10 universidades indígenas por decreto. De esas sólo tres avanzan y el resto nada. Entre las que están en funcionamiento, ésas no son universidades, porque son monoculturales, igual que las creadas desde la perspectiva blanca, pues funcionan bajo la perspectiva indígena, desde el indio.

Entonces no hemos cambiado nada, están en la misma lógica excluyente, de indios sin blancos, eso es una escuela indígena. Son como los conventos para evangelizar o centros de ideologización de militares.

Tienen que ser universitas, con calidad y pertinencia.

 

¿De universitas no tienen nada?

Nada, además forman profesionales en las mismas áreas que las de los blancos, con los mismos métodos obsoletos criticados, sin calidad, y cobran más que las otras. En los hechos, estamos jugando peligrosamente.

 

- Entonces, ¿cómo tendrían que ser las universidades indígenas?

Tenemos que crear universitas, inspirados en la sabiduría de los pueblos, eso sería una maravilla.

Deben tener identidad con perspectiva del mundo. No puede ser de segundo nivel ni endogámicas. No tienen que ser guetos académicos ni fuente de trabajo de indígenas, tienen que estar relacionadas con la sociedad en un espacio plural. No tienen que ser más de lo mismo. No se tiene que hacer pensando de arriba y afuera, tenemos que ser capaces de crear desde abajo hacia arriba, y desde adentro hacia fuera.

 

Los índigenas son transmodernos

 

El consultor Manuel Ramiro Muñoz, del Iesalc/Unesco, también se refirió a los movimientos indígenas, su lucha e identidad.

 

- ¿Por qué hoy cobran importancia los movimientos indígenas y la profesionalización de indígenas?

Es la voz de los pueblos organizados. Ahí está Chiapas con los zapatistas, la resistencia civil indígena en Colombia, la fuerza organizativa en Guatemala, el movimiento indígena determinante en la vida política del Ecuador, los casos del Perú y Bolivia, para citar algunos.

Esta irrupción de los pueblos organizados, con propuestas desde sus cosmovisiones de lo que debe ser la vida política, económica, social y cultural, ha hecho que se escuche su voz.

 

- ¿Por qué recién se los está escuchando?

En Colombia se reconoce a los indígenas desde 1991; durante siglos se los invisibilizó y se los negó.

La lucha costó más de 300 líderes asesinados. Se han hecho oír a través de procesos sociales y políticos organizados, no fue voluntad de los gobiernos ni de los académicos. Se hicieron conocer a través de la fuerza de la propuesta.

 

- ¿Cuál era el concepto de ciudadano?

El concepto de ciudadano era blanco, varón y con propiedad; sólo pensaba homogeneizar blancos y era excluyente. El indio, negro y campesino no era ciudadano. El diferente no estaba reconocido y menos sus derechos, por eso no se pensó en una etnoeducación, en una educación inculturada, en los valores de los pueblos.

 

¿Este concepto se ha caído?

Sí, hoy es imposible seguir manteniendo el irrespeto a la diferencia, estamos en una sociedad más abierta, que respeta y valora la diferencia, que descubre que en estas culturas invisibilizadas y negadas hay sabidurías que dan respuestas a muchas preguntas actuales; hay conocimientos que dan respuestas a muchos planteamientos actuales.

Estado y nación se no se pueden fundar en la exclusión, si se quiere ser sólido hay que construir sobre raíces de la identidad.

 

- ¿Cómo mantener la identidad en la modernidad?

Los indígenas no cambian cuando usan la modernidad, siguen siendo los mismos. No somos incivilizados, premodernos ni posmodernos, somos transmodernos, más allá de la modernidad. Las culturas vivas transforman la sociedad y una identidad fuerte transforma a una cultura. La fuerza no está en las formas culturales sino en la identidad.

Fuente: Siku Mamani

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