Los ancianos y conocedores de la vida no se equivocan. Una vez más queda demostrado la supremacÃa de la Madre Tierra, con los hechos que la ley natural manifestara el pasado 25 de septiembre cuando se realizara el cuestionado consejo comunal indÃgena. Un ‘tremendo aguacero’ empapó las intenciones del presidente Uribe. Si él pretendÃa bajarle la intensidad del inconformismo de las comunidades ancestrales frente a las polÃticas del actual gobierno que como el TLC, la Seguridad democrática, con la ausencia de organizaciones representativas, como la ONIC, no lo logró. Esta vez ‘torció la puerca el rabo’ porque la naturaleza la aguó la fiesta.
Los múltiples atropellos cometidos por fuerzas paraestatales en nuestros territorios originaron total desconfianza en nuestras ancestrales formas de vida, frente el desmembrado Plan Uribista. Por esa razón, Uribe pretende bajarle intensidad a nuestras democráticas propuestas con demagógicos discursos. Una de sus letales armas es ofrecerles aprovecharse de la necesidad y de algunos indÃgenas y potenciar la falta de compromiso de otros.
Su vana ilusión no le permite observar con detenimiento a su alrededor, precisamente mientras el pretendÃa engañarnos, la Madre Naturaleza elevaba su propio consejo hacia la Casa de Nariño, como lo ha hecho últimamente con la Casa Blanca; mediante un pertinaz aguacero y los coletazos de un imprevisto terremoto, acompañado de destellantes y vibrantes rayos en cuyos deslumbrantes y trasversales lÃneas venÃan mensajes de atención para que la clase politiquera nacional reoriente su falso proceder y reconozca sus equivocaciones.
Es lamentable que inocentes pierdan sus valiosos sueños por efectos propios de la Madre Tierra, y casi siempre somos los menos favorecidos, que con inundaciones, crecientes inmensa de los rÃos, huracanes, temblores, etc., pagamos la inconformidad de la Ley de Origen, por irrespetar su autonomÃa al aprovechándonos indebidamente de los territorios que nos fueron concedidos por el creador.
Nuestros mayores, Autoridades tradicionales y PolÃticas, vienen trasmitiendo y planteando la urgente necesidad de redireccionar mediante previas consultas de gobierno a gobierno, las polÃticas a seguir en el manejo de nuestros territorios; queremos presentar nuestro desacuerdo frente al desarrollo egocentrista, no por ser un capricho nuestro, sino porque lo que está en juego es la vida de todos y como si fuera poco el futuro generacional.
Es necesario que los estados y gobiernos se quiten la venda traicionera que los enceguece y reconozcan sus múltiples equivocaciones motivadas por sus intereses propios y pasajeros. Es inconveniente construir e imponer leyes tortuosas e ineficaces a espaldas de la realidad ancestral desconociendo las terribles y venideras consecuencias.
Los pueblos indÃgenas mantenemos nuestra ferviente voluntad de compartir nuestros saberes sobre el manejo social, polÃtico y territorial para convivir sanamente, mediante el pensamiento propio y asà garantizar larga pervivencia y tardes vulnerables, como la vivida el pasado 25 de septiembre en Bogotá, como en Perú.
Hoy más que nunca el movimiento indÃgena a la cabeza de la ONIC, la OIA, el CRIC, ACIN, la CIT, el CTC y otros mantienen unificados criterios emancipadores de autonomÃa tendientes a garantizar la cultura, quienes equivocadamente desconocen estos lineamentos si son indÃgenas de verdad respetuosos de sus tradiciones saben, que tarde o temprano tendrán que rendir cuentas espirituales por su desleal proceder. Si ellos no se reconocen como verdaderos indÃgenas, respetuosos de sus tradiciones, fácilmente seguirán haciéndole el juego al Estado en detrimento de sus leyes ancestrales.