Después de la abolición legal de la institución de la esclavitud, los esclavistas y sus descendientes impusieron el "apartheid" para impedir el progreso social, el ejercicio de la ciudadanía y el empoderamiento o conquista del poder político dentro del estado y los gobiernos nacional y local.
Al asesinar a Luther King, cuando apenas tenía 39 años, la élite racista que dominaba los grupos e instituciones de poder en los Estados Unidos, pretendió eliminar el sueño de Martin Luther King ignorando que su inspiración, su palabra y su método de lucha encarnaban millones de sueños del pueblo estadounidense.
El legado del reverendo King, sigue vigente para la realidad de países como Colombia atormentados y estancados en su desarrollo democrático por la violencia, su mensaje fue claro y contundente:"la violencia no es práctica, porque es una espiral que acaba destruyendonos a todos".
Para las organizaciones sociales que luchan por la justicia y los derechos humanos, la no violencia debe significar conciencia crítica, sensibilización social, organización comunitaria, trabajo en red, movilización, toma de las calles, liderazgo responsable, estrategia legal y una fuerte resistencia política.
Los colombianos debemos asumir la no violencia como herramienta práctica y adecuada para erradicar la violación política, reconstruir el tejido social y devolverle la convivencia a los diversos sectores nacionales. La no violencia convoca a facilitar la salida democrática dialogada que posibilite la reinserción social de los guerrilleros y su participación política incondicional dentro del Estado.
No podemos seguir apoyando a quienes ven en la violencia la única salida para destruir a los violentos. Martin Luther King vive en la conciencia, los sueños y la esperanza de colombianos y colombianas.