Lo hemos asegurado antes, pero ahora hablan los hechos: en Colombia se juega el futuro como se jugó en la España Franquista cuando la República fue derrotada. Consolidado el proyecto totalitario en España, el camino estaba abierto para Hitler y Mussolini. No aceptamos la trampa que nos han impuesto desde el poder. Pretenden impedirnos calificar de fascistas a quienes no hayan cometido las atrocidades del III Reich y de Mussolini. Desde acá aseveramos: son diferencias cuantitativas y cualitativas del mismo proyecto excluyente y destructivo, pero también racista y totalitario. Nunca se detuvo el fascismo. Tal vez se frenó por un tiempo, pero luego, ahora, está plenamente reconstituido y si no ha llegado a los niveles de atrocidad y terror anteriores, todo parece indicar que es cuestión de tiempo. Nadie puede decir con certeza, ante la evidencia que nos agobia, que no se prepara un salto de muerte e imposición, de aniquilación y horror para el beneficio de unos pocos que necesitan superar la crisis que han causado destruyendo capital y eliminando masas enormes de población por diversas vías. ¿Qué hacer ante esta posibilidad? ¿Esperar y convencernos que no es para tanto? ¿Reconocer que puede ser y que es hora de actuar, de organizar las resistencias y aprovechar los espacios que aún no se han cerrado?¿Ignorar que esto sucede?
Un comandante de un escuadrón de la muerte denuncia que hizo parte de un proyecto de terror para un régimen. Que estas estructuras de terror no son aisladas ni autónomas sino que han trabajado en función de un proyecto económico y político integral. Proyecto que se ha ejecutado en el mundo entero bajo la instrucción, orientación, financiación y entrenamiento del Capital Global. Un profesor es capturado en México por autoridades de migración, deportado ilegalmente y condenado anticipadamente por medios e instancias judiciales, abriendo el camino para arrestar a cualquiera y condenar a cualquiera que el régimen decida eliminar. La propaganda, el terror y la "justicia" del régimen, se globalizan y orquestan para perseguir y condenar. Funcionarios del Gobierno, reconocidos racistas y terratenientes, son descubiertos como jefes políticos de escuadrones de la muerte. Se descubren hornos crematorios que han sido utilizados para destruir cadáveres, pero también para eliminar grupos de víctimas. La Presidencia de la República, ordena infiltrar a las organizaciones sociales, crea organizaciones indígenas y sindicales paralelas, vigila conversaciones telefónicas, vigila personas, vigila instituciones y vigila a las propias Cortes de Justicia. Los militares ordenan el asesinato masivo de inocentes que presentan como muertos en combate. La lista ya es interminable y todavía nos dicen que estas acciones son aisladas y no tienen relación entre sí. Ya sabemos que las transnacionales organizan un poder global total. Que ya tienen estructurados y a sus órdenes los ejércitos, los escuadrones de la muerte, las leyes, los tratados, los Gobiernos. Se sabe que todo esto se aplica en Colombia y desde acá. Aunque no solamente desde acá.
Frente a esto, hay resistencias valientes que derrotan al régimen. Los TLC no pasan. Desde Canadá, por presión ciudadana y popular, se anuncia hoy un revés para la ratificación del tratado con Colombia. La oposición contra el TLC con Europa crece. El Gobierno colombiano está en la mira de instancias judiciales y legales internacionales. Se anuncian visitas.
Pero el fascismo es contagioso. Se sirve de epidemias (porcinas, aviares y otras) de tsunamis y desastres ambientales, de guerras, de terror, de leyes, de propaganda y de la aterradora complicidad de mayorías que ven, escuchan, viven y sufren todo esto, pero no dicen nada. Hornos crematorios y Gobernadores asesinos que no deberíamos tolerar, pero ante los que no sucede nada. No hace falta imaginarse como fue el fascismo ni qué le pasó a los alemanes entonces. Hace falta ponernos un espejo para ver el rostro terrible de lo que ya nos está pasando. Hace falta seguir el ejemplo de la dignidad y no el de la cobardía. Este no es momento para entretenernos, ni acomodarnos con los beneficios que nos ofrece el régimen para perpetuarse con nuestra complicidad. Este, es el momento de la conciencia, de la palabra libre y valiente, y de la movilización antes de que la muerte y el terror no vengan ya por algunos señalados o por el vecino, sino por nosotras y nosotros y no quede quien reclame. Es ahora y es desde acá.