"Colombia es el país con la mayor tasa de desempleo de América Latina según el reporte de la OIT de 2008, reporte que seguramente ni usted ni su Ministro de Protección Social han leído, usted por estar escuchando las conversaciones de las cortes o de los opositores y su Ministro por estar dando dádivas y puestos en el Congreso para que a usted le permitieran reelegirse hace unos años", le dice al autor al Presidente Uribe en una carta.

Señor Presidente, Álvaro Uribe Vélez.

Desde esta tribuna virtual he atacado la idea de que la economía colombiana vivió una especie de auge y bonanza entre 2004 y 2007 durante la primera parte de su Gobierno, las razones de la argumentación eran múltiples ¿cómo puede un país decir que está en una bonanza económica cuando ve cómo aumentan los indicadores de desigualdad? ¿Cuándo el país tenía por mucho el primer lugar en materia de desempleo en toda América Latina? ¿Cuándo la informalidad en el empleo cubría a más del 60% de los empleados? Se que usted no ha leído ninguna de mis opiniones, primero porque usted no lee ningún tipo de periódicos, según lo dice su ex secretario de prensa (pero sospecho que El Tiempo si lo lee), y segundo, porque seguramente no le interesa escuchar ningún tipo de crítica, además un hombre como usted debe dedicar el poco tiempo que le queda después de participar a cuanto foro de industriales y gremios es invitado, consejos de seguridad democrática y consejos comunitarios a rezar mil rosarios junto a su Ministro de Transporte, al que por cierto no faltaría recordarle que las carreteras del país son un asco, así como su moral y su ética como gobernante.

Permítame contarle que en ninguna época de la historia, las naciones consideran la felicidad y la prosperidad sin empleo, sin embargo, Colombia un país que ocupa el segundo lugar en un bizarro "concurso" de los países más felices del mundo, se ha dado el lujo de gritar a los cuatro vientos (con usted como la voz principal) que goza de una fortaleza económica incuestionable, tan incuestionable que el país hasta hace sólo seis meses estaba blindado contra la crisis económica internacional, según su avezado y "terriblemente inteligente" Ministro de Hacienda.

Pero desafortunadamente (para usted y sus seguidores incondicionales) la realidad económica es terca y necia, y se impone ante el sartal de mentiras que han desplegado los funcionarios de su Gobierno, los que han logrado convencer a una buena parte de la incauta opinión pública, que el único problema del país eran los "narcoterroristas" de las Farc, y montado en esa grandísima mentira, ha logrado campear los terribles errores de una política económica hecha para enriquecer a sectores mínimos de la población. Porque usted, podrá saber mucho de echar cuentos y hacer guerras y hacerse "el de las gafas", pero de economía muy poquito, realmente hay que reconocerle que el único propósito de su agenda de Gobierno que ha salido bien es el de la guerra y eso que no es que haya contado con muchas luces en esa cartera ya que ni Ramírez (Martha Lucia) ni Santos (Juan Manuel) salieron muy bien librados, una por el escándalo de unas toallas "chimbas" que le vendieron al Ejército algunas empresas de su familia (la de ella), y el otro porque curiosamente los falsos positivos no eran cuento, ni eran fenómenos aleatorios, sino la lógica respuesta a su política de seguridad.

El país ha estado en permanente crisis económica durante su Gobierno, la incapacidad e incompetencia suya y de sus ministros ha sido evidente: las reformas laborales no lograron reducir los índices de desempleo y si este se redujo fue solamente por el efecto "rebote" de la recuperación económica de la postcrisis de finales de los 90; la verdad señor Uribe es que como le comentaba, Colombia es el país con la mayor tasa de desempleo de América Latina según el reporte de la OIT de 2008, reporte que seguramente ni usted ni su Ministro de Protección Social han leído, usted por estar escuchando las conversaciones de las cortes o de los opositores y su Ministro por estar dando dádivas y puestos en el Congreso para que a usted le permitieran reelegirse hace unos años. Ni hablar de la agricultura, dejamos de ser el país cafetero que colma nuestras añoranzas de la infancia para ser importadores de café, pero además, de arroz, maíz, y la mayor parte de lo que comemos, para exportar uchuvas y palma aceitera, cambio poco útil que muestra el talante de su alter ego en el poder, el ex ministrico Arias y que aspira ahora (modestamente eso si) a reemplazarlo, hombre que despierta risas entre sus copartidarios e ira entre los opositores, porque no olvide, en el agro hay una caída acumulada en la producción de más del 25% en lo que va corrido de su Gobierno, mientras él se dedicaba a hablar de las oraciones, la castidad ¡ah claro!... y a cerrar el negocio Carimagua.

Las reformas pensionales constituyeron verdaderos atentados contra los derechos de los trabajadores y aunque ya estaba advertido, no iban a arreglar el terrible error cometido por la ley 100 (famosa iniciativa suya cuando era Senador) y hoy por hoy uno de los temas de debate, es que menos del 20% de quienes hoy cotizan a los sistemas pensionales va a poder recibir una pensión mínima, y eso es demasiado grave en un país dónde menos de dos millones de personas cotizan al sistema pensional.

Como si fuera poco, la famosa política de confianza inversionista que básicamente consiste en regalarle de todo a los inversores, a los dueños del capital, ha sido un total fracaso: no logró impulsar una dinámica consistente de la inversión, se confunde invertir con recomprar, así una empresa que cambia de dueños (un nacional por un extranjero como en el caso de SAB Miller-Bavaria) se considera como inversión, cuando económicamente no hay tal. Y no hablemos del premio gordo: los impuestos: han habido 5 reformas tributarias en la administración Uribe, todas ellas para desmontar el impuesto a la renta a los grandes capitales y trasladar el financiamiento del Estado a los hombros de los trabajadores y los consumidores; se aprobaron leyes de zonas francas (famosas ahora por el escándalo de los hijos del Presidente) en la cual el impuesto a la renta se disminuye a la mitad para quienes invierten allí; se creó una ley de confianza inversionista que básicamente congeló los impuestos para aquellos que a bien pudieran pagar un mínimo peaje para disfrutar de ese beneficio, peaje que ya les garantiza que a ellos no les van a cambiar las condiciones tributarias por los próximos 20 años. Señor presidente, ¿no será que los lotes que Bavaria les vende a sus hijos a precios ridículos en la Sabana de Bogotá, son el pago por su complacencia tributaria o por no haberle cobrado impuesto alguno a los dueños de Bavaria por esa bella transacción, que en su momento se estimaron en más de 150 mil millones de pesos?

Pero aún falta más, dentro de su arsenal legislativo personal está pendiente de aprobar la famosa ley de segunda vivienda que prácticamente le quita cualquier impuesto para aquellos que quieran comprar una segunda lujosa casa, en cualquiera de nuestros paraísos ecológicos dispuestos para ello.

Seguramente Presidente que por andar pagando recompensas a descuartizadores y asesinos, a usted, se le pasó el detalle de que más de 1.2 millones de viviendas hacen falta en este país para los más pobres; sería bueno que en vez de andar pensando en traer a vivir a los extranjeros en casas de lujo, pensara en ofrecerle soluciones de verdad a las miles de familias que no tienen hogar o que tienen que endeudarse con sus amigos del sistema financiero, para poder obtener una vivienda medianamente digna.

¡Ah! y todavía queda la joya de la corona: Familias en Acción. ¡Señor Uribe usted institucionalizó la limosna como política pública¡ Es increíble cómo usted, y los que quieren imitarlo (como Lucho Garzón) han sido capaces de convertir a amplias masas de la población en un montón de gente sin dignidad, dispuesta a venderle su voto, esperanzada en que la limosna mensual llegue sin falla. Pero Presidente acuérdese que el que mucho abarca poco aprieta. La realidad fiscal dice que no hay plata para tanto limosnero que usted ha creado, y ya que no tiene activos públicos para vender pues todos se acabaron bajo su largo Gobierno, y dado que los impuestos están escasos porque estamos en crisis económica, le toca echar mano de la deuda para financiar tantas limosnas que usted, como buen católico, le debe encantar dar a la salida de los consejos comunitarios, verdaderas homilías gubernamentales. Y señor Uribe acuérdese que como usted dice: la deuda hay que pagarla.

Pero bueno al menos nos queda la revolución educativa. Yo engañado, por un momento pensé que estábamos hablando de algún experimento cubano que se implantaría en Colombia, seguramente aconsejado por el antes izquierdismo José Obdulio. A cargo de la Revolución Educativa está el talante de Cecilia Vélez, una revolucionaria de verdad: en su paso por la Secretaría Distrital de Educación de Bogotá propuso la concesión de los colegios públicos, y amplió la contratación de servicios con colegios privados, atacó duramente al magisterio, políticas que hacen parte del talante revolucionario de su Gobierno. Por lo menos la Ministra no ha tenido escándalos que reclamar, pero su gestión a pesar del aumento en cobertura logrado por el incremento del número de niños y niñas por docente, no ha sido nada exitoso: seguimos mal en las pruebas académicas internacionales, seguimos mal en inclusión y equidad, tenemos fenómenos de abandono escolar en aumento, buena parte de ellos causados por razones económicas...pero su revolución insiste en que el Gobierno no tiene plata para educar a los niños y que por eso las familias tienen que sacar de sus bolsillos. El problema señor Uribe, es que su política económica está tan mal que buena parte de las familias no tiene ni siquiera ese dinerito, y por ende, nuestros niños y niñas, o bien no se educan, o se educan muy mal...¡ah! y claro los docentes, esos profesionales que ganan en promedio 900 mil pesos al mes y que tienen que enfrentar a 40 niños y niñas con una tiza y un tablero, son como siempre, la causa de que su revolución fracase.

En definitiva, su Gobierno señor Uribe, es la muestra más clara de cómo hay que hacer para redistribuir la riqueza concentrándola en los más ricos, hacerle favores a sus familiares y escuderos políticos por medio de políticas públicas, hacerse cercano a los más ricos para convertirlos en multimillonarios, cerrarse a las críticas, no reconocer la realidad económica, mentir deliberadamente con estadísticas para engañar a la opinión, cercenar el salario de los trabajadores.

¡Ah! y no crea que me olvidé: aún estoy esperando la publicación de las declaraciones de renta suyas y de su familia en que nos demuestre que como buen seguidor de Cristo, usted no ha caído en el pecado de la avaricia, y que no se sacó una platica de DMG, o que sus hijitos no pasaron de ser unos hijitos de papi a unos potentados empresariales, que tienen planeado ser los próximos gamonales de esta finquita de casi un millón y medio de kilómetros cuadrados llamada Colombia.

Mientras tanto señor Uribe puede seguir diciéndole al país que todo marcha bien, pero la gente, sin embargo, seguirá insistiendo en que no tiene empleo; puede insistir que en el país no hay violaciones de derechos humanos, ¡pero que cosa¡, la gente insiste en desaparecerse; puede insistir en que no hay desplazados sino migrantes, pero ellos y ellas siguen llenando las calles de las ciudades; puede insistir en que el país está bien...pero el país insiste en ir mal, y cada día que usted ocupa el solio de Bolívar es peor.

*Contador Público Universidad Nacional - Docente universitario

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