Por Mario Serrato
"Los blancos también pasarán, tal vez más rápido que otras tribus". Esta reflexión profética del gran jefe Seattle, pronunciada en un discurso hacia 1854 con motivo de la propuesta de comprar sus tierras por el presidente de los Estados Unidos, presenta una vigencia que no es comprendida por la ambición desmedida de una cultura con un modelo económico depredador e imprudente.
Desde que el petróleo se convirtió en el factor fundamental en la generación de energía para el desarrollo de las sociedades, su búsqueda y acumulación ha llegado a los territorios indígenas como una aplanadora implacable. Territorios y culturas, creencias y rituales, conciencias y anhelos han desaparecido y dejado en su lugar pueblos extintos y sistemas ambientales deteriorados al extremo de ser irrecuperables.
Las multinacionales petroleras y los gobiernos de los países en que se encuentra depositado el recurso, han pasado por encima de los pueblos indígenas de un modo genocida. Grupos enteros de indígenas deambulan por las ciudades de Perú, Ecuador, Colombia o Chile presentando el rostro del desarraigo al cual se le responde con una indiferencia cínica por parte de gobiernos y magnates.
En sus luchas, los indígenas han alcanzado algunos reconocimientos los cuales han llegado de la mano de la poca conciencia ambiental de algunos poderosos. En esas luchas se han obtenido algunos logros: el territorio de resguardos, representación política en los foros del poder y reconocimiento social. Sin embargo uno de esos logros, el más importante hoy por hoy, lo constituye la consulta previa. Y digo que es el mas importante debido a que con ella se ha podido evitar que la depredación social y ambiental sea mas severa e irreversible. Lo lamentable del asunto consiste en que las voces del alto gobierno empiezan a satanizarla hasta el extremo de considerarla el mayor obstáculo contra el progreso, entendido por tal el incremento de las ganancias en las cuentas del depredador histórico.
El Presidente Santos en últimas declaraciones asegura que la consulta previa es un dolor de cabeza, y muy pronto veremos a sus huestes en el congreso aprobando una reglamentación en la que la consulta previa terminará siendo inocua.
Las comunidades indígenas habitantes de los territorios en donde el petróleo es extraído, perderán muy pronto una de las herramientas con la que contaban para lograr que la riqueza fuera extraída de manera tal que el beneficio llegue a muchos y no solo a unos pocos.
Mientras en Bruselas, Nueva York o Londres la sonrisa de los magnates se ilumina y resplandece, en Colombia y Suramérica, el hambre y la pobreza seguirán su arrasadora conquista. Sin embargo, el afán de acumular, la ambición de poder y el deterioro ambiental y cultural que ocasionan con su insidioso y maléfico modelo económico llevarán a su sociedad occidental y a sus gentes, en pocas generaciones, a confirmar la profecía del gran jefe Seattle.