Por Mario Serrato /
"Usted se imagina que el gobierno se apropie de una parte de su dinero para que Luis Carlos Sarmiento Angulo y María Mercedes Cuellar puedan dormir tranquilos. Pues créalo, así sucedió."
En Colombia se creó el impuesto del 4 por mil a las transacciones bancarias hace más de diez años y en un principio tuvo por propósito la protección y refinanciamiento de la banca.
Dicho de otro modo, al que llevaba su platica al banco le quitaban algo para que el banco pudiera pagar sus deudas o resolver sus problemas de efectivo. No estoy diciendo mentiras. Con la plata del pobre se financió durante más de un lustro el parasitismo del rico. Eran épocas en que los bancos, agremiados en algo llamado Asobancaria, justificaban el impuesto para, según decían: evitar la quiebra de la sociedad.
Usted se imagina que el gobierno se apropie de una parte de su dinero para que Luis Carlos Sarmiento Angulo y María Mercedes Cuellar puedan dormir tranquilos. Pues créalo, así sucedió.
Resulta increíble, pero es cierto que los bancos colombianos durante casi un lustro dispusieron de parte del dinero del ahorrador para financiarse. El asunto es que gracias a la financiación del pobre, de cinco años para acá, los bancos han obtenido ganancias que superan 24 billones de pesos anuales y hoy tienen por única preocupación que el 4 por mil aleje de sus alcancías a los ahorradores. Es decir, los bancos detectaron que la plata que antes les regalaban, produce menos porque el dinero dejó de llegar por el temor del ahorrador a que le quiten su plata. También debe considerarse que el destino del dinero del ahorrador ya no es la cuenta del preocupado Sarmiento Angulo o para el horrendo maquillaje de María Mercedes Cuellar. En la actualidad, se destina a otras cosas.
Ahora, los mismos bancos que se beneficiaron con nuestra plata piden que se desmonte el 4 por mil, situación que atraería de nuevo al ahorrador que sabiamente refugió su dinero entre el colchón. Sin embargo, no hablan de devolver el dinero que durante un lustro recibieron para autofinanciarse. Eso nunca.
Pero esto no termina aquí. Hace un par semanas, el ministro de hacienda, un tipo grandote y neoliberal de apellido Cárdenas, en el marco del paro de los campesinos, propuso como solución mantener el 4 por mil para destinar los recursos a financiar la difícil situación económica del campesinado.
No propuso gravar directamente al banco en sus transacciones, las cuales presentan unos índices de ganancia por intermediación financiera del 30%, cuando los pillos del Deutsche Bank cobran el 8%.
No propuso destinar el 30% de las ganancias de Ecopetrol en un año, al tema más urgente de nuestra realidad actual; tampoco propuso traer de la banca norteamericana una parte de los casi 150 mil millones de dólares de los colombianos que se guardan en las cajas fuertes de los bancos gringos bajo el nombre incierto de "Reservas Internacionales".
Seguimos teniendo dirigentes que eluden las responsabilidades y son muy hábiles en ponerlas en la espalda de otros cuando no tienen más pretextos. La plata que siempre se debió destinar a atender al más necesitado, se gastó en atender los caprichos y lujos de quien no necesitaba. En este momento, cuando a ese dinero se le puede dar mejor destino, los bancos, que tanto se beneficiaron, aseguran que se perjudicarían con el mantenimiento de la medida del 4 por mil y se oponen a ella.
Varias inquietudes me aquejan: todos admitimos que el campo presenta un rezago de más de cincuenta años, ¿Por qué no se creó el impuesto del 4 por mil hace diez años para solucionar los reales problemas del agro y no los ficticios dramas de la banca?. ¿Por qué no se cobra a la banca colombiana el dinero que recibió por concepto de 4 por mil durante más de un lustro y con esos 10 billones largos de pesos se inicie una seria e intensa actividad de recuperación del campo y el campesino? ¿Por qué se obliga a los campesinos a someterse a un modelo económico que no les fue consultado y tan solo ahora se les atiende con la salvedad de dejar el modelo intacto?
Con gusto pago el 4 por mil, pero me aseguran que esos recursos se destinarán a la atención de la granja boyacense, la chagra nariñense o el predio minifundista del Tolima, mala cosa será que ese grandote que hizo la propuesta, y sus aliados, vuelvan a destinar ese dinero al cambio de los manteles del Jockey Club o a remodelar los baños de Asobancaria.