LAS CURULES AFRO. ¿Quién presiona a los jueces?
Otro movimiento de los enrarecidos y oscuros personajes que se hacen pasar por representantes de las comunidades afro en Colombia, acaba de ser conjurado.
En efecto, una extraña decisión de la magistrada Susana Buitrago, a espaldas de los demás miembros de la Sección a la que pertenece en el Consejo de Estado, avaló y ordenó la posesión en las curules destinadas para los afros en la Cámara de Representantes a María del Socorro Bustamante y Moisés Orozco Vicuña.
A la decisión solitaria e inconsulta de la consejera Susana Buitrago, según se lee en la revista Semana, “los magistrados Alberto Yepes y Lucy Jeannette Bermúdez (Presidenta de la sección) argumentaron que la determinación de su colega Buitrago contrarió las funciones propias de los jueces, en el sentido de que sólo se pueden pronunciar a través de sentencias judiciales y no a través de autos que no han sido debatidos por los integrantes de sala”.
Cuando una funcionaria judicial por razón de la naturaleza y composición de la corporación a la que pertenece se encuentra obligada a consultar y debatir en Sala los asuntos que le asignan para su consideración y fallo, no hacerlo constituye, de hecho, una imperdonable y sospechosa violación de las normas elementales de su cargo.
Interpretar mal una norma, concluir que una sola prueba es suficiente para la toma de una decisión o desconocer una evidencia documental, constituyen ejemplos de las múltiples fallas en que puede incurrir un magistrado. Tales errores llaman a la condición humana, mantienen incólume la presunción de buena fe y permiten acciones constitucionales para modificarlas. Pero cuando el error consiste en que el magistrado ignora obligación de debatir y decidir en conjunto los fallos, dicha conducta, por elemental, escapa a los postulados de la buena fe.
Como es obvio, la magistrada Susana Buitrago debe conocer el protocolo del Consejo de Estado, además de ser su obligación, también le resulta imperativo acatarlo. ¿Por qué no lo hizo? ¿Qué motivos la llevaron a cometer un error tan elemental? ¿En qué razones fundamenta o explica la decisión de ignorar a sus colegas y la precipitud en solicitar la posesión inmediata de Orozco y Bustamante?
En momentos en que la añorada, impoluta y admirable Corte Constitucional de Carlos Gaviria, Fabio Morón, Alejandro Martínez Caballero y José Gregorio Hernández se precipita al desfiladero del escándalo, aparece una magistrada en el Consejo de Estado, emitiendo una decisión que desconoce las más elementales normas de la corporación a la que pertenece y a la que le debe lealtad.
Solo por preguntar, ¿se tiene información sobre los ingresos o visitas del señor Moisés Orozco Vicuña a la oficina de la magistrada Susana Buitrago? ¿Se conocen entre sí? ¿Tienen amigos en común? ¿La declaración de renta de la magistrada está expuesta al escrutinio público?
Estas preguntas surgen de la incomprensible, por elemental, falla en la decisión de la magistrada Susana Buitrago. También de la conocida manera en que Orozco y Bustamante han intentado conseguir la posesión en unas curules que no les corresponden porque no pertenecen a una etnia con la que solo tienen en común la legitimidad que les otorgó una inscripción de última hora y a las volandas, en un listado levantado sin rigor por funcionarios del Ministerio del Interior.
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