Por Mario Serrato
El acuerdo que conseguirá la dejación de las armas por parte de las FARC no modificará en lo más mínimo el acceso que el decreto 1385 de 2015 le dio de forma exclusiva a Luis Carlos Sarmiento Angulo sobre los recursos de los Fondos de Pensiones controlados por sus bancos.
Tampoco tocará las tierras que de modo irregular y violento tomaron los terratenientes de Córdoba, Sucre y sur de Bolívar.
No habrá lugar a que los peajes que desangran a los transportadores de carga y turistas de ocasión, reduzcan sus costosas tarifas.
Nadie debe preocuparse porque Martha Lucía Ramírez pierda la oportunidad de comprar ropa de Armani y Givenchy todos los años en la quinta Avenida en Nueva York.
El sistema de Salud seguirá matando gente en las puertas de los hospitales y sus socios seguirán obteniendo ganancias inverosímiles.
Las tierras baldías serán entregadas a los industriales de los biocombustibles a través del programa Zidres. El modelo educativo “ser pilo paga” no será alterado y la privatización paulatina de la universidad Nacional continuará su inexorable camino.
Claudia Gurisatti seguirá en sus ataques a Venezuela y Fernando Londoño no devolverá el dinero que tomó de Invercolsa. Tampoco Carlos Slim reintegrará al Distrito la plata que se apropió con una de las tantas maniobras de pirata que lo caracterizan.
La bandeja paisa seguirá siendo preparada con artículos importados, y los campesinos continuarán siendo tratados como ciudadanos de tercera por respeto al TLC.
El salario seguirá subsidiando al capital.
No habrá modificación alguna al modelo de entrega de licencias de explotación de nuestros recursos a las transnacionales mineras y tampoco cambiará la política monetaria del Banco de la República.
Por lo anterior, los pobretones de todos los matices que votarán NO al plebiscito, no tienen por qué preocuparse, la clase dirigente les seguirá tratando como cipayos y continuará dándoles sopa y seco en cada jornada electoral.
La única diferencia es que las FARC no estarán armadas.
No se preocupen.