Luego de 22 meses de operaciones en los municipios de Orito y Puerto Caicedo (Putumayo), la Fundación Vida y Futuro, una de las 6 ONG operadoras del programa Raíz por Raíz, rendirá cuentas mañana a las comunidades indígenas beneficiadas con el programa.

El objetivo del programa, financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), busca la sustitución de cultivos ilícitos de manera gradual y manual en los pueblos indígenas de la región, mediante la construcción de una base productiva lícita que esté acorde con las tradiciones culturales ancestrales, en el marco de unas condiciones justas en lo económico y lo político.

El apoyo a las comunidades indígenas, según comentó a Actualidad Étnica, Luz Edith García, asistente administrativa del Programa Raíz por Raíz, se representa en “la puesta en marcha de Proyectos Productivos, el fortalecimiento Institucional y el acompañamiento y apoyo a la formulación de Planes de Vida. Las organizaciones indígenas se han fortalecido, y sus propuestas se han apoyado para que sean sostenible”.

Como fruto del trabajo de estas organizaciones se ha logrado en el Putumayo sustituir coca por especies agrícolas menores como maíz, yuca, frutales, y pecuarias como cerdos, gallinas y ganadería. En la parte urbana se ha dado la sustitución por tiendas comunitarias o grupos asociativos. También se ha apoyado la organización comunitaria y se ha fortalecido la infraestructura con la construcción de 32 sedes comunitarias y una regional.

Para la funcionaria el balance es positivo, ya que desde el 8 de noviembre de 2001 que llegaron a la región “se han ejecutado 31 proyectos productivos en Orito y 17 en Puerto Caicedo, y en proceso de formulación y ejecución, hay 57 en Orito y 31 en Puerto Caicedo, siendo beneficiados 6 pueblos indígenas, entre los que se encuentran Ingas, Yanaconas, Paeces y Awas, organizados en 37 cabildos y conformados por cerca de 2154 familias”.

Sin embargo, y a pesar de los resultados positivos, la actual administración ha intensificado las fumigaciones en el marco de la guerra antidrogas, y lo paradójico es que las operaciones han llegando a afectar tanto a las pequeñas parcelas de campesinos y chagras de donde los indígenas obtienen sus alimentos, como las zonas de cultivos nuevos, fruto del programa de sustitución de cultivos del Plan Colombia.

Cabe resaltar que diferentes experiencias y programas de desarrollo alternativo han demostrado que es posible sustituir cultivos ilícitos de coca por medios pacíficos, voluntarios, graduales, manuales y en marcados dentro de un desarrollo integral, propuesta que contrasta con la política de fumigaciones con glifosato, la cual es asumida por las comunidades indígenas y campesinas como un veneno que llega desde el aire.

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