Por Mario Serrato/ Foto Antonio Sánchez
"Los 500 mil chocoanos, sin excepción, están obligados a mantenerse unidos y a no bajar la guardia en la defensa de la integridad territorial del departamento del Chocó".
Los chocoanos que ya vivimos más de cinco décadas presenciamos muchas veces el momento en que las niñas de nuestra tierra partían a la incertidumbre del servicio doméstico en las grandes ciudades del interior del país, y después las vimos regresar envejecidas, enfermas, ajadas por la crueldad de la vida, sin un centavo en los bolsillos y ninguna modalidad pensional que las protegiera de los aciagos años de la vejez.
Hemos visto casi impotentes durante muchos años el modo en que los dineros del erario, destinados a la atención de asuntos urgentes y necesidades vitales, se diluyen en un insondable mar de corrupción.
También conocemos los miles de subterfugios que usa el poder central para negarnos atención verdadera, eficaz, suficiente y perdurable.
En los últimos 20 años hemos tenido la posibilidad de enviar a nuestros hijos a recibir educación en esas mismas ciudades de la incertidumbre, y hemos llorado y sufrido las amarguras y hambrunas que han soportado en el esfuerzo por convertirse en profesionales y después, cuando regresan, sufrimos porque consiguen empleos de ocasión en los que se someten al sacrificio de su profesionalismo para encajar en los avatares indescifrables de la política partidista.
Desde el aeropuerto, o desde las terminales terrestres que nunca terminamos, despachamos de modo incesante maestras y maestros a todos los rincones y establecimientos educativos del país, sin que nos hayan reconocido el aporte brindado a la educación de los colombianos.
Más de una vez hemos conocido el desprecio por nuestro color de piel y muchos de nosotros, los hermanos indígenas, fueron considerados salvajes durante siglos, hasta que una nueva constitución los puso en el horizonte de la nación al reconocerles la condición de personas y el respeto y protección de su cultura milenaria y sus lenguas solemnes.
Los desastres naturales que hemos vivido, muchas veces han alcanzado proporciones bíblicas pero nos ha tocado solucionarlos solos, sin ayuda, sin la solidaridad que el Gobierno central y muchos colombianos expresan con vigor cuando acontecimientos similares sacuden otras regiones del país.
Muchas de nuestras abuelas históricas murieron casi centenarias, sin conocer cosa diferente a la miseria reflejada en la postura humillante a las que las obligaba la batea para conseguir el oro siempre esquivo, oro que antes y ahora, se llevan por toneladas empresarios sin alma ajenos a nuestro territorio.
Por tantas situaciones de incertidumbre, tantos sucesos vergonzosos, tantas muertes solitarias y por el sinnúmero de desprecios injustos que hemos padecido, necesitábamos de forma urgente recibir una buena noticia, una buena nueva capaz de sacar del lodo nuestra esperanza empantanada, nuestros sueños perdidos y la fe en nosotros mismos.
Esa noticia también tenía que ser suficiente para alimentar la sensación estimulante que experimentamos cuando medimos nuestra fuerza y dimos la batalla que nos entregó el primer logro, el que alcanzamos sosteniendo una pelea desigual contra los personajes más poderosos e influyentes del país.
Necesitábamos, como se necesita un poco de agua para acometer un camino largo, una buena nueva que alcanzara dimensiones nacionales y generara incidencia determinante y transformadora de nuestra dolorosa historia colectiva.
Esto último es lo que significa para este servidor, lo que hemos logrado todos los chocoanos al conseguir que el informe técnico del IGAC estableciera, como en efecto sucedió, que Belén de Bajirá forma parte del territorio del Chocó.
Esta alegría que tanto necesitábamos y que está llamada a transformar nuestra cruda realidad en esperanza, nos indica que vamos ganando porque somos decididos, porque somos buenos, porque somos capaces, porque la evidencia probatoria lo demostró y porque la estrategia de defensa funcionó.
Ahora la consigna consiste en que todos los 490.327 chocoanos, sin excepción, estamos obligados a mantenernos unidos y a no bajar la guardia en la defensa de la integridad territorial del departamento del Chocó.