"Durante todo el procedimiento ninguno de los policías, ni en la calle ni en el CAI, me solicitaron la cédula, siempre me decían, repetitivamente, que no me parecía norteamericana, y me acusaban falsamente de tener drogas en alguna parte del cuerpo, irrespetándome y humillándome, como si por ser una mujer negra, yo tenía que ser  una delincuente o una prostituta.”

Juan de Dios Mosquera, director del Movimiento Nacional por los Derechos Humanos de las Comunidades Afrocolombianas –CIMARRON-, denunció ante varios organismos nacionales e internacionales, “la vergonzosa conducta y los  actos  de: racismo, acoso sexual, violencia contra la mujer, hostigamiento por motivos de raza y origen nacional, retención ilegal y procedimiento policial arbitrario, cometidos por un grupo de policías de Cartagena en contra de la doctora MEREDITH CHERRON CUMMINGS, el  2 de junio del año en curso”. La doctora Cummings es Magister de Políticas Sociales y Docente de Inglés y Políticas Culturales del Centro Colombo Americano.

En su pronunciamiento, el líder de las comunidades Afro señala que “hace pocas semanas, también en Cartagena, la profesora de la Universidad Nacional Claudia Mosquera Rosero-Labbé, también fue víctima de un acto de racismo y discriminación, donde los policías asumieron conductas y procedimientos racistas victimizando a las  personas afrodescendientes”

El siguiente es el relato que reproduce el Movimiento Cimarrón sobre los hechos denunciados por la señora Cummings: “Siendo las 11.15 de la noche, después de hacer una visita  en el barrio  Getsemaní, tomé un taxi en  la calle Petrogal. Nos movilizábamos hacia Las Torres de La Plazuela cuando una patrulla de dos policías nos pararon para realizarle una requisa. Dijeron que estaba en “un sector crítico” para micro traficantes de drogas y la ley les exigía que hicieran un procedimiento a todas las personas que salgan de esta área. La policía me pidió que sacara todas las cosas de mi bolso y  mis bolsillos. Después de muchas preguntas de mi parte debido a una confusión, ellos me afirmaron que  lo que ellos hicieron fue necesario. Una policía, me hacía preguntas sobre mi historia personal de una manera muy, muy coqueta. Otro policía me preguntó de donde era, y le respondí “Soy de Los Estados Unidos, y soy docente en el Colombo Americano, en la sede 4 vientos.” Les repetía que no tenía drogas, nunca había consumido drogas, y estoy en contra del uso de drogas. Además de la redundancia de mi parte, diciéndoles que era de Los Estados Unidos, me seguían preguntando de donde era yo, y no me pidieron ni un documento. Me trajeron a la estación de Policía Cai en Getsemaní en la cual me dijeron que esperara una mujer para que me revisara.

Ya que soy extranjera  y no conocía mis derechos en un país extranjero, además de estar sola, cooperé para que las cosas no volvieran más grandes. Mientras esperaba, un policía sentado en la mesa me preguntó “¿De dónde eres?” Le respondí “de Los Estados Unidos.” En una manera bastante grosera él dijo “No me pareces.” Todavía no me preguntaban ni me daban la oportunidad de entregarles el documento o una identificación.

Diez minutos después, vino la mujer policía. Ella y el otro policía el que estaba coqueteando conmigo, me llevaron a una bodega en la esquina donde arreglan motos y cambian llantas. En camino a la bodega, el policía que coqueteó conmigo me hablaba en voz baja que si tenía drogas, que se las entregara en ese momento, y me dejaría en paz, y podía ir para la casa. Le dije otra vez que no tenía nada.  En ese momento, no me sentía bien, y me puse nerviosa.

Seguí a la mujer policía en el baño de la bodega el cual fue bastante sucio con el piso mojado. Me hizo quitarme los zapatos y toda la ropa, menos los calzones y el brasier. Me jaló el brasier, para ver si una substancia se caería, y me pidió que me agachara. Después del hecho, se dieron cuenta que no tenía nada. Me puse la ropa, y me acompañaron de nuevo a la estación de Cai donde el taxista me esperaba. Estaba a punto de montarme en el taxi cuando el taxista me dio un papelito con el número telefónico personal y el nombre del policía que me coqueteaba. El taxista dijo, “Parece que el señor se enamoró de ti.”  Durante todo el procedimiento ninguno de los policías, ni en la calle ni en el CAI, me solicitaron la cédula, siempre me decían, repetitivamente, que no me parecía norteamericana, y me acusaban falsamente de tener drogas en alguna parte del cuerpo, irrespetándome y humillándome, como si por ser una mujer negra, yo tenía que ser  una delincuente o una prostituta.”

El Movimiento Nacional CIMARRON llama la atención del Ministerio de Defensa Nacional y de la Dirección General de la Policía Nacional “sobre la creciente tendencia de los policías a criminalizar a las mujeres  y a la juventud afrocolombiana, en especial, las de piel negra, como prostitutas y delincuentes, en las concentraciones urbanas del país,  es la aplicación de los prejuicios racistas y los estereotipos subvalorizantes  en torno al concepto- sujeto “negro” creado durante  la institución española de la esclavitud de las personas africanas”.

Por último, CIMARRON  recomendó a las instituciones militares y de policía, “Imponer, de manera ejemplarizante, las sanciones disciplinarias y penales contempladas en  el Código Disciplinario de la Policía  el Código Penal y la Ley  1257 de 2008; Crear una Comisión Nacional por la Diversidad y la No discriminación racial, e Implementar la Cátedra de Estudios Afrocolombianos, dando cumplimiento a la Ley 70 de 1993, en todas las escuelas de formación incluyendo la General Santander, y en el sistema nacional de colegios de la policía nacional”

Fuente: María de los Ángeles Gómez Mosquera /http://movimientocimarron.org/portal/?p=771

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