Comunicaciones ONIC
El XIII Congreso Regional Indígena del Cauca realizado en La María, Piendamó, del 26 al 30 de abril, fue una verdadera Minga de pensamiento, un trueque de saberes, una diversidad de pensamientos que los pueblos indígenas han hermanado para caminar juntos la palabra y, un punto de encuentro para fortalecer y consolidar la unidad indígena.Puntos de encuentro, esenciales para la convivencia
Una unidad hoy vulnerada por intereses externos que quieren desmeritar y deslegitimar no sólo 38 años del proceso histórico del Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC -cuyo gran merito ha sido recuperar la dignidad y la identidad cultural indígena-, sino que amenaza la cosmovisión y la pervivencia de pueblos y culturas indígenas nacionales.
Para Aida Quilcue, quien entregó el cargo de Consejera Mayor del CRIC al mayor guambiano Elides Pechené, el Congreso fue un escenario de encuentro para llorar, reír y caminar y construir juntos. En los procesos también -los indígenas- han llorado, han reído y han construido una senda de esperanza.
A esta aguerrida mujer nasa el proceso de resistencia civil le costó el rompimiento de su familia; “salgo viuda de este proceso, mi hija huérfana; a mi esposo lo asesinó el ejército en un intento de asesinarme a mí por orden del gobierno de Uribe en represalia por haber liderado la minga de resistencia indígena el año pasado”.
Reflexiones y aprendizajes
“Los niños y niñas vivimos en nuestro territorio, nos damos cuenta de lo que pasa, tenemos preguntas y mucho que aportar, necesitamos que nos escuchen. Los adultos dicen que somos lo más importante; por eso no nos gusta andar por ahí sin un lugar para encontrarnos y compartir, para pintar, conversar, cantar y aprender”, con estas frases -fruto de varios días de reflexión- los niños indígenas plantearon una reflexión que paralizó al congreso, en pleno, para oír tan sabias apreciaciones.
Los niños no sólo participaron, sino que se comprometieron a cuidar los ríos y los ojos de agua y a no mal gastarla ni contaminarla, “le pedimos a los adultos que no la vendan ni la dejen en manos de solo unas personas. Hemos vuelto a sentir que el Agua es sagrada y es de todos; en ella están nuestros espíritus mayores; las plantas, los animales y las personas la necesitamos para vivir”.
Durante los cinco días que duró el Congreso se enarboló con asiduidad el grito de la resistencia civil, se planteó cómo construir puntos de encuentro para fortalecer el proceso organizativo y la hermandad entre pueblos, que permitan hacer frente a “fuerzas oscuras” empeñadas en romper la unidad indígena en el Cauca y en Colombia.
Unas 20.000 personas entre comunidades indígenas, organizaciones invitadas, delegados internacionales, estudiantes, campesinos, afrocolombianos, periodistas y, una diversidad de pensamientos asistimos a la cita con el saber ancestral.
Pocas veces en el imaginario histórico hay tiempo para hablar siquiera, menos para analizar sobre puntos de encuentro y desencuentros, pues -en el imaginario occidental, lineal- hemos negado rotundamente que haya otras concepciones distintas a las que consideramos validas, negando así la posibilidad de compartir otras miradas, otras formas de reflexión, otras sabidurías, otros lenguajes -más profundos, ámenos y menos discursivos-, otras formas de encontrarnos en algún punto para construir y no herir.
El Congreso demostró que no se trata de señalar al otro, difamarlo y, destruir el único espacio disponible que nos queda para construir paz y convivencia, sino de estimular el respeto por las diferencias, la aceptación del Otro, como igual y, de lo Otro como una forma, también, valida.
El Congreso invitó a retornar a lo comunitario; instó a preservar y proteger la naturaleza, a defender y cuidar la tierra como único medio que garantiza la vida. Planteó un retorno hacia lo tradicional -lo propio- a las raíces ancestrales, a un despertar sin odios, sin intenciones perversas de hacer daño a nuestro semejante, sino más bien a dejar abierta la posibilidad de dialogar y plantear percepciones e inconformidades de distintas orillas para dar paso a la armonía y a la tolerancia.
Finalidad del Congreso
El Congreso es la máxima instancia decisoria en las culturas indígenas, secundado por la Asamblea, se hace para debatir, analizar, reflexionar y decidir. A estos escenarios se convoca cuando hay un problema estructural que apremia o cuando hay que tomar decisiones coyunturales de interés colectivo.
Para este caso fue preciso abordar los dos aspectos; había que elegir nueva consejería del Consejo Regional Indígena del Cauca, organización que defiende los derechos de las comunidades y reafirma los principios de identidad y dignidad… y por otro lado tratar temas coyunturales que afectan a las comunidades indígenas y, evaluar -además- los 38 años del proceso organizativo del CRIC.
Hubo críticas y cuestionamientos, sobre todo deficiencia en el manejo administrativo, falta de temple de algunas autoridades indígenas y reclamos de las comunidades: sus consejeros no les visitaron o lo hicieron muy poco y, no atendieron sus inquietudes y planteamientos.
Las críticas e inconformidades fueron admitidas por autoridades y dirigencia indígena, vistas, incluso como necesarias para consolidar el proceso; “la relevancia era esa, que las comunidades vinieran a manifestar su sentir y, evaluar nuestro proceso: avances, dificultades e inconformidades; estas últimas nos fortalecen, nos permiten cuestionarnos para mejorar”, aseguró Aida.
El Consejo Regional Indígena del Cauca, ha sido la organización que recuperó para los indígenas su condición de Sujetos de Derecho, durante mucho tiempo negada por la sociedad. Así lo reconocieron organizaciones y muchas personas presentes en La María.
Diversas organizaciones y delegados internacionales de Francia, Italia, Suiza, Inglaterra, Canadá y España y, muchos países del Pueblo Grande (América) exhortaron y admiraron el proceso de resistencia indígena y expresaron su credibilidad en el movimiento indígena nacional y sus organizaciones. “Admiro tanto compromiso, impresionante la cohesión, la organización del CRIC es algo excepcional, ligada al territorio, a la identidad, a la concepción de pueblo”, aseguró Camilo González Posso, investigador de Indepaz.
El proceso del CRIC “responde -agregó- a la identidad indígena… Hay muchos embates también, es un momento muy crítico. Pero hay muchos logros y cosas que se están evaluando. El Movimiento indígena ha crecido mucho; las raíces se profundizan y las ramas han crecido…”
Ezzio Guadalupe, párroco del municipio de Toribio también expresó su satisfacción con los procesos de resistencia indígena; “comparto la alegría y la esperanza de los pueblos indígenas del Cauca en su afán, trabajo y compromiso por conservar su cultura”.
El congreso “demuestra una vez más un principio de convivencia: compartir experiencias que milenariamente han vivido nuestros ancestros, intercambiar productos; un verdadero trueque de conocimientos”, expresó Julián Condorin, indígena quichua del Perú,
Resistencia y diversidad
El Congreso se realizó en el resguardo La María, Piendamó, un territorio considerado como la cuna de la Resistencia Indígena. Allí se gestó el gran proceso de resistencia civil y reivindicación de derechos hace un medio centenar de años cuando los indígenas vivían, todavía, del terraje -terrazguería-, una práctica común en el Cauca; el indígena adquiría la obligación de pagar con días de trabajo no remunerado el derecho a sembrar una parcela en tierras que se consideraban propiedad de una hacienda o terratenientes.
A esta práctica se opusieron con gran ímpetu, primero, Manuel Quintín Lame, luego ilustres autoridades y avezados líderes indígenas agrupados en el CRIC, quienes incluso dieron su vida para liberar a sus hermanos del yugo esclavista.
El proceso que institucionalmente, cumple 38 años, es fruto de un legado de resistencia ancestral, generada desde el mismo momento en que los indios empiezan a ser despojados de sus territorios por los “conquistadores” españoles que enfilaron sus métodos de discriminación y destrucción para extraer riqueza y tratar de borrar de la faz de la tierra toda una civilización grandiosa.
Los debates y discusiones fueron de índole política, religiosa, cultural, social, ambiental e intercultural: dos aspectos marcaron el énfasis del Congreso: un retorno hacia lo propio, lo ancestral y lo tradicional; reafirmar la identidad cultural y reafirmar la tradición autóctona de las culturas indígenas.
Por otro lado el enfoque espiritual; la reflexión, la armonización y la ritualidad. Diferentes ceremonias rituales mostraron el inmenso respeto por la naturaleza y la relación armónica entre los seres humanos, el cosmos y la tierra. “Lo más grande que conservamos los indígenas es nuestra espiritualidad en el proceso”, afirmó Aida.
El congreso fue, sin duda, una fiesta de la diversidad en todas sus expresiones: comidas y bebidas autóctonas para todos los gustos, trueque de semillas, alimentos y artesanías; expresiones de la simbología a través de danzas, música y rituales. La tradicional chicha de caña y de maíz estuvo, siempre, al orden del día; lo mismo que las bebidas y alimentos hidratantes de hoja de coca: gaseosa, té, aromática, coca ron, galletas y vino entre otros.
El Congreso, en pleno, rechazó contundentemente la criminalización de la hoja de coca y, estableció iniciar acciones jurídicas contra la pauta publicitaria: “la mata que mata”, en consideración que vulnera la esencia histórica de la Planta sagrada, vida y alimento energizante. Declaró la hoja de coca como patrimonio colectivo de los pueblos indígenas.
Puntos de encuentro
El congreso estableció que la tolerancia es fundamental para la convivencia: el respeto al Otro y a lo Otro, máxime en un país como el nuestro donde hasta el mismo presidente Álvaro Uribe se ha creído con el derecho “divino” e “inalienable” de difamar y señalar al otro -que no comparte sus políticas e ideas- como bandido, delincuente o terrorista.
Al congreso asistieron organizaciones que difieren, en algunos aspectos, del proceso del CRIC, entre ellas varias asociaciones de iglesias cristianas y Asonasa. En el desarrollo del debate se planteó que no siempre se llega a un consenso, pero sí a un punto de equilibrio donde dirimir diferencias y crear acuerdos; un punto de encuentro.
Estuvieron ahí por dos razones: una porque el Congreso les abrió el espacio y dos porque no quieren generar divisiones, sino construir hermandad desde la diversidad de concepciones. “Creo que estamos a tiempo de analizar cuáles son las políticas tanto del CRIC frente a las iglesias y de estas frente al CRIC y, hacer un consenso donde podamos caminar juntos en el mismo espacio”, explicó Marino Dagua, indígena nasa, gobernador del resguardo Canoas.
“Reafirmamos -sostuvo- la espiritualidad y la cultura, si bien somos parte de una iglesia cristiana o religiosa nunca dejaremos de ser nasas, la iglesia nos enseña a valorar lo nuestro, nuestra identidad y a respetar a nuestras autoridades religiosas e indígenas”.
Alfredo Campo, pastor evangélico, representante de una asociación de iglesias cristianas, explicó que el trabajo se debe centrar en buscar unidad y no en generar divisiones u odios como lo han querido hacer algunos sectores de iglesias cristianas; ha habido señalamientos y difamaciones en contra de mismos dirigentes religiosos y en contra de los líderes y autoridades indígenas del CRIC.
Explicó que las personas que fomentan divisiones les asiste un interés particular y albergan en sus corazones odios y venganzas que les llevan a ser resentidos y agresivos con sus semejantes para destruir lasos de convivencia. “No lograran dividirnos, por el contario fortalecen nuestra unidad”.
Campo hizo un llamado a la sociedad colombiana y a la iglesia, particularmente, a no generar división; “debemos ser agentes de la reconciliación, la iglesia debe ser muy prudente en cualquier decisión que tome o en cualquier declaración que emita para no hacer daño”
El gobernador Dagua propuso realizar una asamblea para encontrar un punto de encuentro donde confluyan muchas ideas que ayuden a dimensionar el momento real que viven los pueblos indígenas; “en mi resguardo, por ejemplo, a pesar que hay mucha gente cristiana no hemos entrado en contradicción con la medicina tradicional, ésta es parte constitutiva de nuestra cultura, debemos respetar la creencia de cada persona… Estamos recogiendo lo que piensa el niño, lo que piensa, la mujer, lo que piensa el joven, lo que piensa el mayor y lo que hace el congreso es un ejercicio de pensamiento, eso mismo lo hago en mi comunidad”.
El CRIC planteó reafirmar la unidad dando la cara al debate público para discutir temas que distancian y unen. Rechazó las difamaciones y señalamientos como estrategia de división, que surgen de “fuerzas oscuras” e incluso del mismo gobierno con propósitos tendientes a deslegitimar los procesos organizativos de los pueblos indígenas”.
La organización indígena manifestó su disposición a dialogar; “tienen planteamientos importantes desde la comunidad evangélica. Es importante si hay disconformidad saber disentir sin hacerle daño al otro; establecer el por qué no hay acuerdo y por qué hay disconformidad, pero dialogando y, a través de ese diálogo fortalecer la unidad, en ese sentido lo miramos muy positivamente salen muchas cosas”.
Tanto el Cric como los dirigentes religiosos cuestionaron la creación de la Organización de Pueblos Indígenas del Cauca, OPIC, que reniegan de su propia cultura y al diferir del proceso del CRIC lo hacen con odio y sin fundamentos, “lo que no hace bien son esos odios, resentimientos. Cuando miro al otro como un enemigo u opositor estoy cerrando la posibilidad de un punto de encuentro entre culturas, entre ideas, entre hermanos”, señaló Dagua.
Nuevos vientos, nuevos retos
Los diferentes mandatos de los congresos han insistido en el fortalecimiento del territorio y la gobernabilidad propia, propuestas de paz y convivencia; en el fortalecimiento de la identidad cultural, el intercambio de productos y, en fortalecer la espiritualidad y la unidad indígena.
En este sentido se vislumbra un horizonte de esperanza, pero habrá muchas tareas y retos que no sólo tendrá que asumir la nueva consejería del CRIC, sino autoridades y comunidades indígenas. “Este congreso nos deja a la expectativa, quedan muchas tareas, muchos compromisos y unos temas muy fuertes, por ejemplo el intento de un debate con las FARC; así como hicimos frente al gobierno, por qué no hacerlo frente a este grupo armado, que en últimas, no sabemos cuál será su norte”, aseguró Elides Pechené, quien asumirá la responsabilidad de liderar el gran proceso de resistencia civil.
El debate propuesto con la guerrilla de las FARC será público de cara al país y al mundo, con acompañamiento internacional, realizado en el marco del respeto a las comunidades indígenas como autoridades legítimas y la exigencia del no reclutamiento de jóvenes, lo cual coloca en riesgo la integridad física, territorial y social del proceso.
Dentro de la propuesta de paz está la conformación de la Guardia Indígena Nacional, que ejercerá control y defensa territorial; no permitir que ningún actor armado ocupe territorios indígenas y ponga en riesgo de desplazamiento a las comunidades y, brindar seguridad a autoridades y líderes amenazados.
Se acordó continuar y fortalecer la Minga de Resistencia Comunitaria y, la permanente movilización como parte constitutiva del proceso de resistencia civil en el marco de exigibilidad y reivindicación de derechos y como herramienta de presión al gobierno para que cumpla los acuerdos y asuma su responsabilidad social.
Una gran apuesta es exigir la justicia y la reparación para las víctimas y no permitir la impunidad. Desde el área de comunicaciones se planteó hablar desde los lenguajes de comunicación, lo cual trasciende a través de la memoria; “la cultura de acuerdo a nuestro tiempo y de acuerdo a nuestro espacio”. Los procesos de educación, cultura y salud viraran a lo propio; aunque también se tendrá en cuenta los procesos interculturales.
La nueva consejería asumió el reto de trabajar sin menoscabo para y desde las comunidades indígenas. “Ahora debemos plantearnos qué y cómo hacer nuestro trabajo y, cómo generamos desarrollo para bien de las comunidades”, aseguró el consejero Pechené.
Elides explicó que el CRIC es una organización de puertas abiertas a los pueblos indígenas; “en él nos hemos formado, hemos participado, tenemos muchos recuerdos gratos. Sí, hoy, tenemos muchas cosas buenas es gracias a que tenemos una organización honesta, que ha trabajado con transparencia y esmero. ¿Que tenemos debilidades en algunas cosas?, pues sí, tenemos algunos aspectos por fortalecer, pero ese es y ha sido el reto permanente de cada junta directiva, de cada congreso, de cada cabildo al interior de su comunidad”.